jueves, 2 de febrero de 2012

Tripas llenas-sociedad civilizada



“Hacen falta generaciones enteras con la tripa llena para construir una sociedad civilizada. Y aún así, esto no asegura que se logre.” Lo dice Ramón María del Valle Inclán convertido en personaje que comparte el limbo con Lorca en una obra de teatro de Rafael Campos. Campos es un autor contemporáneo aragonés (España), actor y director teatral. En su obra “Dialogo de Sombras” imagina una larga conversación de días y noches enteras una vez muertos “uno de viejo y otro de muy mala muerte” en la que ambos se admiran y se insultan y se duelen de los problemas y la ignorancia de España” que a veces es crueldad, y a veces es crueldad porque es ignorancia”.

En la primera afirmación, una de las primeras frases que Valle pronuncia en la obra de Campos, se resume un largo mal de España que creíamos superado con la modernidad. Pero al oírlo el otro día en el teatro, me pareció una gran radiografía de algunas de nuestras más profundas características nacionales, superable con educación, cultura y reflexión, pero aún no superada. Es más, en plena crisis y con el maltrecho estado de bienestar conseguido, reducido a la mínima expresión en manos de neoliberales, conservadores e hipócritas acomplejados, no solo no lo superamos sino que vemos como se acrecienta a marchas forzadas. Cada día, con más personas enfrentadas a las carencias materiales, la falta de oportunidades y la tremenda falta de expectativas, tan ruinosa para los seres humanos, esperar que construyamos una sociedad civilizada es soñar con la luna. Nos habíamos imaginado que tras décadas de esfuerzos, modernización, escuela pública y un tímido reparto de la riqueza y de las oportunidades, habíamos logrado ser un país moderno a la altura de nuestros socios comunitarios y que en 30 años había hecho una revolución democrática para llegar al siglo XXI.

Pero no. Era una ficción, una quimera disfrazada para ser mostrada que no tenía bien ancladas sus bases y que navegaba una frágil nave con un casco tan delicado que una corriente inesperada podía romperlo. Y ha llegado la corriente. Una ola reaccionaria que aprovecha la estela que deja la crisis generada en las tripas del poder financiero, y dirigida por los mercados que está arramblando con todo. Los derechos económicos, las oportunidades (insisto) y los derechos básicos que creíamos asentados: trabajos y suelos dignos (ya ni siquiera indignos) las mujeres decidiendo sobre su cuerpo, la igualdad real, la libertad sexual, la laicidad en las instituciones, la justicia para todos, el derecho a la memoria, el valor de la educación y la práctica cotidiana de la cultura. Todo lo están tirando al traste.

Juzgamos a los jueces por la democracia, negamos la memoria de los asesinados y torturados aún ochenta años después, cuestionamos la igualdad de las opciones sexuales, acusamos a las mujeres por disponer de su cuerpo, negamos el crecimiento de la escuela pública, expulsamos a nuestros titulados y tituladas superiores, recortamos la miserable proporción de nuestra riqueza dedicada a la investigación y a ciencia (desde la genética a la investigación del cáncer que los ricos tratan de curarse en Houston), obviamos a nuestros artistas… y damos de nuevo dinero público a la banca que nos enmerdó hasta las orejas. Y nadie parece protestar porque está mirando su nevera vacía o el hueco donde antes había una nevera. Lo que tardamos en construir cien años, podemos destruirlo en 365 días. Estamos en ello. Y con prisa para que nos sobren días en el plazo de la destrucción.

Pero claro, se necesitan generaciones con la tripa llena……. O los lirios y el estómago que decía Federico (García Lorca) para decir lo mismo.

Otros pueblos u países podrían poner su nombre donde aquí dice España. Pero lo dijeron Valle Inclán y Lorca, despreciados ambos en su época, y ambos eternos y españoles.

Pregunto e invito ¿Qué vamos a hacer? eh?