martes, 20 de marzo de 2012

Somos un país corrupto

Seis años de prisión para Jaume Matas, ex presidente de Baleares, en el caso Palmarena, el mismo en el que en una de sus 26 piezas separadas, la 25, investiga al yerno del Rey, Iñaqui Urdangarin. El mismo que imputa por fin a un periodista por corrupción y cobros indebidos.

El mismo Matas en cuyo espejo se miraba el candidato Rajoy para gobernar y al que quería emular con afectación en 2004 según afirmó en un mitin electoral en Palma mientras sus seguidores jaleaban con orgullo. “Quiero un gobierno como el que preside Jaume Matas en Baleares” y se quedó tan pancho. http://www.e-noticies.tv/canales/actualitat/yo-quiero-un-gobierno-como-el-que-preside-jaume-matas-13936.html Y quedan muchas piezas más. ¿Por qué no opinas ahora Mariano?

Somos un país corrupto. Muy corrupto. No hemos de avergonzarnos de decirlo, sino de serlo. Y actuar en consecuencia. Porque no es eso que se llama la clase política la corrupta sino la sociedad de la que surgen y a la que, por lo visto, representan. En el caso Palmarena se habla del millón de euros que costó una maqueta de un proyecto de teatro de la Opera encargado a Calatrava cuyo nombre también se investiga en Venecia por sobrecostes. Aparecen cientos de empresarios, el marido de una princesa medieval, agencias de comunicación y marketing. Valencia ha sido calificado por el New York Times como uno de los territorios más corruptos de Europa junto a Italia, no por qué ellos no naden en corrupción y podredumbre política sino por la “gracia” de su estilo. En España hay miles de cobradores indebidos del PER, pagadores del PER y tramitadores del PER. IVAS no pagados ni cobrados, facturas falsas, dinero negro, cuentas en Andorra y Suiza, famosos expertos en escaquearse de los impuestos, estrellas de las incontroladas SICAV, economía sumergida, contratos ilegales, patrones que escaquean la seguridad social, hay sobres marrones de pagos no declarados en los despachos de abogados y en las empresas, sueldos indecentes de 600 euros por 9 horas, sueldos indecentes de 6.000 euros por siete horas, hay favores urbanísticos, 752 millones de euros impagados por los clubes de fútbol a Hacienda y otros 11 millones a la Seguridad Social… ¿La clase política? No, este país. El magnífico Rafael Chirbes se quedó cortó en su novela Crematorio, ahora serie de televisión. “Se ha detenido el viento, (…) se abre paso un olor dulzón, de vieja carroña, que impregna el aire” termina esta fantástica novela escrita en 2007.

Somos un país corrupto y eso no se cambia negándolo, ni presumiendo llamándolo picaresca para darle un vergonzante barniz cultural, ni haciendo operaciones de marketing ante los mercados “para que sepan que España cumple y es un país seguro” en palabras del presidente Rajoy. Se cambia cambiando.

Pero… ¿queremos?

Y… ¿van los condenados a devolver el dinero robado al pueblo?

No, claro que no

¿Justicia para todos? No, copago para el pueblo.