domingo, 24 de noviembre de 2013

La mítica del emprendedor*

“Emprende. Es tu hora. Es genial”. Discurso tras discurso construyendo una mítica salvadora que nos va a hacer a todos ricos de película. Pero la mítica del emprendedor (mucho más de la emprendedora) no es su vida real. Nadie recuerda que las bajas médicas son un insulto y un canto a la inanición; que en busca de un crédito bancario para una vivienda, por ejemplo, no puedes responder de un ingreso estable mensual, a pesar de que a la banca la rescatamos todos sin que nos pregunten nuestra opinión; que la economía aragonesa y española no las sostienen los grandes grupos de oscuros y dudosos pagos de impuestos sino las pymes y los autónomos/as; que no sabemos qué es un subsidio de desempleo ni algunos de los derechos sociales conquistados para la mayoría que las termitas gubernamentales van royendo a dentelladas fatales hasta su disolución; o que una autónoma que decide embarazarse no sabe qué es un permiso de maternidad o que si debe tener reposo los seis meses previos al parto, no ingresa un euro.
Su mítica es la del resistente si no se hunde en la primera oleada de trampas del sistema, la burocracia, los mordiscos de grandes grupos y los impagos y laaaargos retrasos de tus clientes (incluidas las instituciones) a los que en España estamos tan desgraciadamente acostumbrados. La última gracia ha sido obligar al Ayto de ZGZ a priorizar los pagos a la banca antes que a los proveedores. (Gracias Eloy Suarez, otro lucimiento de los tuyos).
Y luego existen los falsos autónomos, desafortunada expresión para referirse a los subcontratados por los malos empresarios que se niegan a contratar obligando al trabajador a convertirse jurídicamente en autónomo pero con obligaciones de asalariado, sujeto a una enfermiza productividad, y sin ninguno de sus derechos: en las agencias de noticias, en las operadoras de móviles, en las constructoras y ahora en las fábricas. Y por eso les encanta la famosa Tarifa Plana de la ministra Bañez. Incluso es el modo en que vuelven algunos despedidos a trabajar a sus viejos empleos por la mitad de lo que antes cobraban y cero derechos. Todos carpas en un mar infestado de pirañas. Ya lo dijo Francisco Bono, Consejero de Economía del Gobierno de Aragón, en un alarde de sinceridad y de confesión de su incapacidad: “nos guste o no, vamos a un modelo americano”. Toma ya privatización de la política.
Todas estas cosas no importan en el viciado discurso del emprendimiento desde las tribunas de la política institucional: miembros del gobierno que en su vida han emprendido nada excepto una carrera política de más de treinta años de cargo en cargo, y algunos responsables gubernamentales cuyo origen profesional se encuentra en las tripas de los responsables de esto que llaman crisis: agencias de valoración privadas que valoran en función de sus intereses y de sus clientes, grandes grupos internacionales, la banca, las eléctricas, el gas e incluso el propio FMI en donde ni olieron la que se nos venía encima. Y ahí es justo donde acaban y seguirán acabando los próceres del desastre de una y otra sigla. Ya saben, favor por favor, y a los de medio, pues oye, que emprendan, que es lo más en la modernidad de ésta economía líquida que tantas víctimas se cobra cada día y que ha de seguir cobrándose. Un modo elegante y supermoderno de terminar con los derechos sociales.
*Publicado el 24.11.13 en El Periódico de Aragón

sábado, 16 de noviembre de 2013

Tira la tele por la ventana, "Un juego de inteligencia"

“El hábito es la fuerza más poderosa, dale basura a la gente hasta que no quiera otra cosa.” Así es. Siempre, por lo visto. Pero podría ser al revés. No que no tuvieran hábito, sino que en lugar de comer mierda todos los días y a todas las horas, comieran cosas sanas, diversas y sorprendentes. Porque una mayoría sigue la tendencia sea cual sea. Y, después de todo, “no les das a tus hijos todos los días comida basura ¿no?”. Esta es la tesis de una película alemana de 2007 dirigida por Hans Weingartner llamada Un juego de inteligencia (Free Rainer) en la que se exploran los hábitos televisivos, se manipulan los datos y, tras una mentira, se cambia toda una sociedad y se hunde a los cretinos de la tele basura y sus valores.
Rainer es un arrepentido de vida acomodada, burguesa y violenta, productor de televisión premiado y con mucho éxito, bastante despreciable al principio, al que un shock cambia los planteamientos vitales. Rainer se alía con una activista política que fue víctima en su día de sus glorias televisivas llamada Pegah y con un lector empedernido y poco sociable que se mueve en la tripas de la red y a caballo de la tecnología como una ballena en las profundidades marinas. Junto a “desechos sociales” provocados por el paro, la soledad y el desprecio burgués del sistema, funda su propia comunidad humana dedicada a combatir la tiranía salvaje de la tele basura, las mentiras estadísticas de los audímetros "que controlan todo lo que pasa en Alemania" y a “liberar hogares” de esos comedores de mentes.
Puede que poco desarrollada, sin lograr todo el esplendor que promete y con más pistas que invitaciones, la película enfrenta como trágica comedia el fenómeno de la tele que insulta la inteligencia humana y que no tiene límites para generar nuevos programas que paralizan la cabeza y el corazón y arrojan muchos dividendos.
“Mis amigos han optado por no ver la tele o por verme a mí hablar sobre libros y política” dice una reportera  de televisión cuando cubre el fenómeno inexplicable de los cambios de hábitos televisivos. Nadie lo entiende, pero el sistema se escandaliza como nunca se escandalizó con que el consumo mayoritario fuera de mierda mental. El malo, el más malo (y sincero), el gerente de la tele en la que en otro tiempo trabajaba Rainer, ofrece algunas de las reveladoras frases de la película, capaces de explicar lo que pasa, por qué pasa y por qué va a hacer todo lo posible porque siga pasando: “Gracias a esto que te quieres cargar, la gente va a trabajar y luego se sienta enfrente de la tele y ya no sufre más, creen que la vida real es esto y ya no tiene problemas”. Un cínico repulsivo del viejo mundo frívolo y cruel de Rainer, que incluso pretende financiar su guerrilla una vez descubierta, y permitir que sigan con su revolucionario plan si sólo lo lleva a cabo contra las demás cadenas pero manipulan a su favor los datos de la suya. El “homo videns” no ha creado una nueva forma de pensar, sino una que ha dejado de hacerlo.
Y ¿esto cambia las cosas? En la película mucho: las relaciones sociales, las humanas y las mercantiles en un mundo de compra-venta que no se va a quedar aquí. La guerrilla, su proyecto, trastoca toda la vida de Rainer de un modo que nunca imaginó, lo libera. Y también cambia la vida de los demás. ¿Por qué? Porque el hábito existe en todos los órdenes de la vida y si se cumple la ley de la oferta y la demanda, vamos a usar sus herramientas de manipulación y tecnología para cambiar esa demanda y destruiros. Dejarás de comer-ver-hacer mierda y generarás el hábito de otra cosa mejor. No solo frente o sin la tele.
Un poco simple, vale. Y un guión escasamente desarrollado y un poco arquetípico por momentos. Pero con personajes y discursos vitales sobre un debate esencial y una realidad alienante, condensados en dos horas que se ven muy bien y que deberían llamarnos a la reflexión y la acción. Si quieres cambiar hábitos, claro.
Mírala y luego discute.
Aquí el tráiler (doblado al castellano):

martes, 12 de noviembre de 2013

¿Qué falla en la cultura?


¿Qué falla en la cultura? ¿Por qué no es más consumida y apreciada, y vamos caminando hacia atrás con la rapidez de una gacela?
A mi entender, el público, el dinero y la actitud institucional. Tres cosas básicas que podemos resumir en dos: dinero y actitud institucional, la ausencia de público es una consecuencia antes incluso que una causa. Si estás teniendo la sensación de pensar (o creer, más bien) en algunos insulsos topicazos sobre el dinero público dedicado a la cultura, piensa antes en tres cosas:
1- Insisto en que las subvenciones a los creadores y artistas y las estructuras que sostienen la cultura en España son mucho menores que las dedicadas a la agricultura, la fabricación de armas, el futbol, los toros o TVE. En términos absolutos. En términos relativos muchos más si se compara con la cantidad de personas que trabajan en cada sector, su importancia social, su público beneficiario y las estructuras públicas indirectas de las que disfrutan.
2- La cultura que es divertida se sostiene o desaparece en las agendas mentales de la gente y la “densa”, “minoritaria” o “intelectual”, también porque ambas están sometidas a los vaivenes del abandono institucional, de los “gustos” marcados por los medios y las corrientes creadas por quien la paga, ambas al albur de la crisis y ambas castigadas por unos valores que premian la banalidad,  castigan la reflexión y huyen de la seriedad. Los cines de cartelera estrictamente comercial están cerrando como cerraron los que ponían otro cine. Han muerto víctimas de la crisis, del IVA y del abandono de las políticas culturales que, donde quedan, son programaciones de actos (buenas o no) pero solo programaciones. Una política cultural es otra cosa. Como es otra cosa ocio y cultura que muchas veces no coinciden.
3- El dinero público tiene que fluir indispensablemente a la cultura. Sobre todo, porque no se trata de “mantener” a los artistas sino de asegurar algo fundamental en cualquier sociedad democrática y decente que se precie que es la Accesibilidad Universal de la cultura. Es decir, que todos y todas, por encima de su situación económica, personal, intelectual y geográfica puedan acceder al hecho cultural. Si una orquesta o un proyecto teatral no va cerca de tu casa a precios asequibles, no puedes verlos. Los dineros públicos en la cultura deben lograr eso y mantener estructuras estables en todos los territorios para que sea así. Lo otro, es para las élites.
En España además, el IVA cultural es del 4% pero, a diferencia de muchos países, solo se aplica a los libros. El resto de sectores tiene IVA industrial del 21% con alguna escasa excepción del 8%. Lo que no ocurre en ninguna parte de Europa.
¿Cómo cambiarlo? Insisto: dinero y actitud institucional. Dinero para las estructuras culturales independientes y sostenibles (en contra de lo que está pasando en España con los teatros, por ejemplo, bajo el terrible paradigma de Madrid, donde el poco dinero dedicado al teatro se va para mantener el teatro privado comercial de las grandes capitales a precios de taquilla inasequibles gestionados como negocio en manos de empresarios que buscan maximo beneficio posible), dinero para la accesibilidad universal de la cultura, dinero para la creación y dinero para la formación de profesionales y para la formación del público. Y cambio de actitud institucional que diferencie entre ocio y cultura (que pueden ir juntas o no), que entienda que un sistema cultural completo necesita de estructuras sostenibles y democráticas (teles, escuelas, universidades, teatros, auditorios, salas, estructura privada independiente, librerías, editoriales, bibliotecas, radios, periódicos, centros cívicos de distrito, ministerio, ccaa, museos, aytos, entidades sociales, escuelas artísticas….) alejadas de la barahúnda del show bussines, de la taquilla, de la gratuidad, de la banalidad, del interés de los grandes grupos y del uso partidario de la cosa, y que deben coordinarse como un ecosistema vivo con la participación de todos los sectores. Que diferencie la simple acumulación de actos con una política cultural definida y que entienda que el intercambio (europeo, entre ccaa, ciudades, territorios e instituciones que hoy no existe) es  esencial. Y que entienda que la cultura no es industria y que, de hecho, a veces no puede serlo por la fatalidad de los costes de estructuras humanas, en las artes escénicas por ejemplo, y que necesita de un marco jurídico y económico que permita que el dinero privado fluya a la cultura más allá del patrocinio de las grandes firmas a las grandes estructuras como Telefñónica y El Prado.
Resumo: Un cambio de paradigma y de visión. Aportación privada y pública sostenible y permanente. Concepto de sistema cultural. Formación. Economía.
Y un público que tenga, tras pasar por el súper, algo en el bolsillo que gastarse en su crecimiento personal.
Otro día ya pontifico sobre el control y gestión democrática de las estructuras culturales públicas.

domingo, 10 de noviembre de 2013

Erasmo (de Rotterdam) y la escuela (de todos)*

En 1466 nace en Rotterdam el que hoy conocemos poco y mal como el primero de los “pensadores de occidente consciente de ser europeo”. Un hijo “ilegítimo” de cura llamado Erasmo, humanista y pensador, que da nombre al programa universitario de intercambio y a las becas que luego otorga cada estado de la UE y que el nuestro ha rebajado de ridículos 63 millones de euros en 2011 a insultantes 15 en 2013, un 75% menos.
Erasmus son los padres. Nadie que no tenga cierta holgura económica puede aportar el dinero necesario para ser Erasmus al que sumar luego la beca. Porque estudiar es muy caro y placentero intelectualmente, y muy caro y duro económicamente. Y hoy se ha decidido restringir de nuevo la educación.
Erasmo defendió el saber como instrumento de evolución y convivencia pacífica en una especie de espiritualidad universal y europeísta. Hablaba de la reforma interior, de espíritu, pensamiento y cultura que debían acompañar las reformas estructurales. O sea, escuela y educación. En su Elogio de la Locura (más bien de la estupidez, porque se escribió en latín y lo tituló Stultitiae Laus) narra irónicamente cómo se es más feliz en la necedad que en el saber, más cómodo y ligero, y cuantos se conforman con mitos y creencias para no pensar y hay a quien les gusta ser gobernados como un asno.
En una biografía de Erasmo, publicada en 1938 por otro europeísta apátrida y pacifista llamado Stefan Zweig, se dice de él: “pacifista combativo, el abogado más elocuente del ideal humanista, deja como legado el sueño de la humanización de la humanidad y el triunfo de la razón clara y justa sobre las pasiones egoístas”. Pero Erasmo se lo reserva a una oligarquía y a una aristocracia de la cultura que desprecia al pueblo. Una elite gobernante con cultura y una masa obediente guiada.
Varios de los discípulos del humanismo de Erasmo a lo largo de los siglos como Diderot, Spinoza, Voltaire, Tolstoi o Ghandi hablaran después sobre el cosmopolitismo, la razón y la lucha contra “el empequeñecimiento de las mentes” y de cultura de paz e igualdad, pero para todos. Todo un discurso contrario a cualquier liberalismo económico y clasismo depredador que hoy España ha asumido como modelo único y urgente y en el que se enmarca la ruin política de (no)becas Erasmus y de comedor, de estudios, la universidad elitista, la escuela separada que está dejando de ser universal, y la determinación de dejar el pensamiento y los niveles de educación que no sean básicos a los hijos de la élite para cuyos intereses se gobierna. En España, en Aragón y entre los dueños de Europa. Y el pueblo asiente porque el saber y la cultura se valoran solo de boquilla, pensar parece aburrido, se exhibe el orgullo del ignorante que quiere seguir siéndolo, se equipara a unos y otros en un ejercicio de banalización e infantilismo, y no se diferencia entre saber, pensar y creer.
La escuela debe ser inclusiva, universal, laica y diversa. Así se forja una sociedad con posibilidades distintas al productivismo y la subsistencia, y se siembra, para cuidar luego, la tan cacareada excelencia que jamás fluye sin una cuna de escuela para todos por igual.
Ese es el debate en mi opinión. Y lo estamos perdiendo porque tienen un proyecto y lo llevan a cabo. Nosotros solo resistimos los golpes. Como mucho.
*Publicado en El Periódico de Aragón el 10.11.13