domingo, 27 de octubre de 2013

La responsabilidad*

Nos hurtan sistemas públicos básicos como salud y educación, imprescindibles para intentar algo parecido a la igualdad. Instauran la plutocracia. Eliminan el dialogo de la escena política y hasta privatizan la acción decisoria de los grandes asuntos que para eso están los poderes financieros. Reducen la democracia a una cosa que pasa cada cuatro años cuando debería ser un modo de vida asumido cada segundo. Tras la crisis llega nuestra pobreza. ¿Qué hacemos?
La actitud ciudadana puede ser rebelarse, someterse, hacer como que no se entera o no enterarse de hecho. Pero no debe olvidar que las primeras consecuencias del abandono de las políticas para todos y la imposición de políticas de refuerzo de los poderes económicos, las sufre la ciudadanía.
En Sigue la tormenta, obra del francés Enzo Cormann que puede verse hasta el 11 de noviembre, dirigida por Cristina Yáñez, en el Teatro de la Estación y con dos magistrales Mariano Anós y Miguel Pardo, se habla de eso a la luz del más terrible pasado europeo. Se preguntan. ¿Dónde estabas y qué hacías cuando-? Y la historia sucedía mientras te hacías el inocente. Preguntas que hoy hacen los creadores de cultura y los activistas. Hannah Arendt ya dijo que "la magnitud del problema es la mejor excusa para no hacer nada".
La cultura es un sector resistente por naturaleza, rebelde, adaptable, que puede estar preocupado y asfixiado pero nunca quieto ni paralizado pese a los hachazos en manos, pies, cabezas y recursos que perpetran a diario los poderes económicos que financian solo a los domesticados, y a los institucionales que lo abandonan a su suerte o lo estrangulan con sus erráticas decisiones políticas. Es el sector menos subvencionado de la economía española siempre por detrás de la agricultura, la fabricación de coches, la de armas y por supuesto la banca. Expulsado de las ayudas públicas por una DGA atronadoramente TeaParty (o sea, haber elegido nacer rico). Hablo de la cultura, no del ocio, que pueden coincidir o no, y que estamos banalizando a niveles de infantilismo absoluto.
Esta semana ha cumplido 30 años la Librería Cálamo que es más que una librería, ha estrenado su largometraje Pablo Aragúes, ha ido a la Seminci el documental Juego de espías de Ramón J. Campo sobre el oro del Canfranc y ha estrenado su producción 51, tras 26 años estables de vida, la compañía TranvíaTeatro, residente y fundadora del Teatro de la Estación, un lujo para la ciudad. Y los pintores y los músicos y los programadores de música que pagan sueldos y seguridad social. Creadores vivos, libres, desobedientes, asfixiados.
¿Y el público? Ay, amigos... con una escuela dañada con consecuencias aún incalculables, atontado en una tv donde la cultura, sí, esa de pensar, es clandestina, acostumbrado a la banalidad y la risa floja y perseguido por el IVA más alto de Europa.
Sigue la Tormenta termina con una profunda y reverencial reflexión tras hora y media de revisión de la historia, la propia alma y la responsabilidad individual. A medio camino citan un verso de Shakespeare en La Tempestad: "el infierno está vacío, todos los demonios están aquí". Antes han dicho "lo único que existe es el pensamiento".
Conclusión: Y tú, ¿qué haces?
*Publicado en El Periódico de Aragón el 27.10.13