sábado, 24 de octubre de 2009

Investigar o no

Aragón, en su afán imitador, también reduce escandalosamente la inversión en I+D. Lo que parece es que no aprendemos la lección, que preferimos seguir perseverando en el error y en el modelo desarrollo de depredador mantenido hasta ahora, que sube como la espuma de una cerveza agitada y cuando baja, te deja chipiao y sin emociones. En efecto real de las hermosas y vitales palabras del presidente Zapatero sobre el comienzo de otro modo de desarrollo ha durado aún menos. Íbamos, por ´fin, ha abandonar el ladrillo como motor y sostén de la economía y poner coto a las locuras bancarias, a buscar en las energías renovables, la ciencia, el bienestar sostenible y el desarrollo de otros sectores productivos limpios y constantes el nuevo modo de ser de la economía española. Pero no es así. Eran palabrerías.
Como decís estos días en el que fuera Director General de Investigación del Gobierno de Aragón entre 2003 y 2007, Jesús Santamaría, un canario enamorado de la ciencia y la tierra en la que lleva años viviendo, "la investigación es una bicicleta, debes llevar una velocidad mínima porque si no, te caes". Nosotros hemos dado de repente al freno delantero sin presionar el trasero, y nos estamos metiendo un porrazo de lujo.
Fue precisamente, con la presencia de Santamaría entre otros, y de un reducido pero ilusionado equipo de personas de ciencia en los tiempos de Ángela Abós como Consejera de Ciencia y Tecnología, en un departamento criado y diseñado por Alberto Larraz y María Teresa Verde, cuando despegó la investigación y lo que aún llamamos I+D en Aragón. De los pañales a los gateos, y de los gateos a la bici con ruedas laterales de apoyo, la investigación y el desarrollo científico conoció un aumento de las ganas, la confianza y el presupuesto que no nos pusieron al nivel de otras comunidades ni de la media del estado pero que nos situaron en un punto de decencia. Del 0´7% al 0´91%, que parece poco (pudo ser mejor, desde luego) pero que supuso un aumento de un 30% del PIB aragonés, mayor que la media española y que dio vida a varios centros y laboratorios de investigación y a varios equipos. En el símil de la bici, no se podía manejar una bici de montaña cuando todavía teníamos algunos problemas con la de paseo.
Pero ahora, eso se puede venir abajo. En el Pignatelli dirán que no, pero es que si, si coges una calculadora y restas los descuentos en el próximo presupuesto.
Hay que ajustar en época de crisis, dicen, para asegurar los servicios sociales públicos. Si, por supuesto, a nadie que no sea Rajoy se le ocurre decir lo contrario, pero sin tocar los fundamentos del nuevo modelo de desarrollo: las renovables, la ciencia y la investigación. Porque entonces, la marcha de proyectos que nos habían colocado en un puesto decente entre quienes investigan, las patentes, los becarios precarios y los equipos de investigación quedaran reducidos a la minimísima expresión cercana a la que tenían cuando empezábamos a financiar la I+D y pensábamos en no parar nunca y en pedalear un poco mejor cada vez y soñar, quizá, con correr el Tour aunque fuera en el pelotón.
Investigar es desarrollarse, la I+D da empleo, bienestar y esperanza a quien cree en el esfuerzo y el desarrollo intelectual. Pero a mí, me da la sensación de que, en realidad, casi nadie se lo ha creído. No la derecha que se escojonó de la propuesta, no el gobierno, el de Marcelino y el de Zapatero, que han volatilizado los presupuestos de investigación, y no mucha gente que no alcanza a saber como se hace país con bienestar, salud, educación y libertades y con una seria apuesta por la investigación y el futuro.
¿No será que, en el fondo, hay mucha gente deseosa de volver a cagarla con el ladrillo y los sueños a gran escala? Especuladores, gobiernos y población que, unos conscientemente y otros inconscientemente, se aliaron para hacer crecer una burbuja que no reventó en la cara y de cuyas heridas aún sangraremos mucho tiempo.
Publicado en El Periódico de Aragón el 23.10.09