domingo, 16 de febrero de 2014

De pueblo y otras falacias*

En el discurso del apoyo al medio rural, nuestro jefes son muy palabreros y muy pocos eficaces (siendo benevolente porque podría decir que les importa nada o que tiene un modelo de viejo terrateniente con un proyecto muy rentable y poco sostenible). Pero sus actos disparan contra la línea de subsistencia del campo que a la mayoría de los habitantes de las ciudades se nos olvida que es de donde viene la comida. Han eliminado los trenes al Alto Aragón, han cerrado quince escuelas rurales, las AMPAS turolenses han tenido que amenazar con ir al tribunal de Estrasburgo por condenar a los escolares de las comarcas centrales a recorrer kms hasta las escuela más cercana, las comarcas advierten que sin la financiación que la DGA les ha reducido no pueden atender los servicios sociales ni las migajas que restan de la desvirtuada Ley de la Dependencia y el único modo de acceder a la inmensa mayoría de los núcleos rurales es el coche privado porque hemos dejado la ya maltrecha red de comunicación colectica de buses y trenes en las neblinas del pasado. O el mero hecho de recortar becas universitarias y subir las tasas dificulta más el acceso a la educación superior de los jóvenes rurales porque al coste innato de la educación recortada deben sumar desplazamientos, alojamiento y manutención que los urbanos tienen (en principio) en su casa. Un ejemplo de lo que debería ser un valor cultural de la marca Aragón es todos nuestros castillos, monasterios, hospederías y paradores en el medio rural a los que solo puede irse en coche privado. Insisto. Cuestión de modelo
Sus consecuencias son el abandono rural. Hechos. Lo otro es palabrería. Y de palabreros que creen que limitarse a gestionar o votar lo que diga el jefe sin recordar que la política y las instituciones están para cambiar las cosas, está la política llena. Lo que me recuerda cómo la mayoría de las instituciones y sus voceros siguen negando la realidad más tozuda y cruel de nuestra vida cotidiana: que hay niños y niñas con malnutrición porque sus padres no tienen con qué pagar la comida, que hay enfermedades desaparecidas que están repuntando por las vacunas no gratuitas que están dejando de ponerse por sus precios, o que hay librerías aragonesas que ya no aceptan vender libros de texto porque la DGA les debe dos millones largos de euros desde octubre, y ellas han pedido préstamos bancarios para pagar a sus proveedores cuyos intereses nadie les va a abonar después, como denunció ante cierto silencio institucional el diputado Aldolfo Barrena (IU).
Incluso ese viciado debate que promueven interesadamente los gobiernos de algunas comunidades vecinas sobre si financiar a los territorios en función de los km o los habitantes, y ante el que el nuestro mantiene un perturbador silencio, y que es una falacia. Mantener una UVI móvil medicalizada, una escuela rural o un hospital comarcal no cuesta lo mismo en un territorio disperso o concentrado, más allá de cuento mide. Los dos parámetros deben tenerse cuenta.
El apoyo al medio rural es algo más que discursos presidenciales vacuos, es un proyecto de modelo sostenible que hoy no se ve claro.
* Publicado en El Periódico de Aragón en 16.02.14
Foto: Despoblación.blogia.com