viernes, 28 de mayo de 2010

¿Hablamos de ahorro?

En esto de los planes de ahorro público, ¿hablamos de los impuestos urbanos que no paga la iglesia católica y de la asignación multimillonaria de fondos públicos que percibe, al margen de los presupuestos de acción social de mi casilla de la declaración como autónomo que van a sus oenegés? ¿Hablamos de los impuestos que podríamos cobrar a la banca por sus cajeros automáticos para asimilarlos a los que si pagan terrazas y escaparates? ¿Hablamos de los abusos de las prejubilaciones que mantienen en la inacción o en la economía sumergida a tantos trabajadores útiles? ¿Hablamos de la asignación económica a la monarquía, no publicada en el Parlamento, y de los hermanos y cuñados griegos y búlgaros mantenidos expulsados por sus democracias? ¿Hablamos de gastos militares? ¿Hablamos de la segunda actividad de las fuerzas de seguridad locales y del estado, aplicadas a agentes con cierta relativa edad, y que no tiene asignadas funciones reales y no trabajan? ¿Hablamos de los consejeros de las cajas de ahorro en proceso de fusión, eliminación, privatización o absorción que están negociando blindajes, pensiones y jubilaciones millonarias para salvarse ellos y su patrimonio de la quema? ¿Hablamos de la estupidez de eliminar el impuesto de patrimonio que, en el primer año en que no fue cobrado por el estado, equivalía al coste de la aplicación de la primera fase de la Ley de la Dependencia? ¿Hablamos de las comisiones bancarias que te cobran por lo que deberían ser servicios gratuitos por hacer negocio con tus ahorros y tus nóminas de mierda? ¿Hablamos del dinero negro que se blanquearía solo eliminando de la circulación los billetes de 500 euros? ¿Hablamos de la caja B de tantas empresas y profesionales, médicos privados y abogados a la cabeza?
Y, ya que estamos y, sobre todas las cosas, ¿hablamos del dinero insuflado a la banca privada, en un país que ha renunciado a tener banca pública, para apañar sus desmanes y que sólo ha servido para mantener a flote a los culpables de la crisis que siguen siendo quienes no arriman al hombro cuando vienen mal dadas?
En todos los discursos de la derecha, los medios de comunicación con intereses no confesados, el colectivo Zaragoza critica, e incluso algunos responsables de la función pública de mi propio sindicato, solo oigo propuestas de ahorro menores, más cerca de la demagogia que de la eficacia: supresión de comidas, asesores, eliminación de ministerios o consejerías, o la renuncia de la ciudad a los proyectos de 2014 y 2016 (las olimpiadas es otro cantar medioambiental), como si estos no fueran una fuente de empleo y desarrollo. En el fondo son propuestas para adelgazar el estado, que es adelgazar aún más la protección social que, en el fondo, es engordar el interés individual privado de tres o cuatro.
El debate sobre el ahorro público es un debate sobre modelos sociales, y hasta de sistema político, y un revolcón a nuestro modus vivendi que no puede hacerse desde la defensa del interés personal, sino desde una perspectiva global. Y eso nunca lo oiremos de boca de la derecha ni de la mayoría de sus señorías (mayoría no son todos), porque están interesado en su cuota de poder y no en un proyecto democrático de país o de ciudad. El resto ¿de verdad queremos hablar sinceramente sobre eso?
Publicada en el Periódico de Aragón el 29 de mayo de 2010