Tolstoi es el maestro. Inapelable en la narrativa (escribió 29 obras), la estructura, el tratamiento de sus personajes, la carga política de las novelas cuya presencia en las últimas décadas del siglo XX se considera antiliteraria y en el avance de temas y discursos que desde la década de los 70, la literatura anglosajona considera modernísimos en sus autores.
Y es algo más que el autor sagrado de
Anna Karennina y su defensa de la
libertad de las mujeres y reivindicación de la sinceridad, la igualdad y el
amor en la vida real entre géneros (que en su vida cotidiana no supo aplicar)
y de Guerra
y Paz, un tratado sobre la diplomacia y la hipocresía, el ascenso social,
las castas económicas y la convulsa historia en el marco de las guerras napoleónicas.
La modernidad de Tolstoi en su obra llega
a tal, a pesar de sus flagrantes contradicciones como hombre, de citar en 1899
el derecho de dos hombres a contraer matrimonio entre sí. Ocurre durante tres
frases en Resurrección y es la sugerencia
de un juez frente a un montón de jueces que quedan escandalizados para siempre.
Es, seguramente, Resurrección la
novela más reveladora de Tolstoi, la que más (y lo hacen todas) partes de su personalidad,
sus anhelos y su frustraciones muestra. Escrita en 1899 cuando su vida ya ha
girado de repente y está en plena ebullición ideológica y espiritual, narra la
historia de un hombre rico de pasado banal como la mayoría (ayer y hoy) que
toma conciencia de su responsabilidad en la vida hasta el extremo de asumir
como propia la desgracia de una criada de su tía a la que hizo un hijo, de la
que se enamoró, y de cuyo infortunio en la vida se considera causante. Él y las
rígidas, hipócritas e interesadas normas sociales patriarcales y clasistas
que rigen en la Rusia de la época.
En Resurrección Tolstoi novela la vida de los
presos políticos revolucionarios, bondadosos o violentos en los que prefigura
las derivas posteriores del estalinismo frente a los marxistas dialécticos, la
situación de las prisiones y el sistema judicial no aún no resuelta ni asumida
por nuestras “democracias”, el vegetarianísmo, el concepto de todos los seres
sintientes, la espiritualidad individual, el papel de la mujer, el patriarcado, la sumisión de
género, la corrupción política de clase aceptada como natural y la hipocresía eclesial
y religiosa. Aquí, la historia de amor es más un contexto
narrativo que un hecho importante en sí al contrario de lo que ocurre en la
gran Anna Karennina. Son seguramente
estas dos denuncias las que más agitan a Tolstoi, junto con el reparto de la
tierra y el esclavismo sin esclavos que llena paginas en Karennina y Guerra y Paz. La hipocresía eclesial de
un hombre que “cree” y que no soporta la estructura religiosa ni a la iglesia (en
su caso ortodoxa rusa) y la corrupción vergonzosa de los de su clase, causa de
tanto dolor y desgracia, y el origen de su riqueza que exige muchos pobres que
la expliquen.
La corrupción y la vida sin moral ni límites en la degradación de
las clases inferiores es precisamente el argumento de La muerte de Ivan Ilich: los vericuetos del régimen zarista, los
apaños familiares y el desprecio a la capacidad intelectual y a la justicia
(que hoy llena periódicos en España).
Discursos como estos, su intento de
crear un nuevo régimen con los campesinos de sus tierras en sus últimos años
tras su “autoexilio” en Yásnaya Poliana, su descarnada espiritualidad que hoy
nos parecería “hiperpostmoderna”, su concepto de la escuela nueva y libre, sus
relaciones políticas y su pacifismo militante del que se nutren Gandhi o Luther
King y que comparte con David Thoreau, son los que le convierten en referencia ideológica
aún ahora. Uno de los padres del anarcopacifismo, un revolucionario libertario
y emblema de cierto naturismo cristiano.
Los debates, mensajes, ideas y
reflexiones del protagonista y del narrador de Resurrección siguen siendo de
una apabullante actualidad. Sus primeras veinte páginas podrían ser
perfectamente (y desgraciadamente) una crónica comprometida de la vida hoy mismo.
Y luego está Confesión, que entra directamente a revelar lo más íntimo de su vida, sus ideas y sus pesares además de sus sueños.
Y luego está Confesión, que entra directamente a revelar lo más íntimo de su vida, sus ideas y sus pesares además de sus sueños.
Es una desgracia no saber ruso para
leerle en la versión original. Y no, ni la mejor de las películas que se basan en
sus novelas (las hay buenas) se acercan de lejos al valor de leerle.