lunes, 15 de abril de 2013

Escracha(me la vida)*

Diputados y diputadas del PP escandalizados porque han tenido un escrache en su casa, les explico. Yo apoyo el escrache. El mundo se divide en dos por la gran grieta existencial: ellos y nosotros, aquí y allí, ricos y pobres. Cuando se rompe el último hilo de una vida segura se empiezan a distinguir nuevas perspectivas. Y en una España que  UNICEF sitúa en los primeros puestos de abandono de la infancia y juventud, algunos se han cansado y han decidido usar de su derecho a la acción política. Desesperados, sin casa a la que volver y con amigos y amigas que muestran la solidaridad de la que ustedes carecen. La PAH, y comprendo que les duela, les da cada día lecciones democráticas que ustedes no son capaces de asimilar con su política decimonónica en el siglo XXI.
Celebramos a Gandhi en las escuelas el Día de la Paz y la No violencia, el gran hombre que lideró  la desobediencia civil con prácticas hoy llamadas escrache. Les parece bien que se exhiban sus fotos, sus palabras desvaídas y sus actos en otra época y otro lugar. Es un héroe. Pero claro, hemos pasado de la teoría a la acción, ya no es tan fácil como dolerse de los pobres lejanos en su cómodo sofá. Ahora hablamos de la vecina del segundo, de nuestro hermano, de nuestros hijos. Se lleva el gandhismo a las calles zaragozanas ricas donde viven ustedes y ya eso no les gusta. Enfrentarse a esa vergüenza les tendría que rasgar la cara de dolor, así que prefieren jugar al Monopoly con la vida de la gente, ser el Alí Baba de la banca, defensor del culpable y vanguardia de la traición. Sus pobres niños ricos no tienen por qué ver como papa o mama son avergonzados por sus conciudadanos pero los pobres niños pobres cuya familia ya no tiene casa ni trabajo ni esperanza son otra cosa, y ahora quieren limitar el derecho a la protesta y a la acción política aunque la santifique la Constitución y la refuerce el sentido común. Gritar bajo su casa es violencia nazi, la policía sacando a los niños desahuciados de la suya son cosas que pasan. Ustedes muestran una clasista ofensa por las pegatinas y los gritos en su portal. A nosotros nos escrachan la vida permanentemente.
Recomiendo la lectura A la puta calle (Bronce 2013) de Cristina Fallarás, periodista y escritora zaragozana afincada en Barcelona y desahuciada con dos hijos pequeños. “La miseria es una de las peores formas de soledad” dice. Léanlo, léanlo quienes siguen apoyando la causa feroz de los desahucios. No es un informe ni un texto jurídico ni el programa político del PP cuyo vergonzoso incumplimiento es prueba fehaciente de la indignidad del gobierno del que ustedes se sienten tan orgullosos. Es periodismo en primera persona y literatura verité del que, si hablara de otro país, los editorialistas antiescraches con cara progre y corazón reaccionario glosarían con emoción, pero que resulta que prueba la vergüenza en que han convertido este país con sus promesas incumplidas y traiciones programadas.
Lo suyo se llama déficit democrático y crueldad. Y son los responsables por pura matemática. Hay una ILP propuesta en la calle. Si votan No, serán culpables. Si votan Si, apretando un botón habrán cambiado la vida de millones de personas. Son mayoría absoluta y depende de ustedes frenar la sangría de los desahucios. Pero son suficientemente cobardes como para no rebelarse a los dictados de quien sea que les manda. Este es su nivel de cinismo.
*Publicado el El Periódico de Aragón el 14/04/13