domingo, 10 de noviembre de 2013

Erasmo (de Rotterdam) y la escuela (de todos)*

En 1466 nace en Rotterdam el que hoy conocemos poco y mal como el primero de los “pensadores de occidente consciente de ser europeo”. Un hijo “ilegítimo” de cura llamado Erasmo, humanista y pensador, que da nombre al programa universitario de intercambio y a las becas que luego otorga cada estado de la UE y que el nuestro ha rebajado de ridículos 63 millones de euros en 2011 a insultantes 15 en 2013, un 75% menos.
Erasmus son los padres. Nadie que no tenga cierta holgura económica puede aportar el dinero necesario para ser Erasmus al que sumar luego la beca. Porque estudiar es muy caro y placentero intelectualmente, y muy caro y duro económicamente. Y hoy se ha decidido restringir de nuevo la educación.
Erasmo defendió el saber como instrumento de evolución y convivencia pacífica en una especie de espiritualidad universal y europeísta. Hablaba de la reforma interior, de espíritu, pensamiento y cultura que debían acompañar las reformas estructurales. O sea, escuela y educación. En su Elogio de la Locura (más bien de la estupidez, porque se escribió en latín y lo tituló Stultitiae Laus) narra irónicamente cómo se es más feliz en la necedad que en el saber, más cómodo y ligero, y cuantos se conforman con mitos y creencias para no pensar y hay a quien les gusta ser gobernados como un asno.
En una biografía de Erasmo, publicada en 1938 por otro europeísta apátrida y pacifista llamado Stefan Zweig, se dice de él: “pacifista combativo, el abogado más elocuente del ideal humanista, deja como legado el sueño de la humanización de la humanidad y el triunfo de la razón clara y justa sobre las pasiones egoístas”. Pero Erasmo se lo reserva a una oligarquía y a una aristocracia de la cultura que desprecia al pueblo. Una elite gobernante con cultura y una masa obediente guiada.
Varios de los discípulos del humanismo de Erasmo a lo largo de los siglos como Diderot, Spinoza, Voltaire, Tolstoi o Ghandi hablaran después sobre el cosmopolitismo, la razón y la lucha contra “el empequeñecimiento de las mentes” y de cultura de paz e igualdad, pero para todos. Todo un discurso contrario a cualquier liberalismo económico y clasismo depredador que hoy España ha asumido como modelo único y urgente y en el que se enmarca la ruin política de (no)becas Erasmus y de comedor, de estudios, la universidad elitista, la escuela separada que está dejando de ser universal, y la determinación de dejar el pensamiento y los niveles de educación que no sean básicos a los hijos de la élite para cuyos intereses se gobierna. En España, en Aragón y entre los dueños de Europa. Y el pueblo asiente porque el saber y la cultura se valoran solo de boquilla, pensar parece aburrido, se exhibe el orgullo del ignorante que quiere seguir siéndolo, se equipara a unos y otros en un ejercicio de banalización e infantilismo, y no se diferencia entre saber, pensar y creer.
La escuela debe ser inclusiva, universal, laica y diversa. Así se forja una sociedad con posibilidades distintas al productivismo y la subsistencia, y se siembra, para cuidar luego, la tan cacareada excelencia que jamás fluye sin una cuna de escuela para todos por igual.
Ese es el debate en mi opinión. Y lo estamos perdiendo porque tienen un proyecto y lo llevan a cabo. Nosotros solo resistimos los golpes. Como mucho.
*Publicado en El Periódico de Aragón el 10.11.13