sábado, 31 de julio de 2010

Mr. Nobody, una obra maestra sobre opciones en la vida


He visto una obra maestra en el cine. Una sucesión de imágenes hipnóticas, de una tremenda belleza y una profundidad únicas, con las que la ciencia ficción da un paso en el cine para contar una historia humana e invitar a una reflexión vital en un intenso puzzle. Un ejercicio biográfico, un catálogo de modos de narrar. Un ejemplo de vitalidad en el cine, lejos de historias fáciles, banalidades del imperio y presunciones de artistas con ínfulas. He pasado las mejores dos horas en el cine en muchos años con una producción impecable y una sensibilidad desbordante que también permite sonreír. Se llama Mr Nobody, las vidas posibles de un niño y un hombre que sólo dependen de un par de grandes decisiones y de unas cuantas fáciles que tomamos todos los días. Incluso de aparentes casualidades pero que no dejan de ser causa, a la vez que consecuencia, de acciones posteriores. Y ninguna es mejor o peor que las otras, tan sólo (que no es poco), distintas.
La película parte de la decisión de un niño de marcharse con su padre o con su madre cuando estos se separan y el repaso de las opciones reales en ambas decisiones, narradas por él mismo cuando tiene 118 años y es el último mortal de la tierra y se niega a morir.
Pero es tan poética y onírica que todo parece el juego mental de un niño, y luego un joven sensible y soñador, que imagina cada segundo mil cosas imposibles o cotidianas que le pasarían si.... fuera a Marte, quisiera más a su padre que su madre, se estrellara con una moto, se enamorara de algunas de su vecinas, se cayera al mar en su coche, le dijera que si o que no la chica a la que ama, lloviera, naciéramos otro día, saliéramos a bailar o nos sentáramos a esperar en un banco del parque.
Es a la vez una historia de amor y una reveladora reflexión sincera sobre un modo de vivir y enfrentar el siglo, sobre el optimismo y el amor, la entrega y, sobre todo, a mi modo de ver, la conciencia de lo que somos y lo que deseamos y el precio que se paga por ello. Y una apuesta radical por la belleza y la decisión, y esa conciencia permanente de lo que hacemos en todo momento y porqué. Y sobre las opciones que abren caminos nuevos y cierran otros porque vivir es decidir.
A veces confusa, siempre fascinante y ambiciosa, impactante y pretendidamente modélica en sus diseño y su producción.
Mr. Nodody es una producción franco-belga-canadiense, dirigida por el belga Jacob van Dormael, e interpretada brillantemente por Jared Leto, Diane Kruger y Sarah Polley

Pincha aquí para ver el trailer en versión original:
http://www.youtube.com/watch?v=oU_aIfityBQ
Tienes la peli en castellano en los cines, y el original en:

Muerte por carbón

Se puede alargar ficticiamente la vida de un cuerpo enfermo, sabiendo que la curación es imposible, multiplicando a la vez su sufrimiento en una legítima pero irracional operación de ceguera autoimpuesta. Pero al final, la muerte es segura. No estoy hablando de la eutanasia de uno mismo, para mí un derecho esencial, que eso se lo dejo a los curas que parecen saberlo todo de la vida, la muerte y el amor, aunque sea de oídas. Hablo del drama minero de las cuencas turolenses y de la situación de la Central Térmica de Andorra y de la tila que suministran a un agonizante.
En 2009, según datos del propio gobierno, la actividad de la central andorrana sólo fue del 38 % de la que había tenido dos años antes. Y bajando, porque en 2010, apenas ha trabajado. La propia autorización del Ministerio de Industria para construir un nuevo almacén para acumular el excedente de carbón ya extraído y sin salida en el mercado, es una demostración de que el futuro de las minas de carbón en España, incluidas las andorranas, tiene un color más negro que las tripas de las propias minas. No es una metáfora fácil y de mal gusto. Es una realidad confirmada por la propia acumulación de carbón sin salida y por la posición de la propia Unión Europea que ya ha dicho que las minas europeas deficitarias, y Andorra lo es en grado sumo, deben ser cerradas antes del 15 de octubre de 2014. Y eso no lo va a parar nadie. Solo tendrán ayudas públicas si hay un plan de cierre.
Urge un plan alternativo de empleo, más allá del lento y confuso Plan Miner, que tenga en cuenta la formación de los hombres y mujeres que hoy trabajan para la central y de quienes aún no trabajan en nada, y un plan real de futuro para la comarca. Y solo se me ocurre, perdonad la temeridad, uno que se centre en el medioambiente como yacimiento de empleo y fuente de riqueza.
Porque esa es la razón verdadera del fin de la actividad minera: “La central térmica de Andorra, que ha emitido a lo largo de su historia enormes cantidades de óxidos de nitrógeno y de azufre, causantes de la lluvia ácida, emite casi tres veces más CO2 , por unidad de energía eléctrica producida, que otros sistemas energéticos no renovables. En solo un año de pleno funcionamiento, como en el 2007, la central andorrana emitió cerca de 6´8 millones de toneladas de CO2, un 29´8 % de las emisiones aragonesas de ese año” como recuerda Ecologistas en Acción. La crisis de la minería es estructural. Las nuevas centrales térmicas de ciclo combinado, a gas, y la energía eólica para generar electricidad, son más competitivas. El carbón subvencionado ya no sirve. La independencia energética de un país, o de la UE, la lucha contra el cambio climático y la creación de empleo está hoy en las energías renovables.
Alargar la agonía de la central de Andorra y no elaborar un plan inmediato es engañar a los trabajadores y a los habitantes de la zona, y enmascarar un serio problema que trasciende Andorra, Aragón y España. El Gobierno de España sigue aprobando ayudas, pero estas son el último pan duro del que mañana morirá de hambre sin un proyecto de futuro realista. Andorra era la mina y la mina era Andorra, pero hace mucho que ese binomio dejó de ser real. Hoy las comarcas mineras necesitan de un plan real específico, enmarcado en un plan nacional de abandono del carbón y la apuesta por las energías renovables. El drama recuerda demasiado la improvisación y la tardanza que ya sufrió la siderurgia.
Porque la tierra gira y el mundo se mueve, aunque algunas mentes y poltronas sufren de un inmenso reúma.
Publicada en El Periódico de Aragón el 31/07/10

martes, 20 de julio de 2010

El futuro que viene, según Margaret Atwood


Es una novela de anticipación y desastres. Un mundo futurible tras una hecatombe perpetrada por los humanos y el sistema en el que vivían. Y no, no es En la carretera, la magnifica, breve e intensísima novela de Cormac McCarthy. Es El Año del Diluvio (The Year of the Flood) Bruguera 2010, de mi admirada Margaret Atwood, una autora canadiense, fresca y profunda que teoriza en la ficción sobre el año 2025 tras lo que llama el Diluvio Seco, una pandemia atroz provocada que arrasó el mundo conocido, y los años que le precedieron.
El mundo ya era irrespirable. El poder global ha sido entregado a Las Corporaciones, un entramado de grandes grupos empresariales privados que se guían por la lógica del beneficio y que prometieron eficacia y seguridad (no se si os suena la promesa retorcida y falaz que atruena ya en nuestras orejas) y se hicieron con todo el poder y el control de todo pensamiento y la gestión de todo lo que provoca beneficios. Así el mundo quedó dividido: la gente de las corporaciones y la gente sin nada y en el centro de una brutal violencia básica física. En medio, los que soportan la ficción de un equilibrio precario y creen creer los mensajes oficiales y el discurso de la industria farmaceutica. Hay una guerra declarada entre multitud de sectas y religiones en un sistema que habla de la libertad y el respeto a toda creencia. Y los barrios se separan por mafias, guerrillas, bandas y muros, tan inútiles como brutales. Se vive en la opulencia, la miseria y la corrupción, y el deseo de mejorar y el de la posibilidad de progreso ha quedado proscrito en la mente humana. El consumo triunfa pero no hay para todos. Ni siquiera para que el planeta se equilibre a sí mismo.

Su prosa es limpia, nada desasosegante pese a narra con crudeza la subsistencia básica, la aparición de nuevos seres creados tras el triunfo del poder tecnológico y el desastre ambiental. Y la cuentan dos mujeres, Toby y Ren, supervivientes del desastre, con biografías distintas, ambas interesadas ex miembros de Los Jardineros de Dios tras vidas de explotación, y ambas a punto de empezar a vivir una vida nueva.
Resulta muy desoladora su creíble proximidad con un futuro desasosegante tras la crisis ecológica y financiera que empieza por asumir, por vez primera en la historia, que las siguientes generaciones no vivirán menor que las presentes. Una profunda reflexión sobre nuestro modo de vida primermundista y las consecuencias de ello en todo el globo.

No es un best seller (en el peor sentido del término, aunque compatible perfectamente con la calidad). Es un novela de política ficción anticipativa en manos de una narradora excelente y una poetisa fantástica. Y tiene la portada más horrible del mundo.
De la misma autora y en otros registros: El asesino ciego, Oryx y Crake o El cuento de la criada.

viernes, 16 de julio de 2010

La cultura nos hace ricos

La industria cultural representa hoy el 3´2% del PIB, con cifras casi exactas en Aragón, descompensadas por tener la primera industria en la automoción y la segunda en el Edificio Pignatelli, y que ha crecido en 2009 pese a la crisis y a los datos negativos aportados por el cine y la industria fonográfica. Este es un sector apenas subvencionado, a pesar de la maledicencia popular y la demagogia rancia y conservadora que ve fantasmas en la cultura y el pensamiento. Incluye a artistas escénicos, escritores, músicos, guionistas, diseñadoras de ropa, interior y gráficos, publicistas, y gestores como cara visible, pero arrastra a miles de trabajadoras y trabajadores en gestión, transporte, seguridad, confección, producción, comunicación, seguros, madera, arquitectura, cámaras y eléctricos, enseñanza, impresión y fabricación de venta de multitud de elementos físicos: sonido, imagen, instrumentos, papel, librería o ferias y que, sumados, son mas que la plantilla OPEL.

Es un sector fundamental por razones económicas, sociológicas, urbanísticas, turísticas y espirituales. La cultura mueve dinero, genera profundas transformaciones sociológicas en los territorios donde se aplica como una herramienta seria de cambio, renueva distritos y poblaciones, y ayuda a generar una nueva percepción de uno mismo y de su territorio. La identidad que la cultura puede generar y proyectar fuera (Cataluña no sería lo que es sin el BarÇa, ni EE.UU sin Hollywood, su industria más subvencionada), puede suponer los mas activos polos de atracción turística. Y hace más feliz a la gente, que, al fin y al cabo, debería ser el objetivo último de cualquier cosa que emprendamos.

En la triple crisis que vivimos: ambiental, económica y de desequilibrio social, el vivero de la industria cultural podría colaborar en la solución: otro modo de pensar, otras prioridades. Por eso muchos colaboramos con el proyecto para la Capitalidad Europea de la Cultura de 2016 en Zaragoza con tanta ilusión, y en el impulso del nuevo modelo de cultura sostenible que promueve.

Pero hace falta que sigan creciendo las voluntades y los apoyos. Doy por hecho que implicarse emocionalmente con esta apuesta es fácil, ilusionante y práctico, al menos tanto como seguir a La Roja. Aunque eso exija pasar a la acción, e impulsar cambios sustanciales en las prácticas políticas culturales y en los hábitos de los públicos, mientras en lo otro basta con sumarse a la marea viendo la tele. Si pusieron banderas, pongamos logos en las ventanas. Ambos tienen el mismo efecto práctico: ninguno. Pero ambos también un gran valor emocional al extender la energía en forma de deseo. Y los efectos de un nuevo modelo cultural sostenible en la ciudad y sus barrios y otros territorios, son visibles directamente: mayor calidad de vida, transformación de la ciudad, creación de empleo, impulso a las industrias culturales, influencia sobre Europa, nueva conciencia de la Unión Europea, proyección del patrimonio y un perfecto instrumento para la convivencia y el conocimiento mutuo. Dentro y fuera de Zaragoza.

Y no, no es un evento. Es un proyecto y un proceso que ya ha empezado a sembrar nuevas semillas en el brillante, activo, generoso y creciente mundo cultural zaragozano para hacer de Zaragoza “una ciudad culta en vez de una ciudad de culturetas” en las reveladoras palabras del músico y promotor Sergio Vinadé.

Algunos queremos. Y todos lo vamos a conseguir.

Publicado en El Periódico de Aragón

Foto: Cabaret de caricia y puntapie, de la magnífica compañía aragonesa Premio Max 2010, Gato Negro Teatro