martes, 21 de febrero de 2012

Notas de Paso, de O´Carolan.

Dicen los de O´Carolan que dice la teoría que “la función de las notas de paso (en una composición) es servir de transición entre dos factores de acorde, por lo que son rítmicamente débiles, teniendo lugar éstas en partes del compás no acentuadas”. La importancia de lo pequeño lo llaman, “lo que pasa por delante de nuestros ojos sin ser visto”. Así llaman al disco que tengo en las manos y que llevo escuchando un año a las horas de la tristeza, las horas de cocinar (que son tantas y tan placenteras), a las horas de tomarme a solas un vino, y las horas de la melancolía sobre lo que viví y donde lo viví y, sobre todo, cómo pude haberlo vívido y cómo pudo haber sido ese lugar. Provengo emocionalmente de una tierra dura y, negando cualquier determinismo extremo en la personalidad, los paisajes que anhelo y deseo y que me han condicionado, están en esta música.

Nota de Paso es un disco sublime pero no soberbio. Delicado pero no melifluo. Intenso. Recoge, previa reinterpretación por un grupo de músicos de alta categoría, algunas músicas populares de territorios aragoneses, pensadas para escenas distintas a las que yo refiero, pero cotidianas y elementales en la vida de la gente que las tocaba o las silbaba. Excepto un par de cortes de creación propia pero que respiran el mismo aire que los arreglos de las anteriores. En ese sentido, el alma del disco es única.

Reivindica el tiempo de uno, la lentitud, el ritmo natural de las cosas, “las entre líneas de la música en un mundo que vive demasiado rápido para pararse a respirar” que escriben O´Carolan en la carpeta del cedé. O´Carolan es un compositor irlandés del que el grupo aragonés toma el nombre y el espíritu.

Hay muchas horas de estudio, trabajo y precisión en este disco, luego transformadas en delicadeza de la tierra. Estúpida expresión que se me ocurre para intentar definir lo que a mi parece Notas de Paso.

Me lo regaló Miguel Ángel Fraile en su día, miembro de la banda. Luego me sentí obligado a comprar otro ejemplar y regalarlo a su vez para iniciar una especie de cadena de emoción que suena en mi cocina cuando reposa el guiso y miro los árboles desde la ventana, o en mi sofá cuando reposo yo y miro los árboles por la ventana. No son los árboles de la calle los que veo. Son otros muy lejanos que, como notas de paso, son rítmicamente débiles pero parte esencial de un paisaje.

Buscad el disco.

Y pinchad aquí saber y para oir:

www.myspace.com/ocarolan

www.ocarolanfolk.com