domingo, 8 de diciembre de 2013

Pregunta, coño!*

“Zaragoza Esencial” puede ser un plan meditado y trabajado por los asesores del alcalde Belloch, que han leído a Jane Jacobs (sobre todo su Muerte y Vida de las Grandes Ciudades, editado en español en 1977 y reeditado en 2011) y a otros urbanistas del siglo XX. Pero Zaragoza y la situación económica de desastre en la que estamos, pese a las mentiras en Moncloa, requiere mayores miras.
En Zaragoza hay 47.107 hogares en situación de precariedad, el 17 % de sus habitantes. La pobreza extrema afecta a otros 4.530 hogares. Son datos del último informe de Caritas. Pero lo sabemos también por quien nos rodea cada día, por el barrio y por las casas sin calefacción y sin luz y su recibo creciente. Y eso, a pesar de que la ciudad ha asumido parte de los programas abandonados por el Gobierno de Aragón que milita en la destrucción de su red de protección social y en su incapacidad para crear empleo decente. Se puede ser muy pobre incluso teniendo un trabajo.
La inversión pública es un motor necesario para reanimar la economía, pero en un marco de búsqueda de nuevo modelo productivo que ninguna institución ha comenzado aún. Una idea que parece radical, porque lo es, pero que defienden los foros globales de desarrollo más avanzados. Eso exige huir de la construcción de nuevas viviendas y de otra burbuja inmobiliaria. La ciudad tiene unas 10.000 vacías sin contar los desahucios más recientes y las ya licitadas en los barrios del sur.
Pero el debate sobre el modelo urbano no es debate sin participación real. Me acuerdo muchas veces de un desgraciado incidente con un desgraciado ciudadano con ánimo de súbdito que paró su coche en medio de la Pza de España de Zaragoza el 13 de febrero de 2003 para gritar histérico “!La democracia es mañana, la democracia es mañana!”. Gritaba a quienes nos manifestábamos todos los días contra la invasión a Irak a la que nos llevó Aznar, luego revelado comisionista de armas para EINSA. Al día siguiente elegíamos presidente para España y el PP ya temblaba con su derrota. Aquel súbdito confundía las elecciones con la democracia y se conformaba (o quería que lo hiciéramos quienes que no pensaban/sentían como él) con el voto emitido cada cuatro años y el silencio durante el resto de legislatura. Y no se trata de eso. Esa es la teoría de la mayoría conservadora y de las mayorías institucionales. En Aragón Rudi repite en las Cortes de vez en cuando: “los ciudadanos nos han votado” como la gran justificación de todo. En ZGZ se consulta el color de un puente sobre el Ebro.
Ha ocurrido con el Plan de Movilidad de ZGZ tras la implantación de la línea 1 del tranvía (que sigo considerando maravilloso) pero que nunca puede ser un medio único de comunicación entre barrios: se han dibujado las nuevas líneas del bus sin incluir a los interesados en la discusión del plan final y ha sido un mal plan. Nadie que no sea implicado en una decisión puede ser obligado después a considerarla como propia. Pasará con la “Zaragoza Esencial” y quizá con cualquier cosa que no se someta a esta idea básica democrática.
No hablo de referéndums sobre planes ya elaborados, cuyo valor es relativo en función de la información manejada. Hablo de elaboración común de los proyectos importantes de modo transversal mediante Planes de Participación. Mi abuela, que era muy lista, decía: “pregunta, coño”.
*Publicado en El Periodico de Aragón el 08.12.13