martes, 15 de noviembre de 2011

Malditos tecnócratas

Un tecnócrata es aquel (aún hay pocas aquellas) que supuestamente ejerce una enorme influencia técnica en la toma de decisiones o que dirige una organización sólo desde el punto de vista técnico sin dejarse influir por más razones. Eso han decidido para Grecia e Italia, y para los que vendrán, para el Banco Europeo y para buscar salidas a esto que llaman crisis generada por los mercados y de la que los mercados no nos dejan salir, los mismos mercados.
Pero hay tanta falacia en la definición cómo peligro en la decisión. Asumirlas es como aceptar que los técnicos son asépticos, que las canciones no tienen mensaje, que las personas pueden ser apolíticas (aunque sean apartidistas), o que la tele es buena o mala. Es aceptar que no hay contexto, circunstancias ni opciones. O que los tecnócratas, que es en lo que estamos, no tienen ideología y que por tanto sus decisiones no tendrán origen ni implicaciones políticas. Y esos es como querer respirar cuando estás muerto.
La tecnocracia implica de por sí una ideología muy conservadora y neoliberal. No entiende de implicaciones humanas, sólo ve números y responde al deseo de los mercados de quitarse del medio todo eso que les ha condicionado durante décadas gracias a la política: pensiones, coberturas sociales, políticas de protección, políticas ambientales, políticas de integración e igualdad, respeto a las opiniones y la disensión, estado del bienestar, concepto humano y humanista de la producción y los productores, intereses cívicos y territoriales, reparto de la riqueza, igualdad de oportunidades o carácter social de la cultura y la cultura misma que no puede comprarse. Intereses humanos sería un buen resumen.
Es decir, los tecnócratas se llevan todo eso por delante porque “sólo” ven técnicamente lo que hay que hacer y lo hacen. La nueva cara del fascismo que pasa por la fe neoliberal de la economía y el capitalismo.
¿No son estos tecnócratas en sus viejos puestos los que se han llevado por delante el mundo?