
Juliette sale en libertad después de pasar quince años en la cárcel, condenada por un delito no desvelado. Y, mucho más importante, tampoco desvela las razones, el modo y el momento en que lo cometió. Su familia la ha repudiado y, ahora, su hermana menor, Lea, con la que apenas llegó a convivir, la acoge en su casa de Nancy, donde vive con su marido Luc y dos hijas adoptivas. La convivencia no es facil porque Juliette parece perdida en sí misma y su cuñado no la quiere aunque las niñas se muestren encantadas con su tía desconocida, y no encuentra trabajo a pesar de su título y experiencia como médica. La casa es grande y siempre está llena de amigos. Michel, compañero de trabajo de Léa y seductor empedernido, y una pareja de inmigrantes, Samir y Kaisha, ayudan a Juliette a volver a una vida normal. Léa descubre cuánto echaba de menos a su hermana y la tremenda deuda que cree tener con ella. Poco a poco, las hermanas recuperan la confianza mutua para superar los secretos y las palabras no pronunciadas que contribuyeron a alejarlas la una de la otra. Y Juliette acaba contando qué hizo y porque abriendo un debate social muy necesario hoy en Europa (más en España).
Sobría, intensa, reflexiva y humana como las novelas de este escritor imprescindible, autor de El informe Brodeck, La nieta del señor Lhi y Almas Grises (todas en Salamandra), la película es una de las mejores vistas en los últimos años y con una de las mejores interpretaciones de la década en las maneras de su protagonista, Kristin Scott Thomas. Toda una demostración de como la materia humana cotidiana puede ser parte del mejor cine sin recurrir a ideas fáciles y efectos especiales destructivos, y con el ritmo que décadas atrás nos enseñó el mejor cine francés.
Toda la angustia vital sin asomo de arrepentimiento, pero llena de dolor inolvidable, se va dosificando en la película para que en cada minuto caiga por su propio peso la erronea imagen y el juicio de valor inconsciente que nos hemos hecho de Juliette y de su actitud ante la vida.
En una delicada y breve escena de la película, Juliette está sentada en el banco de un parque leyendo un libro, luego nos contará que en la carcel fueron su "barrera frente al mundo" que la acusaba y la incomprendía por mero prejuicio y desconocimiento.
Porque uno de los grandes errores humanos que nos lleva a la incomunicación es juzgar a los demás, y hacerlo con nuestros propios parámetros e ideas preconcebidas como si nuestro personal estilo de vida fuera el único posible. En el trascurso de una cena con amigos y amigas de su hermana y su cuñado, Juliette guarda silencio ante las insistentes preguntas sobre sus quince años desaparecida en los que nadie supo que Léa tenía una hermana mayor. Léa y su marido intentar frenar la conversación pero un amigo insistente no les escucha. Al final, tras largos minutos de silencio, Juliette dice sonriendo la verdad. Y nadie le cree. Acaban de contar el mejor chiste de la noche. Porque cuando los demás muestran en la vida mayores convicciones, más valor y fuertes decisiones, entonces, es que no están bien.
Al final, gracias a la proverbial e involuntaria participación de sus sobrinas y su curiosidad, sabremos por cuanto amor cometió ese delito que quizá, un día, no sea tal, sino una consecuencia lógica de la ciencia, el progreso y la compasión bien entendida, y por qué ha guardado silencio tanto tiempo.
Aqui tienes un trailer doblado al español. Pero si te atreves con subitútulos o hablas francés, busca la versión orignal. Merece la pena.