domingo, 23 de noviembre de 2014

Reindustrializar*

Hace unos años los amos de las cosas en Europa planteaban que quizá los países de la UE “ya no debían seguir siendo un motor industrial”, que mejor eso se lo dejábamos a los países asiáticos y al norte africano, para que Europa se dedicara a menesteres como “el I+D+I y el desarrollo tecnológico”. Hoy, el miércoles en ZGZ sin ir más lejos, el discurso de los grandes hombres del dinero viró hacia atrás en un requiebro dialectico más que medido: la gran industria, la fabricación de productos, debe ser la vía por la que salgamos de lo que llaman crisis (aunque siempre se nieguen a llamarla sistémica) “porque genera valor añadido y empleo”.
Ese era el mensaje y el diagnóstico emitido como una exigencia incuestionable. Los emisores eran los encorbatados responsables de las grandes empresas que operan en el territorio. De acuerdo. Pero es en la receta donde está la gracia. ¿Qué ha cambiado para que el discurso del poder económico sea de repente otro? Creo que algunas cosas en la vida del 99% de la gente. Para empezar, cuando deseaban trasladar la producción a otros países estaban soñando con condiciones económicas, sociales y sindicales más favorables a sus intereses. Aquí tenían investigación, tecnología e innovación. Allá multitudes necesitadas de trabajar a cualquier precio, gobiernos poco exigentes, leyes muy laxas, fuerza bruta de trabajo barata y ningún miramiento con los derechos del personal. Pero hoy ya no. Hoy lo tienen todo aquí: desarrollo, tecnología, formación, generaciones de trabajadores y trabajadoras formadas y… (la madre del cordero) multitudes dispuestas a trabajar por muy poco, gobiernos poco exigentes, leyes muy laxas y fuerza bruta de trabajo barata tras las escandalosas reformas laborales, la política económica de Bruselas y Madrid y las dramáticas cifras del paro.
Mientras desgranan discursos sobre “el capital humano, la importancia de la gente y el talento”, se aseguran de que quede claro que exigen “flexibilizar más el mercado, reducir costes laborales, contener los sueldos, reducir aportaciones a la seguridad social, hacer del sábado un día laboral generalizado, trabajar algunos fines de semana y hacer contratos estacionarios”. Eso sí, con “prestigio y reconocimiento social”, añaden, porque “España ha cometido un error tremendo desprestigiando la FP y la motivación también viene por parte del reconocimiento social”. Aleluya! Seremos reconocidos socialmente, a 700 euros al mes y sin seguridad de continuidad pero reconocidos socialmente. Supongo que la cultura, la sabiduría y la formación humana ligada a la capacidad laboral se buscan en google.
Tuvieron al menos la decencia de denunciar la reforma energética del gobierno al servicio del lobby energético (ese que cree en la energía de España) porque el desbaratado y perverso precio del megavatio por hora es el doble que en Alemania o Francia.
No es lo mismo aquí que allá, por supuesto, pero ya han generado distintas condiciones para sus grandes negocios: la precariedad como modelo incuestionable y la reserva constante de nueva, pobre y baratísima fuerza de trabajo.
* Publicado en El Periódico de Aragón el 23.11.14

jueves, 20 de noviembre de 2014

Una Madre. Alejandro Palomas. Siruela, 2014 *

 
“No se puede encontrar la paz evitando la vida, Leonard”, dice Virginia Woolf a su marido en Las Horas, la película de Stephen Daldry, basada en la novela de Michael Cunninghan. Es la cita que abre Una Madre. Fer es la voz narradora de este universo emocional sensible y doloroso sobre él mismo, sus hermanas, sus parejas, su pasado, un padre despreciable de escasas y catárticas apariciones, y las fantasías de Tío Eduardo y sus esperas. Han sido por fin reunidos por Amelia, catalizador de los secretos, alianzas y devenires familiares, en una Nochevieja que promete ser memorable sin levantarse de la mesa. Amelia lo sabe todo, o lo inventa o lo busca en los recovecos emocionales de los suyos. Ha iniciado un declive mental y físico evidente que aún puede verse divertido. Tiene la sinceridad como sostén y el amor como palanca, y una amiga iniciada en artes mágicas que la llena de optimismo. Enfundada en unas horribles zapatillas por su casa de protección social para mayores, su declive mental y un par de copas de cava, ayudarán a que el futuro de cada uno y el pasado familiar sean un poco más comprensibles.
Madres atrabiliarias y omnipresentes y padres ausentes que lo deben todo y casi nunca pagan nada en medio, son recursos de grandes resultados en las novelas de Palomas: La Elsa de Tanto Amor, la familia de un padre sobrevenido en El Tiempo del Corazón, la abuela Mencía en La Isla del Aire y sus descendientes en Tanta Vida y esta Amelia de Una Madre y sus hijas que es fácil imaginar en años y novelas futuras. Mujeres únicas y doloridas, llenas de fortaleza, que se salvan y empujan unas a otras y todas juntas.
Y los perros, miembros reales de una familia tan extravagante como la realidad de cualquiera. Material literario de primera: un cosmos familiar y delicado, imbatible, reflejo del mundo real y sus desmanes y donde la soledad se conjuga con humor y nos reímos tanto porque lo comprendemos todo y “hablamos tan poco” porque, en realidad, no hace falta, lo sabemos todo sin palabras.
El corazón suele ser un buen mapa para escuchar la verdad, enfrentar la vida y encontrar la paz. Como en la cita inicial de Virginia Woolf y en el mundo de Jeannette Winterson, a la que Palomas ha traducido y cita en esta novela, y en cuyo mundo incluyo a este autor. Sus libros son excepcionales sagas de silencios y confesiones amorosas, un cartel luminoso que se enciende y apaga como el que envía señales secretas a Fer, invitándole a atreverse.
Y hay una idea muy importante sobre las dos condiciones necesarias para que las relaciones humanas funcionen. Una depende de cada quien. La otra no. La que depende de cada quien es la sinceridad. La que no depende de cada quien es el amor, que lo sientes o no. Si existen amor y la sinceridad las relaciones humanas suelen funcionar por encima de prejuicios, costumbres, la retorcida tradición católica, estructuras sociales y jurídicas.
La primera frase de la novela es: “Mama había dicho que ella misma compraría las flores”, el comienzo de La señora Daloway de Virginia Woolf de la que también parten la película y la novela Las Horas. Ese es el Universo Palomas: la vida llega llena de ternura y de dolor, y solo puedes enfrentarla y seguir adelante. Y si te ríes, mejor.
*Escrito para el suplemento Artes &Letras de Heraldo de Aragón

domingo, 9 de noviembre de 2014

El frio y el saqueo*

Las teles y la élite dicen una cosa; la realidad dice otra. La realidad, más allá de que a veces queremos mimetizar el discurso oficial para dejar de ver el horror, es una nevera vacía y un radiador apagado, una manta gruesa sobre el sofá y acostarse lo más pronto posible para que sea la ropa de cama, un poco percutida y rozada, la que aporte el calor que no sale del radiador o la estufa porque están apagados. Y están apagados porque encenderlos implica un recibo y el recibo un gasto y el gasto disponer de dinero. Y eso no existe.
La energía es hoy un saqueo de décadas que en los últimos años ha conocido límites inimaginados. Nos contaron que era imprescindible y urgente una reforma energética para poner al día al país y el servicio porque había un déficit tarifario insoportable. Lo que no nos dijeron es que se referían al país sin gente dentro, o a los dueños del país que no somos sus habitantes, porque la reforma consistió en poner en las manos del gran lobby energético, tan bien avenido con sus señorías azules y rosadas, todo el poder de decisión.
En ese rápido y espeluznante proceso se ha destruido casi cualquier posibilidad de uso de energías renovables, de autogeneración y de autoconsumo que permite un clima como el nuestro y que en otros países de la UE es una posibilidad cotidiana pese a sus brumas.  Las principales empresas energéticas, Endesa, Iberdrola y Gas Natural Fenosa, agrupadas en el lobby Unesa, controlan todas las fases del sistema eléctrico y regulan de hecho los precios sobre la energía que vuelven a subir un 11% y se colocarán en un 60% más respecto a 2007, se consuma o no, aunque los salarios (que quedan) han bajado un 9% de media según el INE y han aparecido millones de sueldos por debajo de los 800€ mensuales. Y ni les podemos votar ni “desvotar” aunque sean quienes toman las decisiones. Sólo Endesa reparte este año entre sus accionistas 14.605 millones de €, récord en la historia de la Bolsa española. Mientras, Caritas y otras oenegés han dedicado a ayudar a los pobres energéticos más del doble de dinero de la propia DGA y su dañina obsesión por el déficit que han generado algunos y pagamos todos y que ha dejado a 8500 hogares aragoneses en la pobreza energética y dificultado la supervivencia de cientos de pymes.
Y sí, está muy bien que el Ayuntamiento de Zaragoza desarrolle políticas que asuman el coste e impidan que a la gente se le corte la luz o implante bonos sociales (lo que hasta ayer la DGA consideraba imposible y erróneo). Pero es que necesitamos actuar sobre el origen del problema: las eléctricas y el gobierno jugando al Monopoly (gran nombre para el juego) más devastador. Es una cuestión de modelo depredador, el mismo que bancariza las cajas y las exime de todo control (pongamos que hablo de la CAI), o que entroniza a Juncker al frente de la UE (candidato azul también en España, cariñoso con Cañete en sus trapacerías) tras veinte años beneficiando secretamente grandes empresas y contra el que se alertó en la campaña europea desde la izquierda roja sin que nadie hiciera caso. Un modelo que no nos deja preguntarnos ¿si los ríos, el agua, el sol, el viento, el carbón que queda, son recursos públicos, por qué no es pública la energía que generan?
*Publicado en El Periódico de Aragón el 9.11.14