lunes, 9 de abril de 2012

Rubia, lista, victima, única (sobre Carol Oates y Norma Jane)

Fue una niña a la que nadie quiso de verdad. O, al menos, como se supone que quieres cuando amas. Y que pronto descubrió que el deseo es un camino para algo parecido al amor, pero también una coartada para no ser querida. Norma Jane, una mujer frágil, inteligente, tierna, dolorida y con una personalidad arrebatadora, muere cuando los hombres (acepción para definir el mundo machista y violento en el que ella nace y muere, que perdura hasta hoy muriendo poco a poco, muy poco a poco, y que era el único mundo de los años 50) inventan a Marilyn y, con ella, esconden bajo su explosiva imagen exterior, una persona tierna e inteligente, necesitada de ser querida (que no deseada) y a una actriz capaz de sentir, bajo un cuerpo cuya alma se escapa por su mirada. Insegura. Muy insegura. Y más lista que la mayoría de los hombres que la rodearon y la dominaron convencidos, como no, de que ellos eran la razón, y Marilyn, casi nunca Norma Jane, una muñequita.
Pero ella se reinventaba a sí misma como mujer real, evolucionaba y se desequilibraba como Norma Jane. Se rebelaba. ¿Acaso no había nacido ella tres veces en su vida en función de los acontecimientos? Esa es mi Marilyn. Y la Marilyn y la Norma Jane que cuenta la inimitable Joyce Carol Oates en su novela Blonde, una obra maestra del año 2000 reeditada ahora por fin en castellano por Alfaguara.
Oates es única, imitada pero inimitable narradora que cuenta historias como quien sigue el caudal de un rio desbordado: surge, salta. corre, arrasa, es ahora devastador, ahora te alza, luego te sumerge y cuando vas a ahogarte, ahora sí, para siempre, te devuelve al aire. Sólo lo suficiente para que respires una vez y vuelvas a ser una hoja en una corriente salvaje a punto, siempre a punto, de sucumbir.
Sí aún no conoces a la Oates, empieza a leerla por aquí, dice la promoción oficial de esta novela. Cierto. Es una escritora tan impúdica pero con una ética tan definida; tan valiente pero que, a veces, insinúa para no llegar a afirmar; y tan verborreica, pero con una claridad tan brillante como la luna llena de abril, que es de lectura necesaria si quieres entender el alma humana. Sobre todo, si te fijas más en las aristas que en las curvas suaves. Escupe como besa (o besa como escupe) pero no puedes parar.
La concentrada y ácida Oates de sus relatos recogidos en Infiel, la sociológicamente observadora Oates de La hija del sepulturero, la políticamente gore Oates de Zombi, la dramáticamente sincera Oates de Memorias de una Viuda, la ideológicamente valiente Oates de Puro Fuego, o la cronista Oates de Niágara. Todas perturbadoras. Todas disparando al corazón. Todas dejando un peso maligno en la cabeza y una valiente pregunta sobre la raza humana y tú mismo. Todas imprescindibles. Y todas están en Blonde. La primera visión, mordaz y llena de ternura, de una mujer y sus circunstancias, y un personaje hasta ahora inventado, manipulado y narrado por hombres (la misma acepción de antes) que utiliza las herramientas de los hombres (idem) primero para resistir y luego y siempre para vivir, que hace otra mujer. Norma Jane nunca dejó de pelear porque se vieran bajo sus ojos tristes su inteligencia, su esfuerzo, su necesidad, su valor. Ella era Norma Jean, y la otra... la otra era "su amiga mágica del espejo".
Blonde no es ni pretende ser una biografía. Es una novela magistral y desbordante que trasciende a todas las demás.
Sigo amando a Marilyn.
Idolatro a Joyce Carol Oates.
(Desprecio los precios de sus novelas en España. En inglés y francés cuestan la mitad). Ansío llegar a la página mil y volver a empezar.