En el discurso del apoyo al medio
rural, nuestro jefes son muy palabreros y muy pocos eficaces (siendo
benevolente porque podría decir que les importa nada o que tiene un modelo de
viejo terrateniente con un proyecto muy rentable y poco sostenible). Pero sus
actos disparan contra la línea de subsistencia del campo que a la mayoría de
los habitantes de las ciudades se nos olvida que es de donde viene la comida.
Han eliminado los trenes al Alto Aragón, han cerrado quince escuelas rurales,
las AMPAS turolenses han tenido que amenazar con ir al tribunal de Estrasburgo
por condenar a los escolares de las comarcas centrales a recorrer kms hasta las
escuela más cercana, las comarcas advierten que sin la financiación que la DGA
les ha reducido no pueden atender los servicios sociales ni las migajas que
restan de la desvirtuada Ley de la Dependencia y el único modo de acceder a la
inmensa mayoría de los núcleos rurales es el coche privado porque hemos dejado
la ya maltrecha red de comunicación colectica de buses y trenes en las neblinas
del pasado. O el mero hecho de recortar becas universitarias y subir las tasas
dificulta más el acceso a la educación superior de los jóvenes rurales porque
al coste innato de la educación recortada deben sumar desplazamientos,
alojamiento y manutención que los urbanos tienen (en principio) en su casa. Un
ejemplo de lo que debería ser un valor cultural de la marca Aragón es todos
nuestros castillos, monasterios, hospederías y paradores en el medio rural a
los que solo puede irse en coche privado. Insisto. Cuestión de modelo
Sus consecuencias son el abandono
rural. Hechos. Lo otro es palabrería. Y de palabreros que creen que limitarse a
gestionar o votar lo que diga el jefe sin recordar que la política y las
instituciones están para cambiar las cosas, está la política llena. Lo que me
recuerda cómo la mayoría de las instituciones y sus voceros siguen negando la
realidad más tozuda y cruel de nuestra vida cotidiana: que hay niños y niñas
con malnutrición porque sus padres no tienen con qué pagar la comida, que hay
enfermedades desaparecidas que están repuntando por las vacunas no gratuitas que
están dejando de ponerse por sus precios, o que hay librerías aragonesas que ya
no aceptan vender libros de texto porque la DGA les debe dos millones largos de
euros desde octubre, y ellas han pedido préstamos bancarios para pagar a sus
proveedores cuyos intereses nadie les va a abonar después, como denunció ante
cierto silencio institucional el diputado Aldolfo
Barrena (IU).
Incluso ese viciado debate que
promueven interesadamente los gobiernos de algunas comunidades vecinas sobre si
financiar a los territorios en función de los km o los habitantes, y ante el
que el nuestro mantiene un perturbador silencio, y que es una falacia. Mantener
una UVI móvil medicalizada, una escuela rural o un hospital comarcal no cuesta
lo mismo en un territorio disperso o concentrado, más allá de cuento mide. Los
dos parámetros deben tenerse cuenta.
El apoyo al medio rural es algo más
que discursos presidenciales vacuos, es un proyecto de modelo
sostenible que hoy no se ve claro.
* Publicado en El Periódico de Aragón en 16.02.14Foto: Despoblación.blogia.com