viernes, 29 de junio de 2012

¿Medios horizontales y propios?

Quizá vaya siendo hora de que los periodistas nos planteemos en serio la creación de medios de comunicación horizontales locales en la red. Medios creados, dirigidos y sostenidos por periodistas que se lean, vean y escuchen en la red, que colaboraren con otros medios similares en otras ciudades y territorios, que no aspiren a convertirse en imperios sino en medios fiables, que no aspiren a ser fuente de millonarios ingresos sino sostenibles, que no aspiren a vender por encima de la verdad sino a contar y analizar la verdad, que no tengan un dueño sino que sean propiedad de sus periodistas, que no se vendan en los kioscos o se oigan en un receptor sino que se consuman en la red, que no traguen con el anunciante institucional de turno sino que se deban a su oficio.
Todo esto debiera ser una característica inapelable de los medios. Pero no lo es. Digan lo que digan sus dueños, directivos y fans. No lo es. Desgraciadamente, pero no lo es.
Los medios que quizá debamos a empezar a crear serán nuestros, equitativos y profesionales. Hemos visto que lo otro conduce al espectáculo banal, a los ingresos descomunales con salarios escasos y todas las horas del mundo dedicadas al trabajo, y no a la verdad. Eso en los buenos tiempos. En los malos, el cierre, el despido, la sustitución por becarios gratuitos sin futuro y, quizá, un par de estrellas que se permiten el lujo de crearse un personaje fascinante que no lo es y que vive en la incoherencia de sustentar su estatus en el abuso de los demás o el silencio cómplice.
¿Que en los medios públicos no es así? Ejem, ejem. Una de las mayores preocupaciones de los gobiernos entrantes es colocar al frente de los medios públicos a profesionales afines que hablan de "modelos libres, democráticos e independientes dedicados al servicio público" (en fin, para atragantarse) pero que traducen en cuotas de presencia de quienes les nombraron, en dogmas ideológicos y en criterios políticos de selección y análisis de las noticias. Incluso en qué es noticia.
¿Y los profesionales? Pues eso, muchos nadando entre la miseria moral, la escasez salarial, el control político y/o comercial que les imponen y su propia y maltratada ética. Otros, a gustito, claro.
¿Qué hacemos? Dedicarnos a la medicina, el teatro o la fontanería en lugar de al periodismo, la comunicación y su múltiples vertientes, para ser igual de pobres pero lograr cierta estabilidad ética. O, quizá, empezar a plantearnos en serio la creación de medios de comunicación horizontales locales en la red. Medios creados, dirigidos y sostenidos por periodistas que se lean, vean y escuchen en la red, que colaboraren con otros medios similares en otras ciudades y territorios, que no aspiren a convertirse en imperios sino en medios fiables, que aspiren a ser fuente de millonarios ingresos sino sostenibles, que no aspiren a vender por encima de la verdad sino a contar y analizar la verdad, que no tengan un dueño sino que sean propiedad de sus periodistas, que no se vendan en los kioscos o se oigan en un receptor sino que se consuman en la red, que no traguen con el anunciante institucional de turno sino que se deban a su oficio.
Quizá.