lunes, 23 de julio de 2012

Adopta

Comer españolespañolespañoooool (Paisajes de realidad desde abajo 5)

A las cuatro de la tarde hace ya unos minutos que se ha formado una cola. Ordenada, silenciosa excepto por algún rumor sordo quizá de vergüenza, de interés por el otro en la desgracia o de murmullo de los pensamientos incontrolados. Es una cola muy ordenada, con turnos establecidos, con bolsas en la mano o en el hombro, con alguna de plástico en los bolsillos. No hay monederos. O, si los hay, están vacíos porque en ésta cola no se paga.
Minutos antes de que en el súper o el mercado liberen la comida que se ha puesto fea para seguir estando en los estantes o la comida envasada con fecha de caducidad hoy pero en perfecto estado sanitario, las víctimas del paro, de la eliminación de subsidios, de la subida de precios, de los discursos triunfales del poder autoalabando lo que llama su responsabilidad, forman colas con turnos para recoger algo que puedan ir comiendo o cenando. Lo hacen con respeto y orden y hasta parece haber cierto criterio en el reparto. Los españoles nativos, los recién llegados, los que llevan aquí tiempo pero no acabaron de situarse en ninguna de las escalas del sistema. La clase obrera y la que fue (o creyó ser) clase media. Con camisetas de Zara en rebajas de hace dos años y un par de polos de Lacoste original de cuando eran buenos tiempos. Sara, española, con carmín en labios, hijos y una madre jubilada en cuya casa comen, estirando una pensión amenazada pero que desayuna y cenan de la cola de la basura. Abdul, de Malí, que hace "mucho, mucho, mucho" que no trabaja.
Yogures, frutas, lechugas, latas y envases, comida preparada y magdalenas industriales un poco en el límite que habrá que mojar en algo para hacerlas pasables.
Los sábados apuran más porque los domingos no abren y no hay cola que formar. Las latas cada vez son desechadas antes por los comercios, y la fruta, simplemente "tocada", también. Algunas cajeras y reponedoras que lo saben desde hace tiempo, son especialmente sensibles al aspecto de la comida fresca a la venta (aunque disimulan frente a los jefes). Algunos vendedores de puestos también (aunque estos disimulan ante quienes esperan en la calle).
Son freegans por necesidad, no viven en la calle. Un día vivieron como yo. Es parte de la comida que la mayoría necesita no ver como demostró Tristram Stuart en su magnifico libro Despilfarro: el escándalo global de la comida (Alianza Edit/ Intermón en traducción de María Hernández) en el que rebeló como tiramos a la basura 89 millones de tn de comida en buen estado por un estúpido prurito estético.
¿Donde? Yo estoy mirando en el viejo barrio de Las Delicias de la ciudad donde vivo que es Zaragoza. Frente aun supermercado Simply de paredes amarillas y unos metros de un mercadillo que libera su mercancía del día al cierre de la sobremesa. Pero ocurre en todos los barrios de la ciudad, en todos las ciudades del país, incluso muy cerca del Parlamento vallado como en estado de sitio por el gobierno temeroso y capaz de amurallar la soberanía popular.
Esto es ahora también España, la del orgullo de ser españolespañolespañoooool en los estadios de fútbol.
¿Rumor sordo de vergüenza en la cola de cada tarde?
No, con eso no se come. Y la vergüenza deberían sentirla otros y desaparecer con ella del mundo.

jueves, 12 de julio de 2012

La vida ultra-dependiente (Paisajes de realidad desde abajo 4)

L. está haciendo cuentas. El resultado, coma arriba coma abajo, es fácil de averiguar. Será un desastre. Emocional y físico sobre todo. Los números serán un desastre, su nevera será un desastre y su vida será un desastre. La aplicación de la reducción en los pagos a cuidadores y los recortes en la Ley de la Dependencia expulsarán a su marido, 79 años y 118 kilos de peso, de la residencia concertada para mayores no validos donde vive. Le cuesta 1.400 euros al mes. La pensión de jubilación de su marido es de 1.o50 €. Ella cobra 350€. Total: 1400 €. Recibe 500 en virtud del grado de dependencia que le adjudicado. Suman 1900 €. Le quedan 300 € para su vida cotidiana con los que se apaña. Tiene un piso pagado, eso sí. L. por fin respiraba 75 años después. Hasta hoy.
Hoy le han contado en la radio los recortes en dependencia y a cuidadores que le van a ofrecer dos opciones. Encamar a su marido en su casa o vivir con 0 euros. Ninguna parece muy aceptable. Y antes que eso, ni siquiera son posibles. A sus 75 años tiene artrosis y vista limitada y subir la compra del súper, un trabajo que hacer por partes. Y la silla de ruedas no cabe en su ascensor, por la escalera ni por las puertas de su piso.
No contributivas. Las pensiones no contributivas creadas en los años 80 por los gobiernos de Felípe Gonzalez fueron un regalo no esperado. Décadas de sumisión social, laboral y matrimonial le habían hecho asumir que siempre dependería de su marido: para pensar, para comer, para comprar y para la viudedad. Fiscalmente no había contribuido pero social y económicamente (la economía real) era uno de los 19 millones de mujeres españolas que habían sostenido al país. Cuando le llegó la jubilación le adjudicaron 350 euros mensuales y 14 pagas. No había trabajado nunca fuera de casa con contrato aunque ella sola -como todas- había criado dos hijos, mantenido una casa, limpiado, administrado, cocinado, educado y nunca, nunca viajado o ido de vacaciones, porque ir de vacaciones significaba seguir haciendo lo mismo pero en peores condiciones.
Se llama L. Aunque el nombre da igual. Hay muchas L. y B. y M. jamas computadas en el INEM ni en la economía productiva. Porque su trabajo nunca fue asumido en el sistema productivo, ni repartido, ni valorado, ni reconocido ni respetado. Sólo era su obligación y era una afortunada por no tener que trabajar y por ser mantenida. Lo suyo no era trabajo. Esta verdad se mantiene, sólo que ahora la verdad oficial, aún más retorcida, dice que eso ya no es así y que citarlo no es de buen gusto, ni moderno ni importante.
L. también tiene un hijo y una hija adultos. Él con tres hijos y aún con empleo echando firme en la pocas carreteras que se van construyendo o reparando. Así que su casa de su trabajo suele distar entre 30 y 150 km que sólo puede cubrir en coche.
Su hija tiene un hijo (echó cuentas antes de tiempo) y un empleo en la limpieza por 700 € al mes. La pareja de él no ingresa nada, reproduce los esquemas de sus antepasadas. La pareja de ella ya no existe. Les dicen que son muy afortunados por tener trabajo. Así que están incapacitados para dedicar 24 horas al cuidado de otra persona más. A ella, el proceso de divorcio pactado sólo le asegura 200 € mensuales por su hijo de quien tiene la custodia. Sabe que comer, pagar alquiler, vivir... son acepciones que por fuerza riman con imaginación.
Las mujeres y el cuidado. Hoy las circunstancias del cuidado domestico tiene un menor sesgo de género. Menos no significa pequeño, sino menos absoluto que antes. Pero sigue siendo un mal femenino agravado por las circunstancias sociales y laborales, los tamaños de las viviendas y las distancias que han de cubrirse para trabajar o encontrar vivienda asequible. 5 personas en 70 metros y dos personas en 40 metros. ¿Donde dormiré yo? pregunte retóricamente.
L. me cuenta que tiene fatiga y mucho dolor en el pecho y que le duele a menudo la cabeza. Aún no sabe que, con seguridad, le van a diagnosticar ansiedad, que le recetaran trankimazín y paciencia.
- ¿Y lo otro? pregunta en los servicios sociales como si no supiera que calificativo escoger para su verdadero gran problema.
La trabajadora social ha aprendido a mirar fríamente, como si no le importara o asumiera la inutilidad de su esfuerzo dadas las circunstancias.
- Pruebe aquí.
Le tiende un papel con un número de teléfono. Es una asociación (en realidad una empresa privada) de asistencia domiciliaria a 11 euros la hora. Decididamente, no le importa mucho.
- ¿Votas? Pregunto yo ahora a L.
- No, me dice, casi nunca he votado.
El PP (AP todavía) votó en contra de las pensiones no contributivas.
El PP votó en contra la Ley del Divorcio.
El PP votó en contra de la Ley de la Igualdad.
El PP votó en contra la Ley de la Dependencia.
L. dice que apenas duerme. Es la sensación de los ansiosos que se despiertan muchas veces en la noche y mal duermen por rachas. Amanecerá enseguida. Pero como en el bolero de su juventud, ojala nunca amanezca. "O me muera ahora mismo". Esto último no es un bolero, pero es verdad.


martes, 10 de julio de 2012

Paradoja del capitalismo (Subsección crisis y rescates)

Como me estafaron, he de pagar.
Como me cobraron, debo.
Como me prometieron, he de cumplir.
Como me amenazaron, me sancionan.
Como me delinquieron, me castigan.
Como me agredieron, me denuncian.
Como me abusaron, he de compensar.
Como me mintieron, me tengo que disculpar.
Como me derrocharon, me quedo sin nada.
Como me contaminaron, me hormigonan.
Como me urbanizaron, me talan.
Como me hicieron víctima, soy culpable.
Como el siglo XIX me fue tan doloroso, me vuelven a él.

Un poema racional que me escribo para un estado de cosas estúpido.

martes, 3 de julio de 2012

Los versos de otro

Me pidió alguien que opine sobre sus escritos porque "tu sabes de esto". Apurado, acepto.
- "Vale, te lo envío en un mail", me dice.
Llego a mi casa, abro el correo, leo su mensaje, me reenvía a un blog casi clandestino y...!es poesía!. !Escribe versos!!
No sé si sabe de mi afán lector, de mis poetas preferidos, de los versos que memorizo, de los que recuerdo, de los que uso como citas, confía en mi supuesto criterio pero yo trabajo sobre la narrativa, lo otro es un vicio secreto... ¿cómo le critico la poesía?
¿Qué le digo? Que a la luz de mis referencias está empapado de la poesía amatoria española y que se quedó prendado de los excesos de Mallarmé y los locuras únicas de Rimbaud? Que sus versos podría cantarlos Tom Waits o que tiene una virtud narrativa a lo Dylan Thomas? Que tiene estrofas delirantes y que por eso me gustan, y otras magnificas y que por eso también? Que no soporto su violación del uso de las comas por error o militancia porque se desequilibra un verso? Que sobra lo obvio, me molesta lo evidente y hay versos a los que les vendría bien una temporada en la nevera y a otros "en el infierno" porque a hallazgos sublimes le siguen arrebatos adolescentes en los que se ve a la legua su ruptura amorosa y o su melancolía? ¿Que hay versos que parecen calcados de Benedetti o Juan Ramón? Qué a veces pide perdón a lo facilón? ¿Que cada vez son mejores y que los de abril de 2012 me encantan?
Le digo que le vendría bien suspirar con el dolor brillante de Anna Ajmàtova? Que le falta leer contemporáneos? ¿Le presento los deslumbrantes y rurales versos de Les Murray? Que sólo puedo juzgarlo a la luz de mis percepciones y sentimentalidades y mis lecturas? Que sólo puedo decirle que me emocionan o que no, y que sí, que me emocionan porque lo que no me emociona no me interesa? Que no sé hacer de fiscal de la literatura que decía Marina Tsvetàieva?
O yo que sé. La poesía sólo puedo juzgarla con una dosis excesiva de atrevimiento. Lo otro es entrega o desprecio. Como en el amor.
Porque en mi opinión, en la poesía puede estudiarse la época, el contexto, la técnica, la generación, las influencias... Puede verse a la legua la candidez, la banalidad, la profundidad, el impacto... Pueden desentrañarse los vínculos, las experiencias, las referencias, los mensajes, el discurso e incluso algunos secretos. Pero el resto es pura pasión. A veces, técnicamente la frase, el verso, las palabras, las imágenes, el tempo... todo encaja y, sin embargo, el poema no funciona. Es frío o árido o banal. O lo peor que puede parecerme un poema: aburrido ¿Por qué si la palabra es la adecuada y técnicamente es correcto? Pues porque si. Y ya está.
Mantengo esta radical discusión con los teóricos-especialistas-estudiosos-sabios desde la secundaria (en mi tiempos, el BUP) cuando un apasionado y ávido profesor de nombre José Antonio intentaba"tecnificar" la enseñanza de la poesía sin darse cuenta de que su único opositor, su tierno rebelde que había leído y no entendido a Rimbaud, yo, era también el único alumno que había logrado captar en años para la causa de la poesía.
Eso me pasó con los versos de mi amigo. ¿Son buenos? Y yo que sé.
¿Los leerías? Ya lo he hecho y sí, me han gustado mucho.
¿Por qué? Vuelve a la primera frase de estos parrafitos y sigue hasta el final. Y luego te pongo una posdata: escribe más. Algunos poemas son maravillosos.
No tengo permiso para revelar su nombre y sus poemas (aún).

La imagen es "La Danza" Chagall.