martes, 20 de agosto de 2013

Las mujeres del enemigo (Las Flores de la Guerra)

En el invierno chino de 1937 la ciudad de Nanking, entonces capital del estado, era el objetivo del ejército japonés  en la llamada segunda guerra chino japonesa. Es un símbolo para los chinos y un agravio para los japoneses cuya derecha aún niega el holocausto cometido por su ejército imperial dirigido por algunos miembros de la familia del emperador y que para el gobierno chino es un símbolo de la resistencia heroica de su pueblo. Ocupado Shanghái en diciembre, el objetivo único de Japón era ocupar Nanking, la capital amurallada. Los comandantes y la mayoría de los oficiales chinos abandonaron Nanking ante la superioridad del ejército japonés y dejaron a la ciudad y a los soldados a su suerte. La mayoría de ellos se vistió de civil y huyo de la ciudad. Cuando llegaron los japonés destruyeron toda la ciudad y asesinaron a 200.000 ciudadanos y ciudadanas según las cifras de los posteriores juicios internacionales a los generales japoneses. Entre diciembre y febrero, la resistencia armada fue escasa, una suerte de incauta guerra de guerrillas, y los militares japoneses se dedicaron al saqueo, la tortura y la violación masiva. Se le conoce como la Matanza de Nanking.
La película de Zhang Yimou, Las Flores de la Guerra (The Flowers of War /金陵十三) está basada en la novela The 13 Women of Nanjing de Geling Yan, (en castellano en Alfaguara) escrita como glorificación de la resistencia del pueblo chino y del caso concreto de las "trece" mujeres que entregaron su vida y su causa matando y muriendo en la cena de celebración de los oficiales invasores japoneses en la que son obligadas a participar.

Esta brillante película (realizada soberbia e íntimamente a pesa der la sangre y las escenas salvajes) toma partido por la versión oficial china. Resulta una conmovedora y delicada película y una reflexión sobre (todas) las guerras, sus supuestos héroes individuales (tan del gusto de Hollywood) y el sufrimiento añadido de las mujeres. En una guerra el botín no es solo material, y la humillación, tortura y daño mental al enemigo es una de las bazas que los ejércitos juegan y una de las más difíciles de superar. Y ahí las mujeres son un objetivo esencial.
En esta película seguimos a doce niñas de un convento católico, a un niño que se empeña en protegerlas y a doce mujeres que trabajan como prostitutas y que se refugian en el mismo convento pese a la oposición de las niñas. En el medio, un embalsamador estadounidense que se hace pasar por el cura de la misión ante los japoneses.
Nadie apoya a nadie, todos buscan su salida individual para huir de Nanking y todas ven en el occidental un seguro de vida. Pero son mujeres en una guerra de hombres (a los que ellas exigen una heroicidad infinita) y todo lo que uno cree y piensa no sirve de nada. Descubrirán que la salida, si la hay, es colectiva y los sacrificios inimaginables.
Entre los hilos del discurso de la película hay uno sobre las mujeres. Ni siquiera son el enemigo, solo son las mujeres del enemigo, carne que atada en un relajo sexual, a las que los soldados tienen derecho a violar porque son carne en mitad de la batalla y los oficiales lo alientan, incluso organizadamente después de una captura y pretendiendo que ellas han de entender que es para lo que sirven.
La película, emocionante y sutil pese a la excesivamente rápida conversión del yanqui a la solidaridad gracias al amor y un recuerdo al final desvelado, cuenta lo  sucedido en Nanking pero es lo mismo en las guerras mundiales europeas, en las conquistas de Roma, en toda la antigüedad, en las conquistas americanas, en la guerra española, en las guerras de liberación, en las africanas, en la de Chechenia y en las de los Balcanes: están los bandos enemigos y la mujeres de los enemigos en las que vengarse. En realidad desde que el homo sapiens levantó una valla, tuvo un esclavo y generó el concepto de propiedad privada. No como hecho aislado en la batalla sino planificadamente por los mandos y asumido por las partes mucho antes de inventar el concepto de “daño colateral”.
En Nanking no sirven los  héroes individuales, sirven las salidas (relativas) colectivas. En todas las guerras es así. Se cuentan los muertos y los daños materiales. Nadie cuenta la suerte de las violaciones y la memoria personal que nos obligaran a olvidar cuando toque construir “la paz” con el mismo interés y beneficiarios que tuvo la guerra.
En las guerras de Bosnia y Croacia se lograron publicar fotos y algunas imágenes de mujeres bosnias violadas por el enemigo a las que colgaban después un cartel al cuello identificando su "nuevo estado" y el hecho de albergar un feto serbio, orgullo del violador. La OTAN organizaba/consentía prostíbulos para soldados con mujeres hambrientas, desesperadas o raptadas.
Ni siquiera eran/son el enemigo, solamente “las mujeres del enemigo”. Botín de guerra.
Flores de Guerra tiene ese discurso. Una película de dos horas y cuarto que para el reloj y que debería ser vista y explicada a niños y niñas. Lo que pasó en Nanking pasó y pasa todavía en todas las guerras del mundo.