miércoles, 1 de febrero de 2012

Dile a Botín que se vaya a la mierda

Hoy el Banco de Santander, ha mostrado públicamente sus cuentas de resultados de 2011: beneficios de 5.351 millones de euros, un 35% menos que el año anterior explican, aunque la razón fundamental de la caída está en que han provisionado 3.183 millones de euros en saneamientos extraordinarios, matiz sin el cual el negocio real del banco se sitúa, en palabras de su consejero delegado Alfredo Sáenz, en un 22% más que el año pasado.
Si, he escrito más. No me he equivocado.
Analistas, gestores, políticos y ciudadanos quizá muestren su alegría porque una firma española se sitúe entre los primeros bancos del mundo y que fije casi la mitad de su beneficio en sus negocios de América latina, sobre todo en países depauperados junto a los emergentes como Brasil y Chile. Yo jamas he entendido que las actividades sin alma sean vistas con corazón, por eso me escandaliza que alguien crea que es bueno para un país que una empresa de origen nativo se convierta en multinacional. Propiedad de una persona que culpa "a los políticos de la crisis" en una demagogia barata que solo puede gustar a otros demagogos, los datos del Santander en mitad de una crisis global, sólo recuerda el origen y el fundamento de esta crisis que se ha llevado la casa, las esperanzas, la dignidad y la nevera de millones de personas satisfechas de sus primermundismo.
Así que, si por casualidad, sólo por casualidad y en un ejercicio de indignidad difícilmente superable, a Botin, a Ana Patricia o al susodicho Consejero delegado se les ocurriera dolerse de sus resultados, me gustaría mandarlos a la mierda. Si, como creo que harán, están satisfechos de su gestión, de su papel en la economía latinoamericana, de su presencia en el mundo y de su concepto, igualmente me gustaría mandarlos a la mierda.
Así que,si, váyanse ustedes a la mierda.
A veces me gusta no molestarme en desarrollar argumentos sobre un hecho. Prefiero relajarme con un leve exabrupto democrático para tomar aire y seguir aguantando el mundo que hemos construido.
A la mierda (y respiro hondo).