domingo, 20 de julio de 2014

Política*

Demasiadas personas de la política aragonesa llevan demasiado tiempo calentando poltronas en cargos rotatorios. La presidenta Rudi lleva 31 años y ha sido casi de todo. Javier Lamban también. Y de allí para abajo sus bancadas están llenas de profesionales políticos con décadas en los pasillos del poder. Y eso, digan lo que digan en sus gastadas y cansinas retoricas, les impide ver la vida real de la mayoría porque no vivirla no permite entenderla, y no pueden ni encabezar ni representar ninguna regeneración democrática. Su juego dialectico está en una paranormalidad de cristales tintados. No es que estén en otra dimensión, ni miren la vida siquiera por la ventana. 16 años en un escaño, 25 de concejal, o 35 recorriendo puestos y soñar con el Senado para la jubilación es asentamiento perpetuo en las tramas del poder. Y es ideología. Conservadora, claro. Una política vieja de viejos métodos.
No es sólo la edad de los representantes políticos, ni sus caderas ajustadas a un sillón, ni la mayor o menor presencia en redes sociales ni otras fórmulas de estilo. Es qué política. Una ideología, un concepto profundo, real y horizontal de la democracia y, sobre todo, un programa político y su modo de elaborarlo y de llevarlo a cabo. Sin olvidar que los y las representantes públicos se deben a sus representados cada día, que los discursos del interés general, su “sentido común”, la “sensatez”, “ahora no se puede”, etc… son siempre una antidemocrática excusa perversa para hacer lo que mandan de veras y el aparato necesitan en cada momento para perpetuar su grado de poder y salvar su culo. Exactamente eso significan las únicas propuestas de Rudi en el debate de ésta semana, envueltas en hora y media de palabrería banal y en números retorcidos que en la vida real de la mayoría no significan casi nada y ese casi, se parece mucho a la mentira.
Parecido le pasa al PSOE (que no es lo mismo), bancadas eternas y una práctica que contradice su discurso moral y que incapacita muchas de sus “propuestas” que enseguida se vuelven banas. Han elegido un renovador para hacer la conocida política palaciega de antes de ayer en alianza con los viejos poderes y presentan en Aragón a un sólido político de antes de antes de ayer. Pero Aragón es otro, distinto y peor. El paroxismo de ambos llega cuando se enzarzan por el déficit y la deuda obviando que deriva del art. 135 de la Constitución escrito y aprobado por ambos.
Así que pienso, (creer, no creo en nada, es la virtud del ateo) y siento (sentir, siento casi todo, es la virtud del humanista) que necesitamos mucha más política. Mucha. No más teóricos, ni gestores, ni imágenes públicas ni rostros-icono, sino más política y más gente haciendo política. Pero otra, con otros políticos, de una confluencia social de las izquierdas, y una ruptura democrática que permita “devolvernos” el poder real arrebatándoselo a los dueños de las cosas: las finanzas, el “gobierno del dinero organizado” (término de Roosevelt, no crean que de un radical), los especuladores profesionales, los expertos en intercambio de favores y sus fieles servidores de los que estamos rodeados. Para ganar gobierno y ayuntamientos, pero también para ganar la ciudad y el territorio.
*Publicado en el Periódico de Aragón el 20.07.14

domingo, 6 de julio de 2014

Precarizame, por favor*

Somos un país con el IVA más caro de la UE y con una de las menores recaudaciones por la asfixia del consumo y el fraude según el Observatorio Europeo de Política Fiscal, con el 90% de la caja pública aportada por las rentas del trabajo y con la tasa de paro más alta de la UE tras Grecia: 25´1%  según Eurostat. Aunque aquí gusta maquillar las cifras para mejorar un pelín el resultado, los datos de empleo que muestran “la mejoría” no son los de filiación a la Seguridad Social, si no los del Servicio Público de Empleo que no contempla los parados reales.
Se puede percibir como son consumo, hambre o desesperanza. Pero hay datos: De las 98.836 personas inscritas en el paro en Aragón, 28.530 cobran el desempleo, 20.951 el subsidio y 4.785 el IAI. 45.000 personas no cobran nada. No están cotizando a su pensión de jubilación para la que no habrán cumplido los años mínimos que les de derecho a percibirla. Como el 53% de las personas con menos de 30 años que nunca ha trabajado. Supimos en primavera que la mitad de los contratos firmados este año no duraban más de tres meses y que el 17% no pasaba de la semana. Grandes datos extraídos del propio Banco de España.
Somos también un país en el que hay gente superviviendo con sueldos de 800€ (y de cero) a la que en mayo le contaban que ésta era la buena dirección y que había que azular más Europa para azular más España, y que acepta que Jean Claude Juncker, corresponsable del desastre, elegido presidente de la Comisión Europea a pesar de que no iba en ninguna lista electoral, cobra 360.000€ brutos al año más otros 1418 mensuales para “gastos de representación” según la propia UE. “Demagogia” -oímos gritar a sus señorías azules y a sus entrenados colaboradores- “estamos creando empleo”. Pero es fácil vociferar sobre la fe propia y la miseria ajena. Los empleos “creados” y la “mejoría” en la que mucha gente necesita creer para resistir cada mañana no son reales. El porcentaje de contratos indefinidos en España es del 7%, los únicos empleos que han aumentado son a jornada parcial: verano, turismo y rebajas, y de los 48.280 contratos firmados en el mes de junio en Aragón, 45.121 son temporales y 3.169 indefinidos.
Sí, los datos marean. Atontan. Y estamos acostumbrándonos a un discurso oficial glorificador que esconde su verdadero objetivo y modelo social. Las cifras pueden ser retorcidas y vueltas a retorcer hasta que apoyen durante al menos un segundo televisivo la verdad oficial que debe ser proclamada. Luego, abajo, en la calle, en el piso por pagar y la luz apagada y los niños de una comida al día, la percepción es otra.
Mientras tanto, el cuento del IRPF descontado en nómina (si tienes una) que vaciará más las arcas públicas y te dejará 150 euros más en la cuenta pero te costará 600 euros más todo lo demás, incluida la cifra de varios dígitos que puede costarte la vuelta al cole a la vez que ves llegar el otoño y terminar tu gran contrato precario. Ah!, aquellos años en los que gozamos de no haber caído en el mileurismo que ahora celebraríamos como un triunfo.
“¿Se trata de trabajar, no?” preguntan. No. Se trata de vivir con dignidad y para eso se trabaja, preferiblemente, en algo que te haga sentir bien. El objetivo es tener con qué vivir, trabajar es el medio si tiene las mínimas condiciones, si no, es algo parecido al esclavismo consentido y a una ficción de bienestar que solo llega en versión televisada. Temporalidad y precariedad son marcas de moda.
*Publicado en El Periódico de Aragón el 06.07.14
Foto: CNT-Spanair