“Emprende. Es tu hora. Es genial”.
Discurso tras discurso construyendo una mítica salvadora que nos va a hacer a
todos ricos de película. Pero la mítica del emprendedor (mucho más de la
emprendedora) no es su vida real. Nadie recuerda que las bajas médicas son un
insulto y un canto a la inanición; que en busca de un crédito bancario para una
vivienda, por ejemplo, no puedes responder de un ingreso estable mensual, a
pesar de que a la banca la rescatamos todos sin que nos pregunten nuestra
opinión; que la economía aragonesa y española no las sostienen los grandes
grupos de oscuros y dudosos pagos de impuestos sino las pymes y los
autónomos/as; que no sabemos qué es un subsidio de desempleo ni algunos de los
derechos sociales conquistados para la mayoría que las termitas gubernamentales
van royendo a dentelladas fatales hasta su disolución; o que una autónoma que
decide embarazarse no sabe qué es un permiso de maternidad o que si debe tener
reposo los seis meses previos al parto, no ingresa un euro.
Su mítica es la del resistente si no
se hunde en la primera oleada de trampas del sistema, la burocracia, los
mordiscos de grandes grupos y los impagos y laaaargos retrasos de tus clientes (incluidas
las instituciones) a los que en España estamos tan desgraciadamente
acostumbrados. La última gracia ha sido obligar al Ayto de ZGZ a priorizar los
pagos a la banca antes que a los proveedores. (Gracias Eloy Suarez, otro lucimiento de los tuyos).
Y luego existen los falsos autónomos,
desafortunada expresión para referirse a los subcontratados por los malos
empresarios que se niegan a contratar obligando al trabajador a convertirse
jurídicamente en autónomo pero con obligaciones de asalariado, sujeto a una
enfermiza productividad, y sin ninguno de sus derechos: en las agencias de
noticias, en las operadoras de móviles, en las constructoras y ahora en las
fábricas. Y por eso les encanta la famosa Tarifa Plana de la ministra Bañez. Incluso es el modo en que vuelven algunos despedidos a trabajar a sus
viejos empleos por la mitad de lo que antes cobraban y cero derechos. Todos
carpas en un mar infestado de pirañas. Ya lo dijo Francisco Bono, Consejero de Economía del Gobierno de Aragón, en un alarde de sinceridad y
de confesión de su incapacidad: “nos guste o no, vamos a un modelo americano”.
Toma ya privatización de la política.
Todas estas cosas no importan en el
viciado discurso del emprendimiento desde las tribunas de la política
institucional: miembros del gobierno que en su vida han emprendido nada excepto
una carrera política de más de treinta años de cargo en cargo, y algunos
responsables gubernamentales cuyo origen profesional se encuentra en las tripas
de los responsables de esto que llaman crisis: agencias de valoración privadas
que valoran en función de sus intereses y de sus clientes, grandes grupos
internacionales, la banca, las eléctricas, el gas e incluso el propio FMI en
donde ni olieron la que se nos venía encima. Y ahí es justo donde acaban y
seguirán acabando los próceres del desastre de una y otra sigla. Ya saben,
favor por favor, y a los de medio, pues oye, que emprendan, que es lo más en la
modernidad de ésta economía líquida que tantas víctimas se cobra cada día y que
ha de seguir cobrándose. Un modo elegante y supermoderno de terminar con los
derechos sociales.
*Publicado el 24.11.13 en El Periódico de Aragón