
Celebramos
a Gandhi en las escuelas el Día de la Paz y la No
violencia, el gran hombre que lideró la
desobediencia civil con prácticas hoy llamadas escrache. Les parece bien que se
exhiban sus fotos, sus palabras desvaídas y sus actos en otra época y otro
lugar. Es un héroe. Pero claro, hemos pasado de la teoría a la acción, ya no es
tan fácil como dolerse de los pobres lejanos en su cómodo sofá. Ahora hablamos
de la vecina del segundo, de nuestro hermano, de nuestros hijos. Se lleva el
gandhismo a las calles zaragozanas ricas donde viven ustedes y ya eso no les
gusta. Enfrentarse a esa vergüenza les tendría que rasgar la cara de dolor, así
que prefieren jugar al Monopoly con la vida de la gente, ser el Alí Baba de
la banca, defensor del culpable y vanguardia de la traición. Sus pobres niños
ricos no tienen por qué ver como papa o mama son avergonzados por sus
conciudadanos pero los pobres niños pobres cuya familia ya no tiene casa ni
trabajo ni esperanza son otra cosa, y ahora quieren limitar el derecho a la
protesta y a la acción política aunque la santifique la Constitución y la
refuerce el sentido común. Gritar bajo su casa es violencia nazi, la policía
sacando a los niños desahuciados de la suya son cosas que pasan. Ustedes
muestran una clasista ofensa por las pegatinas y los gritos en su portal. A
nosotros nos escrachan la vida permanentemente.
Recomiendo
la lectura A la puta calle (Bronce 2013)
de Cristina Fallarás, periodista y
escritora zaragozana afincada en Barcelona y desahuciada con dos hijos
pequeños. “La miseria es una de las peores formas de soledad” dice. Léanlo, léanlo
quienes siguen apoyando la causa feroz de los desahucios. No es un informe ni
un texto jurídico ni el programa político del PP cuyo vergonzoso incumplimiento
es prueba fehaciente de la indignidad del gobierno del que ustedes se sienten
tan orgullosos. Es periodismo en primera persona y literatura verité del que, si hablara de otro país,
los editorialistas antiescraches con cara progre y corazón reaccionario glosarían
con emoción, pero que resulta que prueba la vergüenza en que han convertido
este país con sus promesas incumplidas y traiciones programadas.
Lo
suyo se llama déficit democrático y crueldad. Y son los responsables por pura
matemática. Hay una ILP propuesta en la calle. Si votan No, serán culpables. Si
votan Si, apretando un botón habrán cambiado la vida de millones de personas.
Son mayoría absoluta y depende de ustedes frenar la sangría de los desahucios. Pero
son suficientemente cobardes como para no rebelarse a los dictados de quien sea
que les manda. Este es su nivel de cinismo.