viernes, 29 de mayo de 2009

Europa, Europa

Opel segregada de General Motors, de central y matriz estadounidense, se debate en Europa. Los responsables políticos de cada país y comunidad en la que hay una planta como la de Figueruelas han de coordinarse con el resto de autoridades europeas afectadas y trazar una estrategia común. Los sindicatos trabajan en la intersindical europea con un mismo objetivo, no en vano, el movimiento obrero fue el primero en comprender y poner en practica la idea de que las fronteras son un invento del capital que no favorece la convivencia ni el flujo de ideas ni de personas (aunque la población no europea sigue condenada a la patera si se le ocurre intentar pisar suelo europeo). Es un ejemplo de cómo la UE y su hermosa idea de un proyecto común, constantemente vilipendiado por ultras, nacionalistas y xenófobos, condiciona nuestras vidas. De la Unión y su poco poderoso parlamento surgen el 60% de las normas que rigen la vida política española. La crisis financiera que derivó en económica por culpa de las algaradas y excesos neoliberales de yanquis y banqueros amigos de los tres de las Azores, solo puede ser combatida con una política económica, de control de capitales, de empleo y de protección social ampliada, común europea. La defensa de los derechos humanos y civiles mínimos de los nuevos socios de la UE, cuyos gobiernos son tan proclives a rezar mucho y legislar tan poco en materia de derechos individuales, solo será defendida e incluso impuesta como condición, con un Parlamento Europeo renovado y reforzado a la izquierda. La misma UE que repartió recursos financieros en los años ochenta y noventa para España y que nos empujó a la modernidad estructural (la cultural nos la hemos de currar un poquíco más nosotros mismos), que paró el trasvase tras la Marcha Azul a Bruselas, o que nació de la idea de la paz en el continente tras la debacle de la 2ª Guerra Mundial y que gobiernos de Asia, África o América del Sur quieren imitar en sus continentes.
Esa es la Europa del que pasa con orgullosa indiferencia un 60% del electorado según las encuestas oficiales, excepto en Bélgica porque votar es obligatorio. Ese es el proyecto del que algunos políticos pasan de hablar, convirtiendo las elecciones del 7J en un absurdo y estúpido referéndum sobre política nacional que hace mucho que pretenden sustentar en demagogia barata en lugar de argumentos reales como si creyeran que la población es tonta. En eso, Rajoy, Oreja y Camps son maestros.
Por supuesto que Europa y la UE no son la panacea. Nada que sea real es perfecto, ni el amor, o eso menos que nada, pero el europeismo ha sido uno de la mejores inventos políticos de la historia aunque tengan dentro a elementos como Le Pen, Berlusconi y su lista de top model, o Aznar y sus guerras religiosas. Pero también puede ganar cualquiera las elecciones y eso no invalida la democracia sino que nos recuerda que la democracia es un sistema político y una forma de vida que aún estamos construyendo y que son coyunturas culturales las que pueden propiciar elecciones desastrosas.
La maravillosa película que Agniezkca Holland dirigió en 1991, Europa, Europa, refleja el espíritu de desastre global y miedo del que nace la necesidad de la unión. Narra las peripecias del adolescente judío Perel Soloman que huye de Alemania a Polonia después de la Noche de los Cristales rotos en 1938
y luego a la zona controlada por la URSS tras el estallido de la 2ª Guerra Mundial y la invasión de Polonia. Capturado después por los nazis durante la Operación Barbarroja de 1941, convence a un oficial de ser alemán y se ve enrolado en las Juventudes Hitlerianas. Más que una peli sobre la Guerra Mundial, es una hermosa metáfora de un continente hundido que se odia y se desconoce.
Véanla este fin de semana, léanse el precioso El Mundo de Ayer de Stefan Zweig (El Acantilado, 2002), y, el que viene, voten por una nueva UE roja y verde.
Publicado en El Periódico de Aragón el 29/05/09