jueves, 26 de abril de 2012

Oscar Wilde habla en el teatro desde la Prisión de Reading

Oscar Wilde escribió en prisión un maravilloso y soberbio texto de introspección y ajuste de cuentas emocionales que llamó De Profundis. En forma de carta, estaba destinada a su amante Lord Alfred Douglas por cuya culpa, la de su padre y la de la prejuiciosa e hipócrita sociedad, cumplió dos años de trabajos forzados por delito de homosexualidad en 1895. Fueron dos años de enfermedades, hambre, frío y aislamiento del hombre más brillante de la Inglaterra de su época.Resumí todos los sistemas en una sola frase, y toda la existencia en una agudeza”, escribió en De Profundis haciendo gala de su sabiduría y brillantez, una razón más para no perdonar, pues la mediocridad no puede soportar la superioridad intelectual.
La carta a Alfred Douglas, lejos de consistir en una secuencia ilimitada de reproches, lleva al artista al ámbito de la reflexión. La reflexión sobre la naturaleza del odio y del amor, la tragedia y la comedia, la perversidad y la pasión, lo público y lo privado, la vanidad y la humildad, y la excepción y la norma. Todas las experiencias adquieren significado artístico, todas condicionan la vida ("cada pequeña acción de cada día hace o deshace el carácter y, por lo tanto, lo que uno ha hecho en la cámara secreta lo tiene que vocear un día desde los tejados") y todas deben hacerle más fuerte, que no más frío, el corazón. Pero antes que no soportar que el sufrimiento sea permanente, cómo asume citando al poeta Wordsworth y la permanencia del dolor, teme más que éste no tenga ningún sentido pues "no hay nada en el mundo que carezca de sentido, y el sufrimiento menos que
nada" porque "rechazar las propias experiencias es detener el propio desarrollo". Oscar continúa convencido: "Con toda franqueza te digo que antes de salir de esta prisión con amargura en el corazón contra ti o contra el mundo, iría contento y alegre mendigando el pan de puerta en puerta".
Un hombre frente a sí mismo que busca redimir a su amante para poder redimirse a sí mismo; que se ha visto forzado a descubrir el dolor y ha querido convertirlo en placer y cada reproche en una caricia. "¿Qué podríamos hacer nosotros? ¿Qué haríamos sin amor y siendo solo culpables de haber amado?"
Eso se cuenta en Wild, Wild, Wilde, una estupenda pieza íntima trufada de delirios y evocaciones de algunas de las obras de Wilde y de sus encuentros con sus mejores amigos, su esposa y sus enemigos, sobre la identidad, la libertad y el amor escrita por José Ramón Fernández, uno de los mejores dramaturgos españoles contemporáneos y Premio Nacional de Literatura Dramática 2011.
La obra, dirigida por Fefa Noia para la compañía Los Lunes Teatro y Escena-T fue vista en el Teatro de La Abadía. Ahora puede verse en el Teatro de la Estación de Zaragoza con una puesta en escena minimalísta, impactante e intensa en el que un Oscar Wilde brillante, desolado, triste, orgulloso o hundido disecciona su vida, el amor y la literatura y nos da, una vez más, aunque aquí sin pretenderlo, varias lecciones.
Es una función para amantes del teatro, para amantes de Wilde, para quien quiera volver al teatro que abandonó o reconciliarse con él, para quien empieza a ver teatro o para quien nunca ha dejado de hacerlo.
Salvaje o tierno Wilde.