domingo, 22 de junio de 2014

De los mejores de los nuestros*

Del estado de la enseñanza ya se lamentaba Petronio en su Satiricón. Pero, 1900 años después, termina un curso escolar con una situación de desbarajuste, incertidumbre y abandono como no se vivía desde hace veinte años y con el horror añadido de haber destruido cotas y derechos que ya habíamos alcanzado.
La escuela pública aragonesa sufre ahora insuficiente atención, pérdida de calidad, desplazamientos y graves déficits en el transporte, malnutrición, cierre de escuelas rurales, 47 aulas menos de infantil, desvío de fondos a la concertada, una LOMCE inaplicable, más dogmas religiosos que filosofía, supresión de programas lingüísticos de inmersión, estudiantes tronzados en mitad de su carrera, bloqueo de oportunidades por la drástica reducción de las becas, los Erasmus y la subida de tasas, niños sin libros en la primaria o división social en las escuelas. La escuela tiene una tarea más allá de la meramente educativa que es paliar las diferencias sociales de origen ofreciendo igualdad y oportunidades. Hoy no solo no se palian sino que se acrecientan al evidenciar el desamparo de muchas personas y sus hijos e hijas provocado por lo que llaman crisis y el fracaso de un modelo económico que, lejos de superarse, pretenden afianzar y endurecer.
Pero las consecuencias que están por ver serán peores porque entonces veremos generaciones excluidas de la educación superior, problemas de salud derivados de la mala y escasa alimentación ahora puestos en números por la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria, profesionales huidos, retrasos en la investigación, oportunidades perdidas y vuelta varias casillas atrás en el juego de la sabiduría, el conocimiento y el progreso de un país que en el contexto europeo habrá vuelto a la cola. Solo que esto es como el sueño que no has dormido y las vitaminas que no has ingerido a tiempo. No se recupera. Siempre queda el agujero.
En un escalón más arriba, de donde nace la ciencia y vive el conocimiento (espero), los propios datos oficiales reflejan como perdemos un científico de cada cinco en la Universidad y en los centros del CSIC. En los últimos cinco años han sufrido el recorte del 50% de la inversión pública y el colapso casi total para científicos e investigadores, más la imposibilidad de capturar, promocionar o mantener el no poco talento que tenemos.
Según el Observatorio de Estudios Universitarios, España está entre los seis países europeos con las universidades más caras y con menos ayudas, y se aproxima al modelo británico en precios y exclusividad (con los peores datos de la UE sobre bienestar social como consecuencia de sus políticas de desigualdad) donde no se considera la universidad tanto un beneficio para la sociedad como un beneficio personal. La negación de compartir el conocimiento. Ese es el núcleo del problema: definir un medio educativo clasificador para un modelo social clasificado: élites y masa, nuestros hijos y los vuestros, amos y gobernados.
Quizá es un delirante plan para combatir cualquier atisbo de igualdad de quienes en otro momento y lugar hubieran sido los mejores de los nuestros.
* Publicado en el Periódico de Aragón el 22.06.14

viernes, 13 de junio de 2014

Palabras, Mentira y Guerra. Varios títulos (de hoy)

La mentira siempre forma parte de la guerra. Y de la política. Y hay un tipo de política que se ha nutrido de las guerras entre estados con víctimas entre los ciudadanos que casi nunca han sabido rechazar.
El estado francés, como cualquier otro, mantuvo durante la Primera Guerra Mundial (como en cualquier otra) un servicio oficial de censura postal que eliminaba, corregía o modificaba las cartas que los soldados enviados a morir al frente por una bala, un obús o por la condiciones a las que su propio estado les condenada, enviaban a sus familias, parejas o amigos. Cada vez que alguien narraba las condiciones de hambre, congelación o suicidio forzado o mostraba decaimiento, dudas en los generales o el gobierno, deseos de paz o ganas de entender al enemigo era censurado o acusado. Los delitos que los militares asignados a la censura castrense consignaban en sus informes semanales eran “pacifismo”, “falta de moral”, “confraternización con el enemigo” o “revelación de la situación geográfica demasiado precisa”. 
Mucha de esa información aún se guarda en el Archivo de la Gran Guerra en París. Y de ellos, y de cientos de devastadores, tiernos y reveladores párrafos censurados en las cartas de millones de franceses condenados a luchar, se sirvió la periodista y escritora Bénédicte des Mazery para su novela de 2008 Vidas Rotas (La vie tranchée) editado en castellano por Alianza-bolsillo en 2014 con traducción de Manuel Talens. Una novela atravesada de dolor en forma de párrafos reales de las cartas escritas en los seis años de guerra que mató a cuatro millones y medios de personas reconocidas. Sin contar las víctimas del hambre, enfermedades o frio en retaguardia generado por la locura belicista de imperios y estados. La relación de íntima amistad de Louis, asignado al servicio de censura tras perder los dedos de los pies, y de Fernand con quien comparte trinchera y heridas, sirve de excusa para destilar el horror de la guerra en todos los bandos, las mentiras de sus estados mayores y el valor de dos o tres pacifistas y un par de desertores cuando han de volver, heridos y todo, al horror del que escaparon durante algunas semanas.
 
El mismo horror, narrado con mucha más brillantez y crudeza poética, salvados por la ironía y el humor, también en Francia y también justo tras la I Guerra Mundial, es el escenario y la razón de Nos Vemos allá arriba, de Pierre Lemaitre (Salamandra 2014 en castellano con traducción de J.A Soriano Marco).  A la vuelta de la guerra un teniente con ínfulas de heroicidad, sin pudor y con el único deseo de ganar prestigio y poder, finge una última orden y dispara a dos de sus hombres. Éstos viven salvándose mutuamente y uniendo sus vidas para siempre en un siempre muy corto del que apenas logran librarse del teniente traidor, ahora rico, poderoso, condecorado y aún más malvado. El gobierno vive una sucesión de corruptelas con el argumento de la gloria de los caídos, los vueltos de la guerra vagan por París muertos de hambre, abandonados y despreciados, y solo los miembros del régimen (del régimen de cada momento) prosperan a lomos de la traición y la corrupción después de ser responsables de millones de muertes.
Un valiente desertor tras cinco años de horror canta en Vidas Rotas: “...a los peces gordos les va a llegar la hora…”. En Nos vemos allá arriba, quieren llevar eso a la práctica con un peculiar estilo que no siempre sale bien, de modo individual y, en el fondo, dotados de una enorme capacidad de amar. Ambas novelas cuentan la verdadera razón de la guerra, la sumisa y estúpida aceptación del horror por parte de las poblaciones y el aprovechamiento inmoral y asesino de muchos “compatriotas” que en la muerte y la guerra también encuentran acomodo y una forma de negocio. Han sido convencidos por los poderosos aparatos de propaganda, como parte de una cultura que aún persiste, donde la fe en un símbolo hace que se acepte esclavizarse por el poder y nunca se le pida cuentas a pesar de los fugaces destellos de identificación con el igual de la otra trinchera que en la censura militar llaman “delitos de pacifismo y confraternización con el enemigo”. Es la extraña y habitual razón que hizo que las masas de pobres enviados a morir en las guerras imperialistas no se sublevaran como analizaba Gramsci. La formación de la mentalidad sumisa que explicaba en los 80´s y 90´s el profesor de periodistas Vicente Romano y que desarrolló luego en sus teoría del lenguaje y sus usos en La Intoxicación Lingüística.
 
En 2007, Adan Kovacsics, traductor chileno de literatura húngara y austriaca, afincado en España, escribió Guerra y Lenguaje (Acantilado, 2007) donde desentraña precisamente el trabajo en la 1º Guerra Mundial del recién inventado Cuartel de Prensa en el ejercito austro-húngaro en el que “escritores” entregado al régimen elaboraban desde Viena propaganda para ensalzar el esfuerzo de las tropas y subir la moral. Los periódicos (como hoy  también las tv, radios, etc…) se llenaron de mentiras diseñadas por el poder. Kovacsics duda de la capacidad de la lengua para contar el mundo pero no tiene ninguna duda de cómo la inventa y la manipula. Y cuestiona la entrega de reales o falsos "intelectuales" a la causa del horror y la mentira con la burda excusa del patriotismo cuando a la patria le llega el barro de las trincheras a las rodillas y sus habitantes mueren por minutos. Por eso, como el movimiento pacifista enseñan hace mucho tiempo, antes de aprender la paz, hemos de desaprender la guerra y desaprender la violencia.

Sin guerra física, pero en guerra ética, en España, el teniente Luis González Segura  narra en Un paso al frente (Tropo Editores 2014) las corrupciones generalizadas, las mentiras, los privilegios, los robos y abusos cotidianos en el ejercito español. Va por los 15mil ejemplares vendidos de un libro que, parapetado en forma de novela, “pinta un cuadro sombrío de la vida militar, salpicado de corruptelas, privilegios y abusos de poder (desde el reparto arbitrario de condecoraciones al recorte de la comida de la tropa para poner una sauna a los mandos o el fraude del combustible)”. González Segura se enfrenta a perder su trabajo y a una condena de prisión por denunciar corrupciones que han pasado por alto o avalado los ministros Trillo, Bono o Morenés “y los que vengan” y por la carta final al ministro en el epílogo de la novela que firma el protagonista de la narración. La contradicción de juzgar a un militar por escribir ficción es el mayor reconocimiento del miedo y la corrupción que asola a los mandos.
Hoy esa censura es mayor, desde luego. Ampliada a los nuevos formatos de comunicación humana empezando por la tv y su vergonzosa y asesina actitud sin excepciones durante las guerras de El Golfo, Los Balcanes o Siria, las redes o el antes llamado periodismo. Y se ejerce directamente en las redacciones aquejadas de la más lamentable enfermedad del periodista por encima del miedo que es la autocensura. La libertad personal, la verdad y la justicia son las primeras muertes. Luego millones de seres humanos.
Cuatro lecturas imprescindibles (Nos vemos allá arriba es una novela excepcional premiada en Francia con el Goncourt) para reflexionar con datos sobre lo evidente: la mentira y la manipulación son parte de la guerra (aunque vivamos hoy alguna sin cañones) y los dueños de las palabras y sus maquinarias de mitos que nos creemos, son las únicas que ganan algo.

miércoles, 11 de junio de 2014

Manifiesto por la Escuela Pública

* Texto escrito en Zaragoza para la Fiesta Reivindicativa organizada por la Plataforma en Defensa de la Escuela Pública de Aragón el 11 de junio de 2014

Nuestros hijos e hijas ni reciben ni quieren recibir asignaciones de 100mil euros anuales a los 9 años. Nuestros hijos e hijas necesitan un sistema educativo público de máxima calidad, creciente en el tiempo y estable en su definición y en su financiación. Sin embargo, no solo no lo tienen, sino que sufren el abandono paulatino, sistemático y militante de una administración que, lejos de asegurar el servicio básico que una democracia moderna exige, lamina sus estructuras y roe cual termita insaciable la escuela de todos y todas para todos y todas. Esto es tan sencillo como apostar por un modelo universal y público democrático, o hacerlo por una red de privilegio para privilegiados;  tan fácil como generar un sistema diseñado para el presente y el futuro o un sistema para separar por clases sociales a los niños y dividir la sociedad coartando sus oportunidades y su talento, negando la igualdad a los iguales y negando las necesidades de los desiguales para conformar una sociedad de veras democrática.
Podríamos apelar a la ilustración, a Rousseau, a Montequieu, a Flora Tristan, a Jhon Dewey, a Ortega y Gasset, a Ramón Acín, a Fernando de los Rios, a Celestín Freinet, a Machado, a Miguel Servet, a Erasmo de Rotterdam, a María Moliner, a Tolstoi o a Joaquín Costa. Todos y todas ellas teorizaron y llevaron a la práctica la idea de una escuela universal y laica asentada en valores democráticos, atenta a la diversidad y capaz de superar las desigualdades de origen que tuvieran su explicación en la clase social, el territorio o el género. De ese modelo en el que trabajamos, ese modelo al que llevamos a nuestros hijos e hijas, de ese modelo que defendemos como ciudadanos y ciudadanas para construir un país y un mundo mejor, estamos orgullosos. Muy orgullosos. Pero junto al orgullo, lloramos y denunciamos su abandono.
La clase política elitista que ocupa el Gobierno de Aragón pronuncia palabras que en su boca pierden todo su significado. Habla de educación, excelencia y progreso pero no saben qué significa ninguna de estas tres cosas. Ni una cuarta llamada justicia, ni una quinta llamada igualdad. Con sus palabras dicen: calidad, apoyo, prioridad, formación. Con sus hechos perpetran abandono y una decidida apuesta por la privatización, son carcoma royendo nuestra escuela, ingenieros del desastre con el esfuerzo y el sufrimiento ajenos que se llevan los recursos públicos de todos a la escuela de los privilegios que ellos llaman concertada, y que cambian las letras, la filosofía y la ciudadanía por un dios y sus leyendas, y las oportunidades por la condena.
No apelamos sin embargo a las figuras de la ciencia y el pensamiento que hemos citado. Se lo ponemos mucho más fácil dada la demostrada incapacidad de los gestores públicos de la escuela. Les damos las claves:

1. Queremos una escuela pública aragonesa de todos para todos que reconozca en su gestión y enseñe en sus esencia, los valores de la participación;
2. Queremos una escuela pública aragonesa que entienda que la salud también se defiende y enseña en las aulas y los comedores, y que asegurar la educación de calidad pasa por asegurar la nutrición de los niños y niñas cuyas familias ustedes han hundido con su servicio a un devastador mercado;
3. Queremos una escuela pública aragonesa acorde con los tiempos, europea, laica, multilingüe, con el personal suficiente y suficientemente preparado para desarrollar con los criterios pedagógicos y científicos más modernos. En el aula, en el patio y en el comedor;
4. Queremos una escuela pública aragonesa con libros, espacios, transporte material, tecnología y centros suficientes en los barrios viejos y en los barrios nuevos, para vadear las necesidades cotidianas necesarias y formar ciudadanos y ciudadanas democráticos antes que productores; sin distinción por origen, raza, género, personalidad ni territorio y vinculada a su comunidad humana.
 
Si lo han entendido, consejera Serrat y Presidenta Rudi, acepten y financien. Y dediquen sus esfuerzos a ello, no a destruir lo que ya habíamos logrado. Si no lo entienden (que nunca se sabe) o no lo aceptan, dimitan. Váyanse. Fuera. Porque no toleraremos más ataques a la escuela pública ni su disimulado pero obvio intento de convertirla en un gueto para la subsistencia de desfavorecidos, con una escuela para dirigentes y otra escuela para dirigidos, un sistema público educativo en proceso de desguace y maquinaria de selección social cuyas consecuencias más siniestras se verán a más largo plazo. Nos han robado 160millones de euros de la escuela pública. Tráiganlos de vuelta. La democracia de verdad no lo puede tolerar. Nosotras y nosotros tampoco.
Se lo diremos en inglés: A public school, universal and for everybody for a modern and democrat country.  Inglés aprendido antes de que ustedes nos dejaran a medias.
Se lo diremos en francés: Une école publique pour tous, pour un pays moderne, démocratique et juste.  Aprendido antes de que pensáramos que sería el idioma de nuestra subsistencia cuando nos echan del país.
Se lo diremos en aragonés que ustedes llaman lapao para vergüenza generalizada Amenestemos una escuela ta todas y tozs ta fer un moderno, democrático y chusto país. Aprendido en la escuela rural que nos están cerrando.
Y se lo preguntaremos una vez más, presidenta y consejera:
¿Lo entienden? Bien. Pues actúen y financien.
¿No? Pues váyanse.
No las queremos así a ninguna de las dos. Lo que queremos es una escuela pública para todos y todas y de todos y todas.
**Foto: FAPAR

domingo, 8 de junio de 2014

Madurez*

Los mercados no tienen derecho a voto y, sin embargo, son quienes definen las políticas que la elite ha asumido y nos impone con una dulzura derivada de la aceptación colectiva de que las cosas son como son. Sin embargo, las cosas son como queramos que sean. Eso es madurez. Somos individuos maduros que deben reclamar su derecho a tomar decisiones más allá del voto tras el cual, cada vez se respeta menos la voluntad del votante víctima otra vez de la necesidad de los mercados, la actitud de quien detenta el poder y la tramposa política de la vieja escuela asentada en la élite. ¿De dónde salió la decisión de Zapatero y Rajoy de inventarse, nocturna y secretamente, el artículo 135 de la Constitución sobre el déficit? ¿De dónde el reparto del poder en la comisión Europea ajena al resultado electoral del 25M y la proclama de Merkel asentida por los dos grupos mayoritarios de que tomaría las decisiones necesarias sin atender al reparto del Parlamento que sigue sin decidir nada importante? ¿De dónde la negativa y el miedo a que tras la abdicación de Juan Carlos no se nos consideren una sociedad madura y con derecho a decidir la forma de gobierno y el modelo de estado, e incluso se silencie el debate republicano suscitado? ¿Por qué se recurre a las mentiras para negar esta posibilidad? ¿Por qué “ellos” son la elite que sabe y nosotros no? ¿No son eso violaciones obvias de la Constitución y la Carta Social Europea, para dejar su esencia en un formalismo de apariencia democrática cuando las decisiones vienen impuestas por el poder financiero? ¿En qué momento hemos olvidado que el gobierno no es equivalente al poder y que a este no lo elegimos? ¿Por qué la Constitución es inviolable para poder opinar sobre el régimen y la política económica neoliberal y es un desbarajuste absoluto en los artículos que hablan del derecho al trabajo digno (frente al desempleo y a la precariedad de subsistencia) y a la vivienda, y de igualdad ante la ley, violados sistemáticamente por razones políticas y por haber asumido una desigualdad económica que diluye tus teóricos derechos porque no puedes pagártelos? Es así desde el acceso al juzgado con tasas impagables para pobres, hasta el coste universitario, los recortes de salud o los dramas de desahucios. ¿Qué es eso de la generación mejor preparada, la que viaja, habla idiomas, piensa, inventa, evoluciona, pero emigra por necesidad y no puede generar sus propias formas de participación política? ¿Por qué hemos confundido el derecho (inviolable y nuestro) con el permiso (que nos han de conceder otros sin merma de su poder y a su conveniencia)? ¿Por qué aceptamos la confusión de autónomo con subcontratado asumiendo todas las obligaciones jurídicas y fiscales y renunciado a todos los derechos?
Sobre la democracia, Montesquieu y Rousseau disienten en un aspecto esencial: el primero habla de separación de poderes y sufragio; el segundo suma además la participación directa y el reparto porque la democracia no es posible “si unos pocos tienen demasiado y muchos carecen de todo”. Cuestión de modelo.
Ha llegado el momento de crecer y de no dar por sentados los axiomas que dibujaron la llamada transición, y de dar a la democracia y a la política un sentido más amplio y noble que el conocido. Lo somos, somos maduros para decidir.
*Publicada el 08.06.14 en El Periódico e Aragón.
**Imagen extraída de attaccmadrid.org