En
1466 nace en Rotterdam el que hoy conocemos poco y mal como el primero de los “pensadores
de occidente consciente de ser europeo”. Un hijo “ilegítimo” de cura llamado Erasmo, humanista y pensador, que da nombre
al programa universitario de intercambio y a las becas que luego otorga cada
estado de la UE y que el nuestro ha rebajado de ridículos 63 millones de euros en
2011 a insultantes 15 en 2013, un 75% menos.
Erasmus
son los padres. Nadie que no tenga cierta holgura económica puede aportar el
dinero necesario para ser Erasmus al que sumar luego la beca. Porque estudiar
es muy caro y placentero intelectualmente, y muy caro y duro económicamente. Y
hoy se ha decidido restringir de nuevo la educación.
Erasmo
defendió el saber como instrumento de evolución y convivencia pacífica en una
especie de espiritualidad universal y europeísta. Hablaba de la reforma
interior, de espíritu, pensamiento y cultura que debían acompañar las reformas
estructurales. O sea, escuela y educación. En su Elogio de la Locura (más bien de la estupidez, porque se escribió
en latín y lo tituló Stultitiae Laus) narra irónicamente cómo se
es más feliz en la necedad que en el saber, más cómodo y ligero, y cuantos se
conforman con mitos y creencias para no pensar y hay a quien les gusta ser
gobernados como un asno.
En
una biografía de Erasmo, publicada en 1938 por otro europeísta apátrida y pacifista
llamado Stefan Zweig, se dice de él:
“pacifista combativo, el abogado más elocuente del ideal humanista, deja como
legado el sueño de la humanización de la humanidad y el triunfo de la razón
clara y justa sobre las pasiones egoístas”. Pero Erasmo se lo reserva a una
oligarquía y a una aristocracia de la cultura que desprecia al pueblo. Una
elite gobernante con cultura y una masa obediente guiada.
Varios
de los discípulos del humanismo de Erasmo a lo largo de los siglos como Diderot, Spinoza, Voltaire, Tolstoi o Ghandi hablaran después sobre el cosmopolitismo, la razón y la
lucha contra “el empequeñecimiento de las mentes” y de cultura de paz e
igualdad, pero para todos. Todo un discurso contrario a cualquier liberalismo
económico y clasismo depredador que hoy España ha asumido como modelo único y
urgente y en el que se enmarca la ruin política de (no)becas Erasmus y de
comedor, de estudios, la universidad elitista, la escuela separada que está
dejando de ser universal, y la determinación de dejar el pensamiento y los
niveles de educación que no sean básicos a los hijos de la élite para cuyos
intereses se gobierna. En España, en Aragón y entre los dueños de Europa. Y el
pueblo asiente porque el saber y la cultura se valoran solo de boquilla, pensar
parece aburrido, se exhibe el orgullo del ignorante que quiere seguir siéndolo,
se equipara a unos y otros en un ejercicio de banalización e infantilismo, y no
se diferencia entre saber, pensar y creer.
La
escuela debe ser inclusiva, universal, laica y diversa. Así se forja una
sociedad con posibilidades distintas al productivismo y la subsistencia, y se
siembra, para cuidar luego, la tan cacareada excelencia que jamás fluye sin una
cuna de escuela para todos por igual.
Ese
es el debate en mi opinión. Y lo estamos perdiendo porque tienen un proyecto y
lo llevan a cabo. Nosotros solo resistimos los golpes. Como mucho.
*Publicado en El Periódico de Aragón el 10.11.13