Ha vencido el capital y han perdido, ridiculamente, los gobiernos. Queda la lucha sindical que solo puede prosperar si los sindicatos de todos los países afectados por la marcha de Opel trabajan unidos.
Los gobiernos se han lanzado a una estúpida guerra de ofrecimientos de ayudas públicas a Magna para que deje en sus ciudades las plantas sin más estrategia política ó económica que la subvención, en una carrera que encabezan España y Belgica. Se hacen declaraciones tontas y se esgrimen secretas estrategias en las que el Vicepresidente Biel empieza a hablar con el mismo tono delirante que usaba para el fenecido cuento de Gran Scala, Zapatero mirando al horizonte, el ministro de trabajo reposando, Rajoy y Rudi en su papel de oposición sanguinaria y la presidenta de Alemania, Angela Merkel, violando la esencia de la UE para levantar sus plantas del único modo en que ha sabido: ayudando a hundir las situadas en otros países. Y Magna, dejándose querer, esperando los regalos de sus pretendientes más generosos o, quizá, mas dominables.
Entonces, ¿Quien manda aquí? ¿Los gobiernos elegidos o los verdaderos dueños del mundo?
Hago preguntas ingenuas, es verdad, siempre han mandado los mismos , y eran falsos gemidos de impotencia eso de reformar el capitalismo, limar sus excesos y atemperar sus deslices y su natural tendencia a montar desastres y desmontar legislaciones. Nadie quiere señalar a los verdaderos culpables de la crisis y apartarlos del camino. Al final, los gobiernos solo saben recurrir a las mismas trampas del capital pero sin su libertad, olvidando que la política tiene muchos más instrumentos para actuar y más legítimos. Es el curioso modo de entender la libertad en virtud de cuanto tengas en la cartera y cuales sean tus límites éticos para tener más. Libertad de mercado lo llaman.
Pongo un ejemplo: intervengamos Opel. No sólo avalar y apoyar, sino intervenir. Y, de este modo, configurar una marca europea de control público que asegure el mantenimiento de los máximos empleos posibles y, en consecuencia, de las pequeñas empresas auxiliares, de las que vive medio Aragón.
Control público no tiene por que ser sinónimo de empresa estatal, no se me confundan. Y ni siquiera es una idea muy original. Hasta mi querido Obama metió mano en el desconcierto generado por los impresentables que han hundido GM y su gobierno es el dueño del 70% de la empresa, interviniendo públicamente en la gran multinacional cuando los republicanos ni siquiera le han dejado intervenir en las primas de los gestores de capital y el diseño de nuevos productos financieros de riesgos. Qué cosas, la meca del capitalismo salvaje depredador interviene una empresa multinacional.
Así que no me digan que en la Europa de la UE y el pretendido estado del bienestar no se puede ejercer un control público de una nueva Opel Europa en cuyo consejo de administración se escuchen las voces de gobiernos regionales y nacionales implicados, sindicatos y de cuantas fuerzas públicas tengan algo que decir en los territorios donde haya una planta. Entremos como socios inversores, ejerzamos el control público para su salvamento y hagamos que desarrollen planes de investigación de nuevos sistemas de almacenamiento y reutilización de la energía.
Los gobiernos han exhibido una incapacidad y una desunión europea que, quizá, los trabajadores sindicados contrarresten ahora.
Publicado en el Periódico de Aragón el 25.09.09