jueves, 13 de septiembre de 2012

La revolución de los ricos

Lo que está pasando tiene nombre. Se llama Revolución de los ricos. Es crisis sistémica, económica, financiera y lo que quieran, pero sobre todas las cosas es la Revolución de los Ricos. En un concepto global y de un modo premeditado.
Los más poderosos, y no hablo de la clase media adinerada, sino de los ricos de verdad, han encontrado el momento, la forma y el discurso (y por supuesto las estructuras y los gobiernos instrumentales) para llevarla a cabo: terminar con el precario pero fundamental estado del bienestar, la débil política de impuestos y el fin de la intervención de los estados en su mercado "libre" a excepción del reparto de las perdidas mientras mantienen la exclusividad de las ganancias. Organizado, meditado y ejecutado como los buenos negocios, sin piedad y sin computar los daños que no sean en la cuenta de uno.
Creo que fue el historiador Ramón Carande quien habló de "demasiados retrocesos" cuando analizaba el desarrollo de los estados del bienestar, las políticas progresistas y el desarrollo de los derechos sociales, logrados solo en parte en el primer mundo. En el Tercero también hay quien sueña con lo mismo aunque nunca se han acercado a ello.
Esos retrocesos tenían lugar en un momento de fortaleza ideológica de trabajadores y ciudadanía progresista en general y cuando enfrente, los ricos hoy revolucionados, tenían el fantasma de un sistema distinto hecho realidad. Ese sistema se reveló como un amargo y brutal fantasma pero es en ese momento histórico cuando las socialdemocracias se hacen fuertes dentro del capitalismo y se cede al desarrollo de los derechos y la protección social, a un incipiente reparto y al poder de los sistemas públicos.
Hubo más factores, por supuesto, pero no podemos negar uno tan obvio (en mi opinión). Negada la utopía, desmantelada la ideología obrera, entregados a la causa de la anomía (Castilla del Pino, hace décadas) y con la crisis como excusa sin fuerzas sociales progresistas organizadas, ya podemos destruir lo que costó décadas lograr con el esfuerzo, el sacrificio, las emociones y los sueños de todos. Y también con el dinero de todos: Minimizar la educación pública y la sanidad pública; eliminar los servicios sociales para dejar el mínimo de modelo estadounidense (un lavacaras de pobres); anular la igualdad de oportunidades; terminar con las pensiones (escribo esto el 13 de septiembre, apuesto a que se confirmará en enero) para entregar el "negocio" al sector privado; y limitar la función del estado a la seguridad (suya) y el control cultural de masas. Porque de la cultura como elemento integrador, critico y de crecimiento, se prepara su sepelio.
En España, además,añadimos nuestra particular versión con toques del nacional catolicismo.
Vivimos en una ficción democrática.
PD: Viñeta de El Roto. Gracias por pintar tan geniales "artículos"