¿Dónde
vive, presidenta? ¿En el país de Oz, en su cascarón político? En el mundo real
no, no vive junto al resto de humanos del territorio que preside. O si sigue
aquí es que sus oropeles le ciegan. Claro que, treinta años después de vivir en
el mundocargopúblico, no me extraña. ¿Sabe
lo que pasa aquí en la intemperie? ¿Sabe como es la evolución de los datos para
la mayoría, que tras los números hay personas y tras la macroeconomía, vida
real? Usted está para crear riqueza y repartirla y no leer discursos sobre el populismo y la democracia
reclamando para sí la razón cuando su concepción de la democracia es una que
dura veinticuatro horas y ocurre cada cuatro años.
Detrás
de su vehemencia, presidenta, hay vacio. Tras la imagen de buena gestora en la
que se empeña hay parálisis, y tras su vieja campaña de solución a los
problemas, solo hay disolución. Son ustedes un ácido dedicado a disolver el
estado del bienestar. ¿Le parece radical mi discurso? Quizá. Pero es menos
radical que sus actos. Mis palabras no disuelven ni recortan ni destruyen. Hay
quien en una playa es marea y quien es pedrusco. Ustedes son pedruscos bastos y
puntiagudos que solo pueden levantar muros. Es usted de esas que aplican las
doctrinas y los métodos extraídos de un libro y que no resuelven nada. Ya lo
hizo en Zaragoza confundiendo el ahorro con la parálisis. Su fórmula es no
hacer. Pero no vale, porque por no hacer nos estamos yendo al carajo, el paro
alcanza cimas históricas que hubieran provocado su histeria de estar en la
oposición, la emigración ya no es una opción sino el siguiente paso lógico de
los mejor formados y el estado de la ciudadanía se escurre hacia patrones
mexicanos alejándose de los europeos.
Supongo
que no conoce una canción de la Velvet Underground
llamada After hours sobre la
felicidad artificial y la negación del día que sigue ahí afuera. Era la voz de Nico tras la ruptura entre Lou Reed y John Cale, cultura popular
del siglo XX. En ella se dice: If you close the door, the night could last forever
“si cierras la puerta, la noche podría durar para siempre”, una metáfora del
empecinamiento que les caracteriza. Somos los demás los equivocados, las cifras
del paro las erróneas, los jóvenes los que no trabajan porque no emprenden, los
jubilados los que quieren cobrar. Y ustedes son quienes saben lo que hay que hacer porque cierran
los ojos para no ver, sacan a la policía para no oír y niegan en las Cortes
para no escuchar. Si cierras la puerta, la noche podría durar para siempre.
No
confía en la gente, solo en su amigo de conveniencia José Angel Biel que practica la política Fouché. ¿Sabe quién es Fouché? Aquel personaje francés del XVIII
que fue jefe con la Revolución, con el Directorio, con Robespierre, con Napoleón
y con la Restauración porque siempre pensó en sí mismo y en la dirección del
viento y nunca en los demás. Y tener principios era para él algo sin
importancia.
¿Sabe
cómo termina la canción de la Velvet, presidenta? I'll never have to see the
day again. “No
tendré que ver el día nunca más”. Eso, que la realidad no empañe su discurso. Y
ya que estoy citador, le citare a Emily
Dickinson. ¿Conoce los poemas de Dickinson? “Antes este era el lugar de la esperanza/ (…) ante ellos yace un mar
ineludible/el camino que anduvieron está cerrado”.
*Publicado en El Periódico de Aragón el 28/05/13