domingo, 23 de diciembre de 2012

Robar*



Los verbos se han hecho para ser empleados, los significados de las palabras no solo los marca la RAE sino también el uso popular y uno está muy harto de ver y oír como se inventan cada días discursos viejos basados en mentiras nuevas desde el poder para justificar lo éticamente injustificable (al menos en la ética democrática puesto que las demás éticas si las hubiera me importan un rábano).
Transferir recursos públicos que deberían ser dedicados a una escuela igual y de calidad  para todos y todas a la escuela privada es robar lo público para repartir en privado como si lo privado nos sirviera a todos. Los despidos en masa potenciados por la Reforma Laboral y la sustitución de trabajadores con derechos por nuevos empleados precarios es robar. Privatizar servicios públicos y sanitarios o recortarlos es robar el fruto de un esfuerzo colectivo pagado con impuestos que primero sirvieron para generarlos, luego para privatizarlos y mañana para rescatarlos otra vez con los impuestos de todos. O sea, robar. Sostener Bankia con Rato en la calle y Caja3 con seiscientos despidos es robar. Privatizar los laboratorios sanitarios aragoneses es robar. El repago es pagar dos veces. Y si eso pasa en un bar o en un taxi, todos exclamamos ¡me estás robando! Pero si el robo viene envuelto en decreto ley o decreto gubernamental entonces no, entonces las florituras dialécticas, la elegancia parlamentaria o el titular de primera página lo llaman reformar, ahorrar o copagar. Pero es robar.
Para reconvertir el mensaje  y el verdadero valor del discurso están los responsables de comunicación, los medios afines, las campañas institucionales y, en el fondo del asunto, una extraña pero comprensible necesidad de que nos digan cosas bonitas, de que nos consuelen y nos animen aunque sea con mentiras obvias o un anuncio de jamones, para poder seguir adelante, para levantarte cada día, ir a trabajar o buscar trabajo y autoengañarte después de toda tu vida pagando impuestos, trabajando barato, consumiendo y creyendo que las cosas estaban bien.
Es el (falso pero fácil) intento de salida de un trauma colectivo sobrevenido al tomar conciencia de que estamos en un agujero tremendo del que todos somos culpables. Y esas son otras dos mentiras gordas: ni es una salida ni es por culpa de todos.
Y sí, estoy enfadado. E indignado. Las mayorías parlamentarias no dan derecho a perpetrar políticas de destrucción sin atender a quejas y razones. Sin hablar, sin escuchar, sin dialogar.
Desplumar un país, podar la escuela, regalar costas y hospitales, paralizar la generación de infraestructuras esenciales para financiar caprichos aeronáuticos y prejuicios vaticanos, rescatar los bancos mientras otros buscan en contenedores y duermen en cajeros, gravar la cultura y convertir los juzgados en cobradores de multas preventivas es robar.
“¿Cree que nos gusta hacer esto? Que más querríamos que poder hacer otra cosa” dicen sus señorías azules en Las Cortes y claman el Presidente y la Presidenta. Sí lo creo, sabéis perfectamente qué y por qué lo estáis haciendo. Pero no lo llaméis España ni Aragón.
*Publicado en El Periódico de Aragón el 23/12/2012

viernes, 21 de diciembre de 2012

Libros gratis (y una mierda)

La lectura es fuente de placer y de dolor, origen de la sabiduría, puente a la reflexión, vehículo para la información y alas para la comunicación y el pensamiento. Y nos hace felices como una sana adicción. Pero todo esto ya lo sabéis. No estarías leyendo si no un texto de más de tres lineas y con comas bajo un título tan absurdo como el que lleva éste. Porque los libros son casi todo pero no gratis.
Nunca.
Resultan caros, a veces muy caros, para el nivel económico de la mayoría en España. Y, aunque no les han subido el IVA oficial (sigue en el 4%), les han subido el real: papel, impuestos, combustible, transporte o impresión son más caros, así que el libro también lo es.
Por eso y por un sentido democrático de acceso universal a la cultura se inventaron las bibliotecas. En ellas, los libros no son gratis porque nada lo es, siempre lo paga todo alguien aunque no se vea o se sepa quien, y en este caso son pagados con los recursos de todos y todas. En las bibliotecas los libros son públicos. Ese es su gran valor. Entras, miras, eliges y te lo llevas unos días.
Por eso, la política actual de las instituciones españolas (yo vivo en Aragón y mi gobierno es ridículo, cutre y mezquino en esto y en tantas cosas) es tan dañina. Es más doloroso y tiene peores consecuencias someter la cultura al mercado y recortar en la accesibilidad universal a la cultura que otros recortes de efectos a más corto plazo. De este modo, estamos pidiendo a las masas que consideren el saber y la cultura un privilegio y no un derecho (y un pelín obligación ética diría yo). Lanzamos el mensaje de que leer es ocio fácil, que es un asunto menor y que el libro y la facilidad de alcanzarlos no merecen respeto. Y estamos encareciendo el nivel intelectual del pueblo no comprando libros, no mejorando las bibliotecas y no haciendo más y, ahora, cerrando los sábados.
Este atropello a la razón - así, en verso de rancio tango eterno- es la prueba tangible de que la cultura, los libros y la igualdad de oportunidades les importan una mierda. Repito: una mierda. Una vez más y un poco más alto: LES IMPORTAN UNA MIERDA.
Así que si tu ayuntamiento o tu gobierno te cierran los sábados y los veranos, tú les importas una mierda. Y una mierda de consideración es lo que se merecen.
Yo me hice como soy de muchas maneras: en mi casa (a donde llegaba el Círculo de Lectores), en la calle, el bar, la escuela y la biblioteca del pueblo de mis veranos y los estantes de mi prima universitaria que llenaba con libros de biblioteca pública.
Recortarlas es un gran paso, despreciados gobernantes clasistas insensibles. Un gran paso para la humanidad y para ti hacia atrás. Justo hacia donde está la mierda.

Tres mareas inundan la calle*

*Texto escrito para la protesta de la Marea Blanca, la Marea Naranja y la Marea Verde de Zaragoza del 20 de Diciembre de 2012 en contra de la destrucción de lo público.
 
Seré por cinco minutos el cronista de lo que pasa aquí y ahora. 20 horas y 48 minutos. Tres mareas y la cumbre social de numerosos colectivos ciudadanos inundan la calle. Una marea verde que sale de las escuelas para defender la escuela pública; una blanca que sale de los hospitales para defender el sistema público de salud; y una naranja que sale de los barrios para defender los servicios sociales públicos. Juntos. Juntas.
¿Por qué? Porque es necesario reafirmar los términos igualdad, educación, cultura, salud, justicia, democracia, solidaridad, bienestar y pueblo. Y que no se confunda país con mercado. Esa es la disyuntiva. Queremos un país o queremos un mercado.
Si se quiere un país, se debe fundamentar su futuro en la escuela igualitaria, universal, laica y pública. En la investigación, la tecnología, el desarrollo, el saber, la memoria y el pensamiento. Un país con servicios sanitarios, sociales y educativos igualitarios y universales. No un estado con escuelas para élites dirigentes y escuelas para manufactureros a su servicio y donde se haga negocio con el dolor que es un concepto político pre democrático. Una educación aliada del humanismo y la cultura. Someter la cultura al mercado es la derrota del pensamiento. Si la cultura no importa, entonces, somos un mapa, no un país. Tienen que recordar que los libros, la música, el teatro, el cine… son arte, no ocio sometido al mercado. Y que ha de ser para todos. Se llama accesibilidad universal de la cultura. Y si la abandonamos como derecho y como obligación estamos renunciando a nuestra identidad como colectivo y nuestra esencia como humanos. Necesitamos una educación alejada de las cuentas de resultados, del negocio y de los dogmas religiosos.
A la justicia le han levantado la venda de los ojos para saber a quien se juzga y liberar a unos y condenar a otros en virtud de su filiación y su cuenta corriente. Y después de levantarle la venda le han sacado un ojo, el que mira el servicio, para que mire solo por un lado, el del cobro. Las tasas son multas preventivas. Son el sello identificativo que diferencia categorías de ciudadanos. La santificación de la desigualdad: Si tienes, pasas; si no tienes, tragas. Pero sin libertad e igualdad no hay justicia, y sin igualdad real ante la ley y las estructuras que la imparten no hay democracia.
Todos los sueños, las conquistas, los derechos, la aún lejana igualdad que íbamos construyendo para todos, ha sido volada por eliminación en un proceso histórico que podemos llamar la Revolución de los Ricos. Esta Revolución de los Ricos, en un concepto global y de modo premeditado ha encontrado el momento, la forma y el discurso para terminar con el precario pero fundamental Estado del Bienestar y lograr el fin de la intervención estatal en su mercado que reparte pérdidas pero mantiene la exclusividad de las ganancias. Sus recortes -que llaman reformas-  y sus reformas -que son recortes- han minado este estado del bienestar para que vivamos en un estado del Bienestuvo.
No quieren un país, quieren un mercado, a no ser que crean que país es un trapo coloreado y una cuenta corriente en un banco rescatado por todos y que todos protejamos sus privilegios. El concepto es simple: sociedades que rescatan personas, no personas que rescaten bancos. Eso es robar. Aunque ese concepto si se entienda bien. Lo llaman privatizar, despedir, congelar, recortar, incluso tienen la desvergüenza de llamarlo ahorrar, pero todos sabemos que estamos hablando de robar. Robar lo público para repartírselo en privado. Denostando lo público como si lo privado pudiera servirnos a todos.
Porque esas escuelas, hospitales, servicios o justicia que defendemos en una marea tricolor son nuestros. Nuestros. No estamos ocupando una calle, no nos están regalando nada. Es nuestro. Público. De la gente. Del pueblo, de todos. ¿También tenemos que explicar qué significa “de todos”?  Quienes gobiernan hoy -mañana ya veremos- sólo son los encargados de su gestión. Y si confunden gestión con disolución no tienen solo un problema semántico, tienen un grave problema democrático que les incapacita para representar al pueblo. No a una mayoría silenciosa sino a una ciudadanía consciente de sus derechos. 
Hoy hace 421 años que le cortaron la cabeza a Juan de Lanuza en la pza del Mercado de ZGZ, junto al actual Mercado Central. Día de las libertades de los aragoneses y las aragonesas y de cualquiera que haya decidido vivir aquí aunque no tenga papeles que le avalen. Esta es una amarga metáfora. Porque hoy decapitan al estado autonómico cuestionando las comunidades y la autonomía local, recentralizando las decisiones y obviando la voluntad de las ciudades y su ciudadanía. Porque de eso se trata entonces: de reformar España sin los españoles dentro, de redefinir Aragón sin los aragoneses dentro, de olvidarse del significado de otra palabra: ciudadanía. ¿Ciudadanos un día, súbditos cuatro años?. Necesitan reflexionar sobre el término democracia y recordar que una mayoría parlamentaria no es el permiso para el absolutismo recortador que perpetran.
Somos marea que inunda las calles para defender lo público. Cada gota sumada a otras gotas para derramarse juntas porque no quieren pagar su deuda y su modelo que significan paro, abandono y precariedad.
No decimos nada nuevo, estamos reivindicando lo evidente. Un discurso básico porque lo básico está siendo destruido.
Ellos reman en la disolución contra viento y marea.
Los aquí presentes y las decenas de organizaciones cívicas convocantes, caminamos en la defensa de lo público con cierzo y mareas.
Y cuando la marea viene, viene. No hay quien la pare.
Las 20 h y 53 minutos: Fin de esta crónica de urgencia.

domingo, 9 de diciembre de 2012

Otra vida paralela*

Cuando las instituciones fallan, existe una vía paralela. Frente a las mentiras oficiales, hay una verdad paralela. Frente al robo de recursos y el cierre de servicios, hay una actitud paralela. Y frente a TVE está la red.
Pasa con la vida, cada vez más laica, y un gobierno empeñado en la vuelta a valores nacional católicos hasta el punto de imponer el dogma religioso en la escuela y suprimir a los ateos de la encuestas del CIS. Pasa con el desánimo generalizado y la realidad palpable de una economía desastrosa y el empeño oficial de decir que no estamos tan mal.  La realidad televisiva, el glamur de las series y los platós vespertinos con la calle apurada para subsistir. Con los anuncios de consumo frente al aspecto ruinoso que vamos teniendo. Con el discurso del emprendedor y las normas anti emprendimiento y el abandono de la Universidad como el de un objeto obsoleto. Pasa con el ridículo cotidiano de Rubalcaba y las esperanzas progresistas en la calle que le dan la espalda por minutos mientras esperan una señal. O la sicótica transformación de José Ignacio Wert que pasó de intelectual liberal a obsesivo neo falangista educativo. Pasa con las sonrisas de Rudi y su afirmación enfermiza de que “nunca he creído en el empleo público” y la destrucción del privado o el hecho de que ella nunca haya sabido qué es emprender o montar empresas. La sicosis de Rosa Díez y su desprecio por “la clase política” como si ella fuera fontanera y no llevara 30 años en el cuento. O con las colas para cenar en los comedores sociales y dormir en un albergue cuya atención ya triplica su capacidad y los fastos y exhibiciones del poder a cuenta de sus supuestos esfuerzos. O con los discursos sobre la formación y el abandono del frágil sistema público educativo y la Universidad a favor de la escuela privada enmascarada en la concertación. Y con el retroceso de Teruel pese a los discursos bielístas del insostenible Motorland. Y pasa con la sistemáticamente violada e incumplida Constitución y las tontadas organizadas el pasado jueves para que Rajoy, Rubalcaba y la monarquía celebren un texto histórico al que desprecian cada segundo de su vida política a la que se agarran como lapas.

Sobre cada asunto que pueda proponer o citar, existe una vía paralela de subsistencia y acción: las invisibles y vitales redes de solidaridad entre vecinos, familias y amigos; la economía sumergida, la alternativa y la del trueque; la cultura tuperware, los contenedores, la caridad (la buena y la mala), la solidaridad y el hambre frente a los recortes y expolios; la penumbra domestica frente a las exigencias de las eléctricas; el resurgimiento de la cultura, redes y proyectos alternativos frente a los recortes y el aplastamiento cultural oficial en una sociedad infantilizada intelectualmente; y los ecos en twiter, la blogosfera y los medios alternativos frente a los telediarios.
A la realidad oficial -que ha empezado a ser roída por la paralela como los muebles viejos con termitas- le pasa como a los imperios y los amores: cuando desaparece la idea sobre la que fueron construidos y se forjó su resistencia, se  derrumban.  Un día abrimos el armario –como en Nárnia- salimos de él y un gran león nos está esperando. Y observen, porque frente a las disposiciones y atracos gubernamentales, hay una rebelión paralela. A ver si llega en plan cierzo y avienta unas cuantas cosas.
*Publicado en El Periódico de Aragón el 9 de Diciembre de 2012

domingo, 25 de noviembre de 2012

Por la libre y a pesar*

Aragón ha perdido 14.500 trabajadores autónomos (catorce mil quinientos) --lo pongo en letras como los cheques que firman en la banca para que lo entiendan algunos-- desde el año 2008. La mitad de ellos en el comercio donde las caídas de tiendas y bares (paradigma muy español) son obvias. La otra mitad, en el resto de los sectores: casi 4.000 en la construcción, 902 en el transporte, 1.721 en la industria y 2.920 en la agricultura. Son datos de la Seguridad Social a 31 de octubre de 2012 y que la Unión de Profesionales y Trabajadores Autónomo no se cansa de repetir.
Es verdad que hay datos positivos en las altas de autónomos. En sectores como la hostelería y los servicios. Pero no se hagan muchas ilusiones. Son eso que se llaman "autónomos en fraude de ley" y que se mueven sobre una fina y cortante línea que separa la legalidad de la ilegalidad. Si quieren, que nadan en una confusa y habitualmente injusta alegalidad que también les deja sin derechos: son profesionales y trabajadores con un solo cliente que se niega a contratarles para que sea el trabajador quien asuma los costes y la empresa se libre de las obligaciones.
Según los mismos datos ha habido 2.400 altas de autónomos en servicios. Por esta razón de ambigüedad ética y porque, una vez en paro, la única perspectiva que se te abre es montártelo tú mismo (aunque sea en ese fraude de ley) y recurrir a sectores que si bien exigen formación específica, exigen una mínima inversión económica inicial. La banca boicotea toda iniciativa de emprendimiento (porque la banca es un problema y no un recurso) y porque la normativa española y aragonesa parece hecha para perseguir emprendedores.
No es una tragedia --ese tipo de epítetos deberían reservarse a cosas como la muerte o las guerras-- pero sí es un drama. Y es también una apuesta y una vergüenza. Vergüenza porque es una terrible consecuencia de un modelo económico y una elección política ruinosa que vuelve a atestiguar como las causas que el gobierno defiende no son las de la economía productiva sostenible. Y una apuesta porque ese es justamente el modelo que se busca. Tras palabras y promesas que se llevó el cierzo y bajo los discursos conservados por las hemerotecas y la memoria crítica está la verdad: los autónomos no cabemos en el modelo insostenible que se nos impone.
La abundancia de autónomos reales en un país puede ser la confirmación de su economía sostenible y no especulativa. La realidad española, con un alto grado de formación de sus jóvenes, más de la mitad de ellos en paro, es otra. La banca juega y gana, como en los casinos. Un país parecido a un Monopoly: especulación y acaparación. El Risk: invasión y conquista. El Parchís: casi todo en la suerte. Pero no es un juego. Aunque nuestro Joker particular sea "el peor ministro de economía de la historia" según el Finacial Times y haya sido responsable de Lheman Brothers España en su apuesta por joder el mundo.
Escribía Viginia Woolf en su gran Orlando que "toda pompa se alza sobre la corrupción; que bajo la carne está el esqueleto" queriendo explicar la desazón de un ser inclasificable en un mundo agobiante. A eso se parece hoy un autónomo. Seguramente ahora, habrá un par menos.

* Publicada el 25 de nov de 2012 en El Periódico de Aragón.

domingo, 11 de noviembre de 2012

Cómo se construye (o destruye) un país

La disyuntiva está entre tener un país o tener un mercado. Y estamos perdiendo quienes queremos un país frente a quienes creen en la mitología del mercado libre en una operación muy curiosa y que fija marcos conceptuales muy raros. Porque son justamente los que se llenan la boca de pais y usan las banderas y practican una política de realce de los símbolos, quienes están destruyendo el país de verdad. Bajo sus banderas y su monarquía y su manipulación mediática y sus antidisturbios apaleando estudiantes y sus privatizaciones de lo público, y su reduccionismo cultural y su abandono del arte y su destrucción de la escuela, no hay país.
Sólo un ejemplo. El Gobierno Rudi acaba de decidir dedicar menos de medio millón de euros a la cultura en Aragón. A la vez, dedica 7 millones de euros a la enseñanza de religión en la escuela (sólo en la secundaria hay 109 profesores y profesoras de dogma católico y 5 de evangelista que ya cuestan 2,3 millones de euros, añadan la primaria) y ha denegado 4,9 millones de euros en becas de comedor y de libros en este curso. ¿Hacen la cuenta? ¿Ven cómo el símbolo de su rancia moral está por encima de las necesidades de un país? Hagan un trasvase parecido entre los 20 millones de euros adeudados a la Universidad (para mantenerse donde está, no para mejorar) y la insultante reducción de los presupuestos de investigación o el abandono del bilingüismo en la escuela, y su empeño en esa cosa que llaman Marca España (o Aragón y su logo). ¿Saben cómo otros países forjan su imagen? Alemania en la eficacia. Japón en la tecnología. Francia en su cultura. Suecia en su civismo y en los diseños Ikea. Ya saben, cosas para las que hacen falta escuela, cultura, universidad, investigación y apuesta por lo público. Aunque siempre podemos copiar la alternativa de la Marca Marruecos o la Marca India con la exótica mística de su pobreza para turistas primermundistas.
En Aragón, el gobierno Rudi está logrando cotas de pobreza, desasistencia, abandono escolar y desatención sanitaria a niveles de los 70. El abandono escolar prematuro llega al 22,7% y estamos reduciendo hasta la locura la inversión en educación que en 2011 era de 3´5% del PIB frente a la media europea del 5´4%. Este año hay 130 millones de euros menos. A la escuela le hemos quitado en dos años un 14% de presupuesto. A la cultura en cuatro años, un 80%. A la escuela concertada no, a esa le va mejor. Aumentan nuestros profesionales que se largan. Presentamos los índices españoles más bajos en inversión cultural, energías limpias, investigación y aplicación de I+D+I. Hemos dejado a cero el presupuesto para bibliotecas. Se les llena la boca de emprendimiento a quienes nunca han emprendido nada y dificultan hasta la asfixia su resistencia.
Un país no es un trapo coloreado o una frontera. Habrá que ver qué cualificación laboral, qué nivel de desarrollo y qué hábitos de convivencia tenemos mañana. Y habrá que volver a empezar. Aquella petulante presunción de buena gestora de la candidata en campaña hoy no es más que dejar de invertir y matarnos de inanición. En Edipo rey, de Sófocles, se preguntan: "¿Hay algo que sobreviva al contacto con el poder?" Al contacto de éste todo es derrumbado. Menos la peineta y la demagogia.
*Publicado en El Periódico de Aragón el 11 de noviembre de 2012

domingo, 28 de octubre de 2012

Vida de este chico (y su país)*


Estudiar sería el seguro de su independencia y su bienestar. Su padre no pudo y su madre hubiera seguido pero se enroló en el puesto familiar del mercado gracias al que él estudió. Los puestos vecinos están cerrados. Su hermano quiso reflotar uno pero no encontró un banco “de los que dicen ser buenos” que le prestara.”¿Cómo será el que reconoce ser malo?”. Él se hizo ingeniero. Se llama Pablo. Experto en energía renovable y nuevas oportunidades de la economía sostenible. Las que acaban de ser decapitadas en beneficio de las petroleras y las eléctricas “subvencionadas aunque defiendan a gritos el libre mercado”.
Pablo nació en Delicias. Anda por Madrid de trabajo en trabajo cualificado por 600 €. Compartía piso con un compañero de un proyecto de investigación al que han cortado el presupuesto y que se marchó con lágrimas de ira en los ojos queriendo hacer cómo en las películas: cagarse de verdad en la mesa y pintarrajear mensajes con brochazos de mierda. Pero no lo hizo. Tiene más ética que “los recortadores”. “Investigábamos con menos presupuesto que el dedicado a los toros en la tele” dice.
Los líderes de los grandes partidos y los que manejan la nave de verdad eran y son los mismos, de puesto en puesto de una cúpula petrificada. No los entiende y “ellos a mi tampoco”. Un gran número de parados mayores no tiene formación pero el estado renuncia a invertir en obra pública para agitar la economía. Exige formación pero anula la investigación y encarece la Universidad. Habla de modernidad pero legisla con parámetros preindustriales. Y los jóvenes formados son una carga social y familiar. Marca España. Aragón diseña un logo para mejorar su imagen mientras cierra poco a poco el Aragón real. Pablo dice que ni Buñuel entendería esta forma de surrealismo.
Es fácil ver los principios de las cosas pero no tanto los finales, dice un viejo axioma narrativo. Pero aquí no asumimos que el principio del drama es un modelo político y económico que no sirve. Y que el final puede ser aún más amargo que la más amarga de las predicciones. Pablo se marcha. No de Erasmus porque el estado ya no le ayuda a financiárselo. Sino para quedarse. Un amigo le hace de contacto. Deja un país que le viene dando igual porque él le da igual al país. La épica de patria, la tierra que te vio nacer y epítetos como éstos sólo funcionan en las canciones y los poemas antiguos. Son sustantivos grandilocuentes que no sirven para la vida real. Al final importan los climas sociales, afectivos y políticos. Globalizados como estamos y a pesar de que están rompiendo el viejo sueño de la Europa unida antes de empezar, el clima se encuentra mejor en Islandia, en Suecia, en Brasil. De hecho, “Alemania cuadruplica su apuesta por la energía solar cuando ven el sol diez veces menos que nosotros”, dice Pablo. “A pesar de los minijobs con que Merkel castiga a los jóvenes”. No seré yo quien le contradiga. Que lo hagan la presidenta y el presidente, “que no saben inglés ni francés ni alemán, que no saben qué es la vida real de la mayoría, ni han querido ser emprendedores, ni han tenido que resistir cuando han emprendido, ni van a vivir peor de lo que vivieron sus padres y cuya única bancarrota es la de las estadísticas macroeconómicas. Hablan de oídas. Uno lo hace muy mal y la otra no hace nada. Y también esa nada la hace mal” dice Pablo. Lo de Pablo es hastío. Y no me extraña.
Publicada en El Periódico de Aragón el 28 de Octubre de 2012

sábado, 13 de octubre de 2012

Los tiempos*


El problema no son los horarios, son los tiempos. Los que tenemos, cómo los repartimos, quien lo decide, para qué sirven, y por qué resultan tan cortos.
Discutir de un modo tan limitado cómo se hace sobre el horario de apertura de los comercios, es como mantener el debate de la movilidad urbana pensando sólo en los coches, en lugar de hacerlo también en la prioridad del transporte público asequible, la carga y descarga, las emergencias, las bicis, el ruido, la contaminación, las personas de movilidad reducida y el arbolado. Un punto de vista que le sigue la corriente al interés de unos pocos o una perspectiva que nos mejore la vida. Y si fallamos la perspectiva erramos las conclusiones.
Porque de lo que creo que se trata es de trabajar con nuevos parámetros. El talento y la capacidad para hablar y pensar diferente, mucho más que para discutir bien, es un instrumento muy importante para el cambio cultural. Y en este asunto no se puede discutir sólo sobre si los cambios de horarios afectan para mal y para bien a los comercios pequeños –reflejo de una verdadera economía sostenible- o a las grandes superficies -ocupadas en buena medida por grandes firmas uniformadoras y multinacionales de dudosa calidad laboral-. Se debe discutir sobre qué consumo energético y de qué tipo requiere uno y otro modelo, o una posible y bien medida convivencia de ambos. Qué tipos de transportes y su impacto en el medio ambiente, en el diseño de las ciudades y en su movilidad. Qué nuevas relaciones laborales se generan. Y hasta qué relaciones humanas se establecen. De este modo, veríamos enseguida que no hemos de hablar de horarios comerciales, sino de horarios y distribución de los tiempos.
Quizá las preguntas en esta cuestión deban ser: ¿Cuáles deben ser los horarios de las jornadas laborales, de la escuela, de los comercios y de los servicios públicos básicos? ¿Por qué nos aferramos como si fuera un valor patrimonial positivo a la jornada partida con tanta separación entre la mañana y la tarde? ¿Por qué pasamos tantas horas dedicadas al trabajo y las ideas y venidas? ¿Por qué son más que las que dedican nuestros socios europeos y, sin embargo, nuestros niveles de productividad son menores? ¿Por qué hemos trabajado en 2011 de media 177 horas más que un alemán y nos renta poco y mal? ¿Puedes “disfrutar” de horarios permanentes y festivos en el centro comercial como consumidor, cuando tú prefieres no trabajar en domingo y te revienta que te estiren las jornadas como trabajador? ¿Cómo se crea más y mejor empleo de calidad? ¿Cuánto tiempo podemos y queremos dedicar al cuidado de los demás? ¿Está bien que sometamos a los niños y niñas a una dedicación casi exclusiva al cole, y a la dependencia de abuelas y abuelos, por lo estúpido de nuestros horarios laborales? ¿Cómo repartimos los tiempos?
No creo que tenga ningún sentido discutir al margen del resto de las actividades humanas los horarios de los comercios, o de la escuela o de las fábricas o servicios. Ese es un debate que debiera ser general puesto que cada actividad condiciona las demás y nos pegamos el día haciendo equilibrios entre la vida personal, los niños y la escuela, los trabajos y las distancias, y lo que nos queda del ocio, con un resultado que no creo que nadie pueda calificar de exitoso. Quizá así descubramos que no hay que ampliarlos los horarios sino organizar los tiempos de otro modo. Si pensamos diferente, estamos cambiando paradigmas. Y si cambias un paradigma, estás cambiando el mundo. Lo otro es la lógica de los grandes capitalistas.
* Publicado en El Periódico de Aragón el 14 de Oct. de 2012

Historia de una hoja. Paisajes y jardines.


Plinio el Joven hablaba en sus escritos de sus retiros naturales como “fuente de gozo”, lugares para recibir a sus amigos, escribir sus libros y dedicarse al puro ocio. Era un amante de los jardines y de la versión que en la época tenían de los parques. Su cultura, la romana, es la madre de la nuestra en muchos aspectos y también en el uso de jardines y parques fuimos romanizados.  
La cultura persa generó las palabras gardar y gardinam que hoy se traducen por “cercado” y por “rodeado de” de las que probablemente viene jardín tras múltiples adaptaciones en varias lenguas, de las que surge el garden ingles y el garten alemán. Los primeros gardar fueron seguramente cercas para ganado rodeado de espinos que impidieran su huida. Luego se ensayó el cultivo de vegetales comestibles aprovechando un espacio que debía durar todo el año o, al menos, un par de estaciones, y su “tecnificación” para su mantenimiento, riego y protección, pudo derivar en algo más “bello” pues una de las tendencias naturales de la humanidad es buscar la belleza a la vez que la utilidad, aún siendo capaces del peor horror. El empeño griego en dominar la naturaleza llenó sus paisajes de bustos, estatuas y esculturas donde antes había habido piedras de defensa y protección. Es un esquema que tiende a la perfección formal sin violar (no hubieran sabido como) las necesidades naturales de lo que cultivaban. En el último Canto de la Odisea, Ulises acaba de volver de sus viajes y se reencuentra con su padre Laertes y le dice: “no te falta pericia para cultivar un huerto, pues en este se halla todo muy bien cultivado, y no se ve planta alguna, ni higuera, ni vid, ni olivo, ni peral, ni un cuadro de legumbres, que no lo esté de igual manera”. Ese es su sentido de la perfección sin salirse de lo natural. Ni una solo planta que no esté adaptada al medio. Esa es la  herencia grecolatina que debería haber inspirado nuestros jardines y que no lo hizo.
La cultura árabe, maestra en paisajismo donde las haya, nos deja la palabra Almunia para designar jardines comestibles o huertas cultivadas con belleza y que en Aragón dan nombre a localidades enteras revelando el uso antiguo de sus tierras. Inventa la palabra Carmen (karn), los patios. Su propuesta de jardín es lógica, pensada a veces en términos matemáticos y de proporción, pero maestra en adaptarse al medio, aprovechar el agua, generar sombras, mezclar belleza y alimento y usar los materiales áridos como vegetales. Justo lo contrario de lo que después Rubio y Tudurí, estudioso del género, afirmaba que ocurrió con otras culturas y los excesos del racionalismo en el que “los vegetales se transforman en materiales de construcción estrictos y secos sometidos a un trazado cartesiano”. De los árabes aprenden los huertos medicinales de los monasterios. A los jardines árabes llama Winthuysen “el equilibro entre lo morisco y el arte occidental sin estar reñido con la horticultura”.
En los jardines del Renacimiento no se diferenciaba lo bello de lo cultivado, sus jardines eran comestibles y sus huertos estaban llenos de plantas ornamentales. Ordenado pero con cierta tendencia a lo natural “para ver más allá de lo que existe” en palabras del gran Miguel Ángel.
La cultura china, según los trabajos de Julio Caro Baroja, es la que “en torno al 400 aC de nuestro calendario cultivan una filosofía de paisaje más naturalista, solo bella”. Dice Caro Baroja que “el ojo chino adquirió pronto una capacidad única para percibir y reproducir los movimientos y vibraciones de los ámbitos naturales, mientas que a la par, el ojo del occidental carecía de capacidad en este orden”. Un discurso parecido respecto a parques y jardines refiere Eric Fromm cuando dice que “a diferencia de las culturales tradicionales orientales, la nuestra no considera significativas estas experiencias, ni digna de ser percibidas o valoradas. Es más, éstas sutilezas se suelen tratar duramente y los individuos sensibles aprenden pronto a reprimir y ocultar tales debilidades”.
Los parques que conocemos por aquí sufren a veces de eso. Son hijos del racionalismo en el que deriva el renacimiento y su obsesión geométrica. Hemos aprendido de los franceses y sus “versallismos, y de los ingleses y su aparente mezcla controlada” olvidando que una de las claves para hacer paisajes, jardín o parque, es el dominio absoluto de clima: saber cómo es, cuando, cómo se comporta y que recursos nos ofrece. Qué genera la tierra por sí sola en cada lugar, cuánta agua necesita o qué temperaturas desea cada especie. Cómo se comporta la naturaleza y qué costos tiene violarla. Porque los parques y jardines tienen infinidad de aportes positivos físicos y síquicos para los humanos, pero un parque o jardín mal diseñado tiene también elevados costes y consecuencias negativas para el medio ambiente porque está violando lógicas naturales de las especias animales y vegetales y generando una difícil interacción con el entorno.
La obsesión francesa e inglesa de la que aprenden muchos de nuestros jardines históricos tiene un altísimo coste de mantenimiento que aquí es imposible de mantener porque ninguna de sus especies y formas de evolución se adaptan a nuestro clima.
Los pioneros del paisajismo a principios del siglo XX, como el paisajista y pintor Winthuysen y sus seguidores, generaron tendencias para vincular cualquier idea de paisajismo a las culturas que representaban y al medio donde se localizaban.
Viajeros e intelectuales extranjeros tendrán que venir para decirnos en nuestra casa que nuestros paisajes, a veces áridos, agrestes, secos pero naturales, son bellos. Y que pueden (si no deben) ser modelos para nuestros espacios verdes. Románticos del siglo XIX como Ford o Irving se entusiasman con nuestros paisajes. En ese siglo y el XX, Oliva, Colomer y Rubio y Tudurí crean nueva tendencia para “generar paisajes propios y sembrar las especies del país”. Tudurí afirma que “todo lo que se intente con vegetales exóticos está condenado al fracaso. Es necesario no sólo emplear nuestras propias plantas, sino usarlas y colocarlas en condiciones de cultivo que son peculiares del clima mediterráneo”. Rompen así con la doctrina de Gregorio de los Ríos y Alonso de Herrera que pasan el siglo XVI diciendo que “no hay que plantar árboles de fruta sino árboles de flores que tengan olor y vista” y que la hiedra, los rosales y las parras “no es para jardines sino más propio de granjas”.
Y luego llegó el tiempo en que los jardines y parques de uso privado dejan paso a lo público, y los grandes jardines de los ricos pierden peso para dejárselo a los parques de los pobres, de todos. Los parques son considerados por fin, un derecho de la población, una idea respaldada por la convicción de gestores y arquitectos de que son un instrumento de desarrollo urbano muy importante para ampliar las ciudades, generar áreas de desarrollo y combinar con los transportes públicos. Son cosa de los Ayuntamientos. Los parques, además de lugares vegetales de expansión y relax, son espacios para la cultura, las concentraciones humanas y el deporte aunque no siempre bien gestionadas ni compatibles.
Y en el último tramo del siglo XX son científicos como Eduardo Martinez de Pisón o el paisajista Leandro Silva quienes retoman el discurso del sentido común, el criterio de la sostenibilidad y el ahorro hídrico, y la combinación de paisajes culturales con paisajes naturales. Y hoy, desde Zaragoza, sin consecuencias prácticas todavía, el proyecto Parque Zero, impulsado por el Cluster del Agua formado por la Universidad, el Ayuntamiento, ECODES y varias empresas del sector es quien hace las propuestas más valientes desde el diseño. Diseñar bien para no estar toda la vida corrigiendo.
Una vieja formulación latina habla de buscar el genio del lugar, el exacto paisaje, el exactoel valor y aspecto que está buscando y que será el propio paisaje quien lo diga. Es el Locus Genii. Y, aunque suena a misticismo, no es más que el resultado de la combinación perfecta entre recursos y necesidades que dicta la naturaleza
Hoy se sabe de la xerojardineria: jardines secos pero igualmente bellos. Y en cuanto a los recursos, lo dijo una vez Basilio, uno de los inspectores del Servicio de Parques y Jardines de Zaragoza: “Tenemos poca agua y mala porque es muy calcárea y dura, muy mal suelo porque es calizo y muy básico, un cierzo atronador que reseca más que la falta de lluvia, y demasiado calor en verano y demasiado frío en invierno”. Pues eso.
Publicado en El Periódico de Aragón. Especial Parques. 12 de Oct. 2012

martes, 2 de octubre de 2012

Piénsalo dos veces



Piensa dos veces en adoptar un animal. 
Pero no se te ocurra pensar ni una en abandonarlo después.
Son para siempre.












Foto: Eugénia Sánchez San Pío

domingo, 30 de septiembre de 2012

Mundomiseria


Empezaron a ser grupos ocasionales. Luego colas y ahora colas más largas. Primero ordenadas y autocomprensivas entre sí  y, ahora, enfrentadas por el botín. El botín son restos de comida en las salidas de los supermercados que será lo único que lleven a casa. Lo veo muchas tardes en Delicias y en San José. He conocido a Carmen –nombre real, le queda orgullo- que lleva a sus hijos de lunes a viernes a un comedor social cuando antes iban al comedor escolar, y que almacena céntimos para comprar leche de oferta y pan para el fin de semana de sus hijos. Ella come un bocadillo diario. Pero no sabe si podrá seguir así. Está en la lista de morosos que serán desahuciados.  He conocido a Víctor –nombre ficticio- que ha colocado a sus hijos con la abuela que tira de una pensión de 700 euros. El come en El Carmen y pide el resto del día. He visto a Luis –nombre real- que ha decidido vender costo y maría a incautos con dinero. Nunca ha llegado a trabajar y lo de estudiar ya se acabó. Se llama mundomiseria y no es lo peor.
Lo peor es que este articulíto ni siquiera es original ni puntual. Lo peor es que hubiera servido la semana pasada y servirá durante muchos meses más. Cambiarán los datos para hacerse más crueles, mas generales y antiguos. Y los padres y madres que ven hoy mesas vacías ante sus hijos incorporarán esa maldición como algo cotidiano. Nos acostumbraremos a ver niños apartados en el cole a la hora de comer sin tartera o con la tartera demasiado poco llena. O que simplemente dejen de ir al cole bajo el cuento del sacrificio y el esfuerzo que tanto les gusta al presidente y la presidenta.  Nos acostumbraremos a las colas en las salidas de los supermercados de gente revolviendo contenedores. Las personas en la cincuentena nunca jamás volverán al mercado laboral regulado, deberán sostenerse en el mundomiseria recién descubierto en carne propia, mantenerse en la cuerda floja de la subsistencia con trabajos negros, puntuales, la vida en la calle. Y si alguno de ellos volviera a saber lo que es un empleo o un ingreso más o menos estable y suficiente, nunca volverá a tener una vivienda como la que se quedó el banco y que volverá a vender logrando dos veces su rentabilidad, porque a su edad, las entidades no considerarán seguro conceder un préstamo, la edad será un problema bancario para sus atemorizadas cuentas rescatadas por todos y sus sitiados privilegios de dueños de la macroeconomía.
O quizá no. Quizá la respuesta masiva, social o política esté por llegar. Y todos esos agobiados en mundomiseria se revuelvan y se instalen en la conciencia -su resto de conciencia- de los responsables hasta su disolución como un azucarillo.
Hay iniciativas sociales. Pero no planes reales contra la pobreza desde el gobierno de Aragón ni del de España. Y entonces, son gobiernos que no nos sirven. Sirven a otros.
¿Excesivo? ¿Quizá radical? Esto último es posible. Pero también es bueno. Significa ir a la raíz. Y si un país vuelve a tener que contar los miserables como ya no recordábamos, es que todo ha fallado. Porque no somos una novela de Víctor Hugo, Quevedo o Dickens.  Somos, a lo sumo, un malo y desagradable cuento que nos siguen contando antes de dormir. A algunos con el estomago vacío.
Publicada en El Periódico de Aragón el 30.09.12

jueves, 20 de septiembre de 2012

De la Cultura


Si dejamos de apoyar, impulsar, enseñar y financiar (no se olviden de este verbo, presente en la esencia de casi cada cosa del mundo), además de fortalecer eso que se aún se llama cultura, estamos muriendo. No es metafórico, es real. Nos quedará la carne consumidora pero ya no tendremos espíritu crítico ni anhelo de mejora. Estamos subestimando los efectos del abandono de la cultura y de los creadores a su suerte y de poner barreras económicas y de comprensión para la gente, que es la primera consecuencia de los recortes y el salvaje IVA. Someter la cultura al mercado es “la derrota del pensamiento” (Michel Onfray). Es decir, la imposición suave de un “catecismo de masas” simple, simplista y simplificador, apto para la mente más vaga y el humano más desinformado, eso que con error se llama gran público. Y entonces, habremos generado la excusa perfecta para llamar a lo otro, difícil, elitista y minoritario. 
O quizá no. Quizá no lo estamos subestimando. Quizá sea eso lo que se pretende y estamos aquí pensando que es un problema de percepción en lugar de darnos cuenta de que es la declarada voluntad del poder: hacer circular ese catecismo de masas por los mismos circuitos y con los mismos criterios que la ropa de moda, las lavadoras y los objetos de consumo. Se vende, guay/ no se vende, fuera. Habremos entronizado en la cultura las leyes del mercado porque antes nos hicieron creer que era un bien industrial más y que los “artistas” eran todos una panda de subvencionados y lo que no gusta a la masa no sirve.
Así que hagamos una lista de seis convicciones generalizadas que atentan directamente contra el corazón de la cultura y contra el derecho a su acceso universal:
  1. No es verdad que la cultura sea un sector hipersubvencionado. De hecho, no siquiera bastante subvencionado. Está a la cola después de la agricultura, la fabricación y venta de armas o TVE.
  2. Valor no es igual que precio. Los artistas favorecidos por el mercado (de lo cual me alegro por ellos) pueden ofrecer calidad y creatividad (que los hay) o no (que los hay) y su interés es independiente de la selección del mercado. 
  3. No todo es igual. Por mucho que uno pueda descontrolar bailando pop fácil, no se pueden olvidar las manifestaciones clásicas de las identidades del mundo ni las manifestaciones incipientes de la nueva realidad. Europa no es Europa sin Wagner ni Velázquez, y el mundo real no es el mundo real sin el arte urbano en los muros de las ciudades; Y no olviden que el jazz fue la música de negros despreciada por las gentes “de orden” hasta que se lo apropiaron, como el rock fue un invento demoníaco de negros hasta que el mercado avistó el negocio y se inventó sus propios pioneros (blancos, obviously) .
  4. La cultura no morirá. Nunca. Resistirá en la  UCI de modo miserable y autosuficiente, pero resistirá porque es propio del ser humano en todo contexto: las cavernas, los campos de exterminio y las universidades. Pero no la queremos en la UCI, la queremos en la calle y en la TV.
  5. La cultura debe ser libre pero eso no significa no intervenir. Al contrario. No en su censura y predefinición, claro está, sino en poner a su servicio los recursos, espacios y tiempos públicos que aseguren que crece libre y accesible para todos. Desde la escuela a la Tele.
  6. El IVA del 21% no mata primero a los artistas. Estos intentarán subsistir de noche pasando hambre o trabajando de seguratas.  Lo que mata primero es la posibilidad de la gente de acceder a ella en igualdad de condiciones porque el poder ha decidido someterla al mercado.
Una ciudad, un país o un territorio son más que sus calles, sus edificios, sus paisajes y sus transportes. Es también sus músicos, sus poetas, sus escritores, sus artistas, sus teatros, su atmosfera cultural. Su memoria. Quienes hacen cultura son el reflejo de los anhelos de una sociedad, sus historiadores de guardia, sus analistas inmediatos, los voceros de un bienestar o un malestar y sus sociólogos de urgencia. Si ellos no importan, somos un mapa, no somos un país.

jueves, 13 de septiembre de 2012

La revolución de los ricos

Lo que está pasando tiene nombre. Se llama Revolución de los ricos. Es crisis sistémica, económica, financiera y lo que quieran, pero sobre todas las cosas es la Revolución de los Ricos. En un concepto global y de un modo premeditado.
Los más poderosos, y no hablo de la clase media adinerada, sino de los ricos de verdad, han encontrado el momento, la forma y el discurso (y por supuesto las estructuras y los gobiernos instrumentales) para llevarla a cabo: terminar con el precario pero fundamental estado del bienestar, la débil política de impuestos y el fin de la intervención de los estados en su mercado "libre" a excepción del reparto de las perdidas mientras mantienen la exclusividad de las ganancias. Organizado, meditado y ejecutado como los buenos negocios, sin piedad y sin computar los daños que no sean en la cuenta de uno.
Creo que fue el historiador Ramón Carande quien habló de "demasiados retrocesos" cuando analizaba el desarrollo de los estados del bienestar, las políticas progresistas y el desarrollo de los derechos sociales, logrados solo en parte en el primer mundo. En el Tercero también hay quien sueña con lo mismo aunque nunca se han acercado a ello.
Esos retrocesos tenían lugar en un momento de fortaleza ideológica de trabajadores y ciudadanía progresista en general y cuando enfrente, los ricos hoy revolucionados, tenían el fantasma de un sistema distinto hecho realidad. Ese sistema se reveló como un amargo y brutal fantasma pero es en ese momento histórico cuando las socialdemocracias se hacen fuertes dentro del capitalismo y se cede al desarrollo de los derechos y la protección social, a un incipiente reparto y al poder de los sistemas públicos.
Hubo más factores, por supuesto, pero no podemos negar uno tan obvio (en mi opinión). Negada la utopía, desmantelada la ideología obrera, entregados a la causa de la anomía (Castilla del Pino, hace décadas) y con la crisis como excusa sin fuerzas sociales progresistas organizadas, ya podemos destruir lo que costó décadas lograr con el esfuerzo, el sacrificio, las emociones y los sueños de todos. Y también con el dinero de todos: Minimizar la educación pública y la sanidad pública; eliminar los servicios sociales para dejar el mínimo de modelo estadounidense (un lavacaras de pobres); anular la igualdad de oportunidades; terminar con las pensiones (escribo esto el 13 de septiembre, apuesto a que se confirmará en enero) para entregar el "negocio" al sector privado; y limitar la función del estado a la seguridad (suya) y el control cultural de masas. Porque de la cultura como elemento integrador, critico y de crecimiento, se prepara su sepelio.
En España, además,añadimos nuestra particular versión con toques del nacional catolicismo.
Vivimos en una ficción democrática.
PD: Viñeta de El Roto. Gracias por pintar tan geniales "artículos"

martes, 4 de septiembre de 2012

Göebels ganó su apuesta


Göebels ganó su apuesta. La información ha sido sepultada bajo la propaganda, la retórica y la mentira diseñada con objetivos de control y sumisión. Los grandes medios privados tiene sus intereses de mercado y políticos. Los pequeños, los de la subsistencia y los de conseguir las migajas de las campañas institucionales para seguir con su respiración asistida. Los públicos, los de la obediencia ciega a sus gobiernos que ponen y deponen sus caras y sus voces. Los telediarios y los informativos son los viejos partes oficiales. Queda la red donde has de leer con seis ojos y dos cerebros lo que se escribe porque no se contrasta, no se cita fuente y no se data. Se distribuyen mentiras como verdades y se repiten y repiten hasta el infinito en redes casi siempre bien intencionadas mentiras malintencionadas y viejas historias que hace mucho tiempo dejaron de tener sentido.
La comunicación es un gran instrumento para la vida y la evolución. La información es algo difícil de lograr, complicado de definir y muy escaso en el consumo mediático diario. Los poderes políticos y económicos mas conservadores, que son la inmensa mayoría, han creado unos marcos básico de simpleza (que diría George Lakoff) y los medios se lanzan a repetirlo con saña: sin demostrar, sin argumentar, sin contextualizar, sin profundizar. Y ya son verdades asumidas.
No es que tenga una mala mañana ni una mala semana (nunca suelo tener de eso), es una sensación permanente. Nos tragamos diarios, radios y tv, sobre todo tv, tan alejadas de la realidad y de un mínimo de dignidad y capacidad intelectual que estomaga.
¿Que quieres ser periodista hijo mio?, ¿será trabajador de un medio, no? Hay un considerable matiz de diferencia que debes saber ya.
Por si luego te agarras una depresión infinita por haberte creído que la democracia es lo que te han contado.

lunes, 23 de julio de 2012

Adopta

Comer españolespañolespañoooool (Paisajes de realidad desde abajo 5)

A las cuatro de la tarde hace ya unos minutos que se ha formado una cola. Ordenada, silenciosa excepto por algún rumor sordo quizá de vergüenza, de interés por el otro en la desgracia o de murmullo de los pensamientos incontrolados. Es una cola muy ordenada, con turnos establecidos, con bolsas en la mano o en el hombro, con alguna de plástico en los bolsillos. No hay monederos. O, si los hay, están vacíos porque en ésta cola no se paga.
Minutos antes de que en el súper o el mercado liberen la comida que se ha puesto fea para seguir estando en los estantes o la comida envasada con fecha de caducidad hoy pero en perfecto estado sanitario, las víctimas del paro, de la eliminación de subsidios, de la subida de precios, de los discursos triunfales del poder autoalabando lo que llama su responsabilidad, forman colas con turnos para recoger algo que puedan ir comiendo o cenando. Lo hacen con respeto y orden y hasta parece haber cierto criterio en el reparto. Los españoles nativos, los recién llegados, los que llevan aquí tiempo pero no acabaron de situarse en ninguna de las escalas del sistema. La clase obrera y la que fue (o creyó ser) clase media. Con camisetas de Zara en rebajas de hace dos años y un par de polos de Lacoste original de cuando eran buenos tiempos. Sara, española, con carmín en labios, hijos y una madre jubilada en cuya casa comen, estirando una pensión amenazada pero que desayuna y cenan de la cola de la basura. Abdul, de Malí, que hace "mucho, mucho, mucho" que no trabaja.
Yogures, frutas, lechugas, latas y envases, comida preparada y magdalenas industriales un poco en el límite que habrá que mojar en algo para hacerlas pasables.
Los sábados apuran más porque los domingos no abren y no hay cola que formar. Las latas cada vez son desechadas antes por los comercios, y la fruta, simplemente "tocada", también. Algunas cajeras y reponedoras que lo saben desde hace tiempo, son especialmente sensibles al aspecto de la comida fresca a la venta (aunque disimulan frente a los jefes). Algunos vendedores de puestos también (aunque estos disimulan ante quienes esperan en la calle).
Son freegans por necesidad, no viven en la calle. Un día vivieron como yo. Es parte de la comida que la mayoría necesita no ver como demostró Tristram Stuart en su magnifico libro Despilfarro: el escándalo global de la comida (Alianza Edit/ Intermón en traducción de María Hernández) en el que rebeló como tiramos a la basura 89 millones de tn de comida en buen estado por un estúpido prurito estético.
¿Donde? Yo estoy mirando en el viejo barrio de Las Delicias de la ciudad donde vivo que es Zaragoza. Frente aun supermercado Simply de paredes amarillas y unos metros de un mercadillo que libera su mercancía del día al cierre de la sobremesa. Pero ocurre en todos los barrios de la ciudad, en todos las ciudades del país, incluso muy cerca del Parlamento vallado como en estado de sitio por el gobierno temeroso y capaz de amurallar la soberanía popular.
Esto es ahora también España, la del orgullo de ser españolespañolespañoooool en los estadios de fútbol.
¿Rumor sordo de vergüenza en la cola de cada tarde?
No, con eso no se come. Y la vergüenza deberían sentirla otros y desaparecer con ella del mundo.

jueves, 12 de julio de 2012

La vida ultra-dependiente (Paisajes de realidad desde abajo 4)

L. está haciendo cuentas. El resultado, coma arriba coma abajo, es fácil de averiguar. Será un desastre. Emocional y físico sobre todo. Los números serán un desastre, su nevera será un desastre y su vida será un desastre. La aplicación de la reducción en los pagos a cuidadores y los recortes en la Ley de la Dependencia expulsarán a su marido, 79 años y 118 kilos de peso, de la residencia concertada para mayores no validos donde vive. Le cuesta 1.400 euros al mes. La pensión de jubilación de su marido es de 1.o50 €. Ella cobra 350€. Total: 1400 €. Recibe 500 en virtud del grado de dependencia que le adjudicado. Suman 1900 €. Le quedan 300 € para su vida cotidiana con los que se apaña. Tiene un piso pagado, eso sí. L. por fin respiraba 75 años después. Hasta hoy.
Hoy le han contado en la radio los recortes en dependencia y a cuidadores que le van a ofrecer dos opciones. Encamar a su marido en su casa o vivir con 0 euros. Ninguna parece muy aceptable. Y antes que eso, ni siquiera son posibles. A sus 75 años tiene artrosis y vista limitada y subir la compra del súper, un trabajo que hacer por partes. Y la silla de ruedas no cabe en su ascensor, por la escalera ni por las puertas de su piso.
No contributivas. Las pensiones no contributivas creadas en los años 80 por los gobiernos de Felípe Gonzalez fueron un regalo no esperado. Décadas de sumisión social, laboral y matrimonial le habían hecho asumir que siempre dependería de su marido: para pensar, para comer, para comprar y para la viudedad. Fiscalmente no había contribuido pero social y económicamente (la economía real) era uno de los 19 millones de mujeres españolas que habían sostenido al país. Cuando le llegó la jubilación le adjudicaron 350 euros mensuales y 14 pagas. No había trabajado nunca fuera de casa con contrato aunque ella sola -como todas- había criado dos hijos, mantenido una casa, limpiado, administrado, cocinado, educado y nunca, nunca viajado o ido de vacaciones, porque ir de vacaciones significaba seguir haciendo lo mismo pero en peores condiciones.
Se llama L. Aunque el nombre da igual. Hay muchas L. y B. y M. jamas computadas en el INEM ni en la economía productiva. Porque su trabajo nunca fue asumido en el sistema productivo, ni repartido, ni valorado, ni reconocido ni respetado. Sólo era su obligación y era una afortunada por no tener que trabajar y por ser mantenida. Lo suyo no era trabajo. Esta verdad se mantiene, sólo que ahora la verdad oficial, aún más retorcida, dice que eso ya no es así y que citarlo no es de buen gusto, ni moderno ni importante.
L. también tiene un hijo y una hija adultos. Él con tres hijos y aún con empleo echando firme en la pocas carreteras que se van construyendo o reparando. Así que su casa de su trabajo suele distar entre 30 y 150 km que sólo puede cubrir en coche.
Su hija tiene un hijo (echó cuentas antes de tiempo) y un empleo en la limpieza por 700 € al mes. La pareja de él no ingresa nada, reproduce los esquemas de sus antepasadas. La pareja de ella ya no existe. Les dicen que son muy afortunados por tener trabajo. Así que están incapacitados para dedicar 24 horas al cuidado de otra persona más. A ella, el proceso de divorcio pactado sólo le asegura 200 € mensuales por su hijo de quien tiene la custodia. Sabe que comer, pagar alquiler, vivir... son acepciones que por fuerza riman con imaginación.
Las mujeres y el cuidado. Hoy las circunstancias del cuidado domestico tiene un menor sesgo de género. Menos no significa pequeño, sino menos absoluto que antes. Pero sigue siendo un mal femenino agravado por las circunstancias sociales y laborales, los tamaños de las viviendas y las distancias que han de cubrirse para trabajar o encontrar vivienda asequible. 5 personas en 70 metros y dos personas en 40 metros. ¿Donde dormiré yo? pregunte retóricamente.
L. me cuenta que tiene fatiga y mucho dolor en el pecho y que le duele a menudo la cabeza. Aún no sabe que, con seguridad, le van a diagnosticar ansiedad, que le recetaran trankimazín y paciencia.
- ¿Y lo otro? pregunta en los servicios sociales como si no supiera que calificativo escoger para su verdadero gran problema.
La trabajadora social ha aprendido a mirar fríamente, como si no le importara o asumiera la inutilidad de su esfuerzo dadas las circunstancias.
- Pruebe aquí.
Le tiende un papel con un número de teléfono. Es una asociación (en realidad una empresa privada) de asistencia domiciliaria a 11 euros la hora. Decididamente, no le importa mucho.
- ¿Votas? Pregunto yo ahora a L.
- No, me dice, casi nunca he votado.
El PP (AP todavía) votó en contra de las pensiones no contributivas.
El PP votó en contra la Ley del Divorcio.
El PP votó en contra de la Ley de la Igualdad.
El PP votó en contra la Ley de la Dependencia.
L. dice que apenas duerme. Es la sensación de los ansiosos que se despiertan muchas veces en la noche y mal duermen por rachas. Amanecerá enseguida. Pero como en el bolero de su juventud, ojala nunca amanezca. "O me muera ahora mismo". Esto último no es un bolero, pero es verdad.


martes, 10 de julio de 2012

Paradoja del capitalismo (Subsección crisis y rescates)

Como me estafaron, he de pagar.
Como me cobraron, debo.
Como me prometieron, he de cumplir.
Como me amenazaron, me sancionan.
Como me delinquieron, me castigan.
Como me agredieron, me denuncian.
Como me abusaron, he de compensar.
Como me mintieron, me tengo que disculpar.
Como me derrocharon, me quedo sin nada.
Como me contaminaron, me hormigonan.
Como me urbanizaron, me talan.
Como me hicieron víctima, soy culpable.
Como el siglo XIX me fue tan doloroso, me vuelven a él.

Un poema racional que me escribo para un estado de cosas estúpido.