
Pasa con la vida, cada vez más laica,
y un gobierno empeñado en la vuelta a valores nacional católicos hasta el punto
de imponer el dogma religioso en la escuela y suprimir a los ateos de la
encuestas del CIS. Pasa con el desánimo generalizado y la realidad palpable de
una economía desastrosa y el empeño oficial de decir que no estamos tan
mal. La realidad televisiva, el glamur
de las series y los platós vespertinos con la calle apurada para subsistir. Con
los anuncios de consumo frente al aspecto ruinoso que vamos teniendo. Con el discurso
del emprendedor y las normas anti emprendimiento y el abandono de la Universidad
como el de un objeto obsoleto. Pasa con el ridículo cotidiano de Rubalcaba y
las esperanzas progresistas en la calle que le dan la espalda por minutos
mientras esperan una señal. O la sicótica transformación de José Ignacio Wert
que pasó de intelectual liberal a obsesivo neo falangista educativo. Pasa con
las sonrisas de Rudi y su afirmación enfermiza de que “nunca he creído en el
empleo público” y la destrucción del privado o el hecho de que ella nunca haya
sabido qué es emprender o montar empresas. La sicosis de Rosa Díez y su
desprecio por “la clase política” como si ella fuera fontanera y no llevara 30
años en el cuento. O con las colas para cenar en los comedores sociales y
dormir en un albergue cuya atención ya triplica su capacidad y los fastos y
exhibiciones del poder a cuenta de sus supuestos esfuerzos. O con los discursos
sobre la formación y el abandono del frágil sistema público educativo y la
Universidad a favor de la escuela privada enmascarada en la concertación. Y con
el retroceso de Teruel pese a los discursos bielístas del insostenible
Motorland. Y pasa con la sistemáticamente violada e incumplida Constitución y
las tontadas organizadas el pasado jueves para que Rajoy, Rubalcaba y la
monarquía celebren un texto histórico al que desprecian cada segundo de su vida
política a la que se agarran como lapas.
Sobre cada asunto que pueda proponer
o citar, existe una vía paralela de subsistencia y acción: las invisibles y
vitales redes de solidaridad entre vecinos, familias y amigos; la economía
sumergida, la alternativa y la del trueque; la cultura tuperware, los
contenedores, la caridad (la buena y la mala), la solidaridad y el hambre frente
a los recortes y expolios; la penumbra domestica frente a las exigencias de las
eléctricas; el resurgimiento de la cultura, redes y proyectos alternativos
frente a los recortes y el aplastamiento cultural oficial en una sociedad
infantilizada intelectualmente; y los ecos en twiter, la blogosfera y los
medios alternativos frente a los telediarios.
A la realidad oficial -que ha
empezado a ser roída por la paralela como los muebles viejos con termitas- le
pasa como a los imperios y los amores: cuando desaparece la idea sobre la que
fueron construidos y se forjó su resistencia, se derrumban. Un día abrimos el armario –como en Nárnia-
salimos de él y un gran león nos está esperando. Y observen, porque frente a
las disposiciones y atracos gubernamentales, hay una rebelión paralela. A ver
si llega en plan cierzo y avienta unas cuantas cosas.*Publicado en El Periódico de Aragón el 9 de Diciembre de 2012