El jueves hubo una revelación en el Pignatelli. Una frase de tres palabras salida del corazón, reveladora como casi nunca lo es una frase escrita en un discurso, repasada cientos de veces por un asesor y pensada para que parezca lo que interesa y no para que sea lo que es. “Hágase usted político”. La pronunció la presidenta Rudi en un arrebato de honestidad frente a un médico que le afeaba la intención de jubilarles obligatoriamente a los 65 años (cosa que me parece perfecta) cuando el Gobierno de España perpetra la condena de jubilar a otros asalariados más tarde y en la política no hay edad estipulada para ejercerla profesionalmente. Rudi reveló en esas tres palabras más que en treinta años de ejercicio verbal en sus múltiples cargos. Nosotros y ustedes. Aquí mando yo. Los que podemos hacer política y decidir y quienes han de acatar tras haber votado.
Eso significa la frase escapada de
sus labios. Una disensión social que a la derecha rancia y a muchos
progresistas que se aferran al poder les cuesta entender. La razón por la que
no entienden que crezca como espuma de cerveza agitada el desprecio por las
instituciones y la política de salón. No es que la gente se sienta ajena a los
políticos. Es que muchos políticos hace mucho tiempo que son ajenos a la gente.
Una coyuntura peligrosa para la democracia pero cuya larva vive más en algunas
acciones institucionales que en las callejeras.
La política tiene que ver con el
común, con la búsqueda del bien común y, muy importante, haciéndolo en común.
La mítica del héroe sirve para escribir novelas y películas y arrasar en tv,
pero también revela que es más mítica que realidad y que, si hay héroes, es
porque el común ha fracasado en la búsqueda de ese bien. Los héroes son la
excepción.
En ese revelador lapsus de la
presidenta, el día de la estupidez del LAPAO y el LAPAPUY en las Cortes cuyos
autores y autoras deberán arrastrar eternamente la vergüenza de habernos
ridiculizado en toda España, la calle bullía de protestas de la escuela
pública. En los hospitales había secciones cerradas, camas amontonadas y listas
de espera crecientes. 145.000 personas sin trabajo. Al anochecer, los
contenedores de basura de barrios obreros y supermercados se poblaban de
buscadores de restos para su mesa. Cunde la peligrosa convicción de que
estudiar y prepararse (si lo puedes pagar) solo sirve para emigrar. Y el propio
gobierno pone en cuestión libertades esenciales. Pero en los despachos azules
creen saber qué hay que hacer. Están convencidos de que la política es cosa
suya y de los banqueros. Y agrandan cada día la brecha entre su realidad
paranormal y la realidad real. Dos universos paralelos. Hágase político o
aguántese.
Y no. Es más política, no menos. Y
también es nuestra. Y su obligación (pagada), escucharnos y negociar. Algunos
creemos en la política y en las instituciones pero esperamos otra política de
otros políticos que no sean eternos. “Quien paga al gaitero elige la canción”
decía mi abuela. Pero se paga con el dinero de todos, ustedes solo firman el
recibo.
Publicado en El Periódico de Aragón el 12.05.13