Creo que, al fin y al cabo, el punto de vista puede no ser más que una triste limitación de la perspectiva. La visión correcta de un hecho, de la que luego cada quien opina como mejor le place o puede, sería más bien la suma de muchas perspectivas. Por ejemplo: los economistas que creen saberlo todo, no dirían lo que dicen si a su visión de papel y su perspectiva de porcentajes, sumaran la de alguien que pasa el mes con 790 euros de salario por cuatro semanas laborales de cuarenta horas. Porque eso es una putada como un camión, una mierda como un piano que se decía en mi niñez, o un milagro inexplicable. Y como no creo en los milagros, lo cambio por injusticia que es más fino y real que putada. Quienes desean liberalizar el llamado mercado laboral, que no es ni mas ni menos que la fuerza de trabajo disponible y su habilidad para tragar con exigencias injustas, no propondrían tal locura, si fueron ellos quienes tuvieran que vivir con lo pretenden pagar y con la precariedad e inseguridad del mercado que ofrecen. O los purpurados que pontifican sobre como los demás deben pensar, vivir o follar, no soltarían sus salvajes majaderías, si supieran qué es criar un bebe, estar embarazada, necesitar células madres, como funciona un condón, amar a alguien o vivir en pareja.
A veces siento tentaciones de diseñar teorías de conspiración global. No de la banca y los ricos del mundo unidos, teorizando sobre una crisis que es más bien un desbarajuste de su sistema financiero, que eso no es una teoría sino una realidad igual de grande que el piano y la mierda de antes, no, no es eso. Sino conspiraciones como, por ejemplo, que a ver si todas las tontadas que se oyen por ahí son consecuencias de atiborrarse de maíz transgénico en plan Monsanto. Como si el mal día que todos y todas podemos tener de vez en cuando (menos algunos contertulios y secretarios generales conservadores que el mal día lo tienen siempre) sea más bien que nos hemos zampado en la ensalada una lata de maíz sin etiqueta sobre si es o no basura transgénica y que nos pone la cabeza mala. No sé, como una gran contradicción, algo así como la de Rajoy con el aborto que ahora pugna por dejar la ley española como está a pesar de que cuando fue aprobada en tiempos de Felipe Gonzalez, su partido se volvió loco de ira, y ahora duda de la capacidad de otros para gobernar quien fue ministro tres veces y vicepresidente una, en tiempos de tragedias, invasiones, trasvases y vergüenzas que han debido borrar de su disco duro. O como cuando Cascos recogía firmas en la calle contra el divorcio, aliado una vez más con lo más reaccionario de la iglesia, y ahora acumula una gran práctica en la misma ley que combatió. O la indigna postura de Trillo, dando lecciones de moral, cuando consiente que sus ayudantes en su época de ministro sean juzgados en el caso Yak cuando él ni ha pedido perdón ni ha reconocido su fatal actitud responsable de varias muertes. Quizá es que los de Greenpeace deberían incluirlos en su catálogo de transgenia peligrosa porque su vergüenza (caso de que la tengan) ha sido contaminada por el famoso maíz. ¿Será también el maíz transgénico la causa de las tragaderas del “Ala Par de la Casa Pignatelli” con La Muela, los dudosos inversores de los casinos monegrinos, y el guardaespaldas elevado a asistente personal del consejero Boné? Aragón es la región española que más transgénicos cultiva según datos ministeriales, 31.857 hectáreas de las 79.269 que hay en España. Y a mí me da que este guardaespaldas sabe algo sobre economía que el resto de los mortales que no sean banqueros o Pinilla no sabemos: ¿cómo asumir con un sueldecillo una hipoteca de 500.000 euros?
Menos mal que mi amplia perspectiva me hace celebrar con alborozo los trabajos del doctor Carlos Martín y su equipo de la Universidad de Zaragoza por los excelentes resultados que han obtenido con la vacuna de la tuberculosis. Cito textualmente a la Fundación Ecología y Desarrollo y a UNICEF: “Las enfermedades de la Pobreza, tuberculosis, SIDA y malaria siguen siendo, entre las enfermedades infecciosas curables, la principal causa de mortalidad en el planeta”.
Ah! y Feliz Treinta Cumpleaños a la compañía teatral PAI. A felicitar a la II República no llegó a tiempo esta columnita, pero estaba en mis pensamientos.