viernes, 26 de julio de 2013

Todos lo sabemos todo *

Hasta ahora cualquier español valía para presidente del gobierno y para seleccionador nacional de futbol. Y nadie era nunca parte del problema pero siempre tenía la solución.
Ahora también. Y además, todos llevamos un abogado, un juez, un periodista, un médico y un miembro de la policía científica dentro. Y lo sabemos todo al instante. Sin reflexionar.
Las personas sabias no tienen una opinión formada sobre cualquier cosa. Las ignorantes, si. Aunque no sepan ni consideren importante argumentar.
Pero lo que hace el sabio no es callar frente al ignorante que todo lo sabe. Quien calla es alguien que se escaquea, que va a lo suyo y que no quiere saber nada de los demás. El sabio lo que hace es preguntar, cuestionar, investigar, dudar.
Luego están la perseverancia de la memoria y la perseverancia de la irreflexión. Una fatalidad que hace que un hecho jamás demostrado, pueda seguir viéndose como verdadero porque así fue presentado al principio. En un principio sin reflexión.
Buena parte de la cultura, la que construye identidades y empuja hacia adelante, se basa en cuestionarlo todo y en propuestas que rompen con lo asumido inconscientemente. Pero ayer y todos los días vemos que aquí nos va el camino contrario.

Si midiéramos así el nivel cultural de un país, quizá viéramos la razón por la cual el nuestro cojea tanto. El termino reflexión suele desaparecer del diccionario.

*AudioBlog de Rivarés. Cadena SER-Aragón.

viernes, 19 de julio de 2013

Los libros son pistas*

Ayer por la tarde compré un par de novelas y un pequeño librito de ensayo.  Un rato después, por la calle, me encuentro a un conocido, nos saludamos y, al ver mis tres libros en la mano, me dice. “¿Estás estudiando o qué?”  La pregunta era con sorna porque si le digo que sí, le hubiera parecido raro. Pero como mi respuesta fue: “no, son para el viaje, me voy unos días a casa de un amigo”, me miró con sorpresa y me dijo “¿pero no te vas de vacaciones?”
Esa era la cuestión. No podía concebir algo tan molesto como los libros en las vacaciones.
Hay lugares donde los libros son signo de prestigio, símbolo de personas preocupadas e interesadas. No aquí, donde estamos bajando los niveles de lectura alcanzados que no eran para echar cohetes, donde no se compran libros, donde no se renuevan muchas bibliotecas y donde leer es una cosa que hace mucho una parte de la población y nada, una gran parte de la población.
Yo aún me puedo pagar algunos libros al mes. Pero si no pudiera tendría el intercambio con otros lectores y, sobre todo, las bibliotecas. Las bibliotecas públicas que, aún maltrechas, deben ser uno de los últimos servicios públicos a los que se puede renunciar.
Los libros son pistas. Letra impresa que provoca sensaciones, señales que te llevan de una a otra, de un sitio a otro y que te hacen avanzar, avanzar y avanzar. Y así, hasta ningún fin conocido por un camino largo de emociones y de aprendizaje.

*AudioBlog de Rivarés. Cadena SER-Aragón.

domingo, 7 de julio de 2013

Todos a 500*

Se pusieron de moda en tiempos de la peseta y causaron furor: calidad pésima, servicio nulo y cero derechos laborales de quienes trabajan ahí. Ofrecían un surtido casi interminable de cosas de las cuales muchas no servían para nada o nadie necesitaba, pero eran muy baratas. Se llamaban Todo a 100. Cuando asumimos el euro como moneda común, el mercado intensificó la apuesta y el capitalismo ejerció su poder de transformación, comenzó la era comercial china y los llamamos solo "chinos".
Su formula se aplica a todos los ámbitos. Derribados los derechos laborales en forma de decreto gubernamental, en forma de asalto bancario o de reforma laboral, estamos a punto de vivir todos a 500. 500 euros al mes. Es la fórmula perfecta para la recuperación de la familia tradicional, una especie de olla común unida por el hambre, y un espacio bien abrigadico a fuerza de metros compartidos donde los abuelos, los hijos, los nietos y los que vengan junten sus miserable sueldos y hagan caja única: se sumaran una pensión, el salario de un mileurista afortunado que será el ejemplo en que se mirarán los que aún son mierdaeuristas y sueñan con llegar a mil algún día, y quienes aún esperen el primer trabajito. En ese magma de amor y necesidad impuesta por el régimen y la estupidez política, los sin ingresos harán las tareas caseras y de cuidados. Ellas más, que ya lo han hecho siempre. No harán falta residencias ni leyes de la dependencia (una de las cosas buenas del paro como dijo Rudi en su día) porque en el cuarto de estar cabemos todos.
Nos hará falta una auto justificación para pensar que "así son las cosas". Para eso están sus televisiones. Luego, por fortuna, aparecerá un genio que ocupe el lugar del gran Berlanga de la España de los cincuenta para reflejar con el ácido humor crítico de las mentes privilegiadas la realidad cotidiana de la mayoría. Pero la mayoría no será su fan. Veremos cómo aumenta el número de locales que se abren cada día en la ciudad llenos de lujosos artículos donde dependientas y dependientes felicísimos, también mierdaeuristas, se sentirán orgullosos de un trabajo tan fino con cuyo salario no pueden ni soñar con lo que les venden a otros. Veremos cómo en las rebajas de las grandes firmas se mantienen los ingresos con un 45% (dato oficial del 3 de julio) menos de compradores gracias a la brecha del orden lógico de las cosas: tú más pobre y otros cada vez más ricos, como toda la vida de dios.
¿Y estudiar? Bueno... sí, estudiar sí, pero los hijos de otros para ser dentistas, políticos, banqueros y dirigentes. Los nuestros no, los nuestros a 500.
Y no hay culpables ni responsables. No me sea terrorista ni radical, que parece usted Cayo Lara. Todo mal cae desde una nebulosa indefinida. No hay un despacho donde se firma un decreto ni un sillón donde se toma una decisión ni un escaño donde se contempla el vacío. No hay un leal obediente a Merkel o Botín. "Donde todos son culpables, nadie lo es", en palabras de Hannah Arendt. "La culpa colectiva es la mejor salvaguarda contra el descubrimiento de los culpables, y la magnitud del delito la mejor excusa para no hacer nada".
Qué bien, pronto trabajaremos casi todos. (Casi) todos a 500.
*Publicado en El Periódico de Aragón el 06.07.13

viernes, 5 de julio de 2013

Lecturas con las persianas entreabiertas*

En una tórrida tarde de agosto de hace casi treinta años, en la que aprendí a asumir el incansable canto de las chicharras como un mantra refrescante, cayó en mis manos Pedro Páramo. Apenas 200 páginas. Me deslumbró. Capte la parte de la historia de la que fui capaz con catorce años: una historia de misterios, muertos, sonidos espectrales en la noche, amores impuestos y malogrados, tiranía. Inolvidable la muerte de Pedro en los brazos de Damiana Cisneros a punto de almorzar. O su comienzo: "Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre".
Hoy, las grandes novelas (muy largas por favor) son el verano. El verano puede ser tiempo de festivales, de conciertos, de amores nuevos, de más sexo… pero siempre será también el tiempo de horas y horas imbuido en un libro.
Todavía tiemblo si reabro Rojo y negro, Cien años de soledad, El siglo de las luces, Anna Karennina…. y recuerdo la primera lectura de más que parcial comprensión adolescente, de la que se es capaz con las ansias y el desconocimiento de esa edad, en horas robadas al sol, cuando las obligaciones fueron pospuestas y cada página era un mundo nuevo abierto solo para mí.
Zambullirse en una gran novela, perdido del mundo con las persianas apenas entreabiertas, es una puerta a la sabiduría. O, al menos, a momentos impagables de múltiples vidas hechas tuyas. Y tenemos bibliotecas públicas.
Te están esperando.
*AudioBlog de Rivarés. Cadena SER-Aragón.