lunes, 27 de abril de 2015

12 propuestas y pico para la cultura en Zaragoza

La Cultura es un bien común esencial en el desarrollo de la ciudad y en la creación de un nuevo modelo urbano, vinculada al empleo y el interés social y el uso de los espacios públicos y como seña de identidad humana y de la ciudad, que debe ser gestionada con principios de Participación, Transparencia y Democracia. (Participación es diagnosticar, proponer, decidir y gestionar).
Hemos trabajado desde noviembre con una buena del sector cultural de la ciudad en el programa colaborativo que (sabéis que) es un programa hecho entre todas y todas que han querido participar, no un programa base consultado después, sino hecho en común desde el principio.
De ese mismo modo, ahora estamos trabajando en común en medidas de gobierno concretas tras aprobar en asamblea abierta las líneas maestras propuestas por el grupo de Trabajo de Cultura.

Resumo en 12 propuestas y pico:

1. Pacto por la Cultura que trascienda legislaturas, partidos y cambios en el gobierno municipal, que implique a toda la sociedad (empresas culturales y no culturales, medios, entidades sociales, artistas, entidades vecinales, e instituciones que operan en la ciudad, no solo el Ayto) del que derive además un Plan Cultural para la Década (2017-2027) que se lleve a cabo.

2. Creación de un único ente municipal 100% público de gestión cultural que agrupe a toda la plantilla de los existentes y mantengan sus derechos y sustituya a los seis patronatos y sociedad que existen ahora.

3. Creación de un órgano compuesto por los representantes del sector, elegidos democráticamente que fiscalice los presupuestos, los planes, los programas, la validez en el tiempo de los proyectos, los criterios (que hoy no existen) de concesión de ayudas y el cumplimiento del Plan Cultural.

4. Código de Buenas Prácticas y Responsabilidad Técnica y Política.

5. Un Plan de Fomento de la lectura y el Libro que incluya un Plan de Bibliotecas que aumente el número y la calidad de espacios, servicios, horarios y funcionamiento.

6. Un Plan de Inmersión Cultural de la infancia.

7. Estrategia de Cooperación Cultural Internacional (centrada en la UE y América latina)

8. Evaluación permanente de resultados y del Impacto social de la Cultura de las actividades, los proyectos y programas de intervención municipal que permitan reorientarlos o ampliarlos.

9. Dignificación laboral de los y las profesionales del sector.

10. Catálogo y uso del Patrimonio material, con urgencia el que está en riesgo mediante la declaración de Bien de Interés local. Y uso para este patrimonio, (cultural, social, institucional o vivienda pública).

11. Medidas de reconocimiento, enseñanza y uso del aragonés en la ciudad (7.184 hablantes declarados según censo mpal 2011,28% de los habidos en Aragón).

 
12 Y PICO. Y apuestas por licencias abiertas como el software libre o el copyleft en las programaciones culturales; la cultura de base, la priorización en los contratos de los artistas y creadores y creadoras locales; la Accesibilidad Universal de la Cultura (diversidad funcional, exclusión social, contenidos, espacios geográficos  y de los gestores y creadores locales a los recursos públicos; la Programación descentralizada en todos los distritos estables y coordinadora a lo largo de todo el año lo cual incluye una Reorientación del presupuesto.


El Pacto por la Cultura y el Plan de la Década formarán Plan de Emergencia de las primeras medidas de un gobierno de Zaragoza en Común.
Ahora hay varios equipos con cientos de personas elaborando medidas concretas de gobierno a la luz de este marco programático sobre Teatro, Danza, Patrimonio, Artes Plásticas, Aragonés, Cine y Audiovisuales, Música y Bibliotecas.
Esto surge de un Diagnóstico de lo que pasa hoy y que, someramente, es la confusión entre Plan y programación; La improvisación y el favoritismo; la obsesión por los macro eventos y los fastos que incluyen grandes continentes indefinidos sin contenido; la descoordinación derivada de la falta de Plan y la abundancia de entidades gestoras; la falta de transparencia en las decisiones, los presupuestos y las ayudas y subvenciones; y la descoordinación y negación entre sí de las instituciones que hacen cultura en ZGZ que no son el Ayto.

jueves, 23 de abril de 2015

Políticas para los libros (y lectores y lectoras)*

No hay políticas estables y ordenadas del libro. Y las necesitamos con urgencia. La Comunidad Autónoma y el estado han abandonado su responsabilidad. Los procesos innovadores de la enseñanza y aprendizaje de la lectura suelen estar fragmentados, no forman parte de los proyectos de muchos centros educativos y se viven como una experiencia aislada. Y sin planificación ni coherencia en los pasos de etapas educativas. Y debe ser algo que vaya mucho más allá de los niveles de comprensión lectora en las aulas como medida educativa aunque su relación sea estrecha. La ciudad necesita un plan al respecto.
Las políticas para el libro tienen que ver con la asunción en las agendas mentales, en los hábitos mayoritarios y en las señas de identidad de la sociedad, de la lectura. Una ciudad que se precie, más si es una ciudad como Zaragoza que agrupa al 55% de la población aragonesa en el 5% de su territorio, debe hacer toda la política de creación y acceso universal a la cultura de la que sea capaz. Tenemos un potencial indiscutible, librerías independientes premiadas, reconocidas e incansables en su tarea imparable de sembrar semillas de inquietud intelectual y de agitar ánimos y conciencias en torno a los libros que la crisis y la apuesta oficial por la banalidad cada día ponen más difícil. Contamos con veinticuatro bibliotecas municipales públicas, más la de Aragón perteneciente a la DGA, dirigidas por animosos y animosas profesionales, paradigma del empleado público entregado a su tarea casi siempre más allá de lo que se le pide. Tenemos un número creciente de autores y autoras locales de reconocimiento nacional e internacional, ilustradoras e ilustradores de un nivel excepcional, escritoras y escritores juveniles bien vendidos, varias editoriales aunque estén rozando la supervivencia, cinco teatros estables (cuya herramienta principal es la palabra escrita) aunque dos de ellos estén al límite de sus fuerzas, clubes de lectura, activos poetas y grupos poéticos, y un número grande de personas que leen todos los días o todas las semanas.
Pero los números de ventas de libros descienden en un 10% y las personas que no leen nada confesadamente (si la sinceridad es puesta en cuestión, a lo peor los datos son más alarmantes) llega al 46%. El 14% lee al menos una vez al trimestre y el 40,4% dice leer casi todos los días. Pero hay una mitad de la población inhábil en la lectura frecuente y comprensora y hemos dejado de surtir debidamente a las bibliotecas. La Federación de Librerías achaca estos malos datos a la llamada “crisis económica”, la “ausencia de políticas educativas que conciencien a la sociedad de la importancia de la creación intelectual, el descenso o supresión de las ayudas a las familias y la reducción de fondos para bibliotecas públicas”. Una de sus terribles consecuencias es el modo en que hacemos uso del lenguaje, destrozado, reducido y pervertido por su falta de uso hasta el punto en que se dificulta la comunicación política y sentimental con quien no es capaz de entender el significado real de las palabras.
La cultura contemporánea tiene otros formatos, los ebook crecen (menos de lo que se vaticinaba con IVA al 21%), los precios suben, las editoriales quiebran, las ediciones se reducen y nos inundan libros no escritos por quienes los firman y con un cariz televisivo poco cercano a la literatura. Los videojuegos y la cultura digital y audiovisual pueden ofrecen juntas muchas de las artes modernas, desde la imagen y la música hasta la literatura y el diseño, y las opciones de soporte crecen. Pero el libro y las bibliotecas siguen siendo un elemento indispensable (repitan la palabra al menos tres veces seguidas) para la difusión del conocimiento y la universalización del saber. También para la mejora de la ciudadanía y la pacificación y elevación de la convivencia y la diversidad (uno de los fines que algunas atribuimos a la cultura). Un vehículo por ahora irremplazable para la comprensión del mundo.
Por eso es fundamental ampliar en número, dotaciones, servicios, horario y condiciones a las bibliotecas en varios idiomas, reordenar sus funciones, reactivar sus actividades con medios materiales que apoyen el trabajo de sus profesionales, extenderlas allá donde se generen barrios nuevos al mismo tiempo que el agua, la luz, la recogida de residuos y los equipamientos educativos y de salud (que tampoco se aportan) en un Nuevo Plan de Bibliotecas, discutido y participado por toda la ciudad, que forme parte de un Plan del Libro encaminado a la consecución de estos anhelos en la práctica y al apoyo a librerías independientes, lectores y lectoras, la creación literaria, la ilustración, su consumo crítico y su difusión.
Este Plan podría formar parte, lo digo en condicional porque las discusiones abiertas y participadas mejoran las ideas iniciales, de un Plan de Inmersión Cultural de la Infancia -que de cualquier modo debemos crear- con todos los recursos materiales disponibles y la implicación de artistas, educadores, creadores, espacios educativos y espacios públicos, cerrados y al aire libre de la ciudad, para hacer de la cultura una experiencia constante y permanente en los niños y niñas desde el principio, por encima de los niveles económicos, socioculturales y afectivos de sus familias, y que generarán un nuevo humus de convivencia y futuros creadores y creadoras de cultura y, sobre todo, consumidores críticos de toda forma de cultura.
Es una inversión imprescindible y urgente de largo recorrido para una ciudad creativa, justa e inclusiva que a menudo no se ha tomado en serio la política cultural, más amigas de fastos y fuegos de artificio que de la siembra constante, el abono y el humus para un futuro crecimiento. En el marco de un Pacto de la ciudad por la Cultura y un Plan Cultural financiado para la Década.
*Publicado en El Periódico de Aragón el 23.04.15

jueves, 26 de marzo de 2015

Por qué me gusta tanto el teatro

Me han preguntado por qué me gusta tanto el teatro. Por qué amo el teatro. Advertí que podría pasarme horas buscando una sola frase que lo resumiera, o necesitar centenares de líneas para explicarlo.
La advertencia no surtió efecto pero tampoco me hicieron falta horas para encontrar una frase capaz de contener la esencia de las razones por las cuales el teatro forma parte con tinta indeleble en mi agenda mental. Es esta: el teatro me parece la mejor manera de contar la vida, el arte escénico es el único que no puede consumirse por internet; y el que más actual, vivo y contemporáneo será siempre porque es el único que cada noche se reinventa, se actualiza, se reinicia a sí mismo para mostrar todas las pasiones humanas. La frase puede copiarse. Seguro que durante miles de años miles de amantes de la escena han pensado y dicho lo mismo de muchas maneras distintas que significaban lo mismo. En el teatro, los actores y actrices sudan para ti, tu energía interactúa con la suya modificando su fuerza, su reacción y hasta el modo de sentir y decir un texto. No hay primeros planos porque todo es un permanente plano general donde vive la fantasía, la imaginación, la realidad, el placer y el dolor al mismo tiempo, como ingredientes imprescindibles de un guiso salvífico que pondrá delante de tus ojos y tu entendimiento las razones de las personas, sus miedos, sus risas, sus locuras… Te sientas, miras, sientes y te arrastran a un mundo donde se desvelan todos los secretos.
¿Y en el cine? No, en el cine no. El cine es uno de los mejores inventos de la humanidad donde esto también puede pasar. Y en la literatura, expresión básica para hacer cine. Pero en ambas, lo escrito y filmado, escrito y filmado está. Y sólo en el teatro serás parte de la acción que transcurre a unos metros de ti. Sólo en el teatro, una silla será un trono que será un reino que será un mundo que será una pasión que será una traición que será una aventura que una lección para la vida. Y mañana por la noche, la misma silla será lo mismo pero no será igual.
Se cuenta la vida como nunca nadie te la contará fuera de un teatro.
Se llama Imaginación y Fantasía. Y Contar la Vida. Y si aún no sabes cómo es o te has olvidado, es que has aparcado un pequeño rincón de tu imaginación donde suelen juntarse la emoción con la inteligencia, el rincón de la neurona que solo se excita en un teatro.
Y eso, a pesar del criminal IVA, del abandono de serias políticas culturales y las erróneas políticas teatrales, de la aculturización social, y de miseria económica que corroe los bolsillos de quienes podrían empezar a ir al teatro y quedarse para siempre pero que, a lo peor, no pueden empezar.
Seguramente con esto no he convencido a nadie que no lo estuviera ya. Solo hay una forma de hacerlo, venir a ver. Sólo una hora y media  en una butaca.
 
Foto: El Hospital de los Podridos (y otros entremeses para el Siglo XXI). Compañía Tranvía Teatro.

sábado, 21 de marzo de 2015

Un Hijo. Palomas lo ha vuelto a hacer

Es posible que los niños y niñas puedan saber más que los adultos presuntuosos, congelados, estáticos y prejuiciosos. O sea, la mayoría. Guille es un niño normal al que su padre y su seño se empeñan en ver demasiado sensible. Su padre sospecha, le quiere de un modo brusco y no está dispuesto a transigir con las palabras y consejos de la seño o la orientadora del cole. Guille no tiene a su madre cerca. Tiene a una amiga con su propio micromundo de adultos estúpidos, presuntuosos, estáticos y prejuiciosos, y tiene a Mary Poppins (“pero la de verdad, la de la novela, no los trozos de yuliandreius”) y los dibujos semanales que servirán como pistas obvias (pero no para los adultos que piensan como tales) en el devenir de la novela.
Prepara con su amiga el festival de navidad del cole entre las soledades infantiles y las responsabilidades que no vemos pero los niños sienten, el peso de su mundo y el peso del mundo que les construimos encima sin pensar si es el que les corresponde, el que quieren o el que pueden soportar.
Pero no es una novela sobre niños y sobre adultos incomprensivos. Solo lo parece. Bajo el aparente tono infantil y fácil en la superficie, Un Hijo es una novela de amores y faltas y, una vez más, de silencios donde debería haber palabras, de paternidades confusas, y de capacidades extraordinarias para sentir en medio de un vendaval de emociones que todo el mundo debería ver pero que, al parecer, nadie ve. Hasta que Guille consiguen que vean lo que tienen delante.
Es verdad, como se ha dicho y escrito, que te anuda el corazón, que te atranca la garganta y que te hace saltar las lágrimas. A mí me pasó. Va in crescendo, sube la tensión, la angustia, la pena… pero Guille es un  niño maravilloso como sólo pueden serlo los niños y niñas a los que escuchan con los oídos y más. Y Palomas es un novelista excepcional que, en este caso, nunca se sale del tono aparentemente fácil, personal y definitorio de cada uno de los personajes que narran (Guille, su padre, su seño y su orientadora) que mantiene la tensión sin hacer saltar la espita final. Huye del exceso y del melodrama fácil y espasmódico, porque cuenta emociones y situaciones tremendas sin forzar por ello las palabras. Las muestra. Y las sitúa en contextos claros y reconocibles.
Y cuando dejas de llorar, que lloras, es por qué llega la liberación. Escuchas a Guille. Lo ves. Y a su amiga. Y a su padre lo ves porque escuchar a quien no se lleva bien con las palabras no es fácil. Y entonces, Guille se queda para siempre en tí con tanta carne y tan real como cualquier otro niño de tu vida. Hace dos semanas que la leí y aquí sigue Guille. Sin intención de irse. Las lágrimas sí se fueron porque Palomas tiene muy medido el límite de la emoción.
Verán cuando terminen por qué esta es una novela supercalifragilisticoespialidosa. Y tremenda.

miércoles, 18 de marzo de 2015

Victoria, mi primera novela, publicada en Tropo Editores en otoño.

Victoria es una mujer y muchas a la vez a lo largo del tiempo. Y un concepto que tiene más que ver con la resistencia y la permanencia que con ningún triunfo. Victoria es también el nombre de la protagonista de la novela. Comparte el nombre con toda una involuntaria saga de mujeres consideradas solas a través de la historia, siempre con una guerra de fondo a la que no han contribuido pero de la que son víctimas y protagonistas directas, y siempre con la esperanza no medida de un nuevo eslabón de su saga.
Es también una novela contemporánea sobre la gran historia contada, y la pequeña y verdadera historia hurtada. Es una historia de amor y de amistad, y sobre el valor, el atrevimiento y la importancia de las palabras y de la poesía que evidencia que tras las grandes palabras y hechos que se cuentan en la historia oficial, están las emociones y detalles nunca narrados que cambiarían por completo nuestra perspectiva si fueran tenidos en cuenta. Y una historia que comienza y termina con un concierto en los que la música distribuye la rabia y la esperanza.
Sale en septiembre. Se titula Victoria.

martes, 10 de marzo de 2015

La poesía

Hace décadas, (en los últimos 80´s) la primera vez que yo pude intentar tomar alguna decisión en un programa de radio, cree un espacio radiofónico semanal llamado “Los Ojos de Elena”, junto a un entonces joven poeta que bautizó así el espacio por su novia de entonces y los versos que le había dedicado en un panfleto grapado y distribuido por él mismo en los pasillos de su instituto, del mío y en los bares. En aquellos años, se “editaba” uno así, y resultaba el colmo de la elegancia si conseguías poner tapas de cartulina a tu publicación. Pero no importaba. Lo que importaba era que un joven de 16 años se atrevía escribir versos y mostrarlos en público, a proferir sus gustos poéticos y a leer versos propios y ajenos en antena y a mantener acaloradas, y a menudo incompresibles, discusiones sobre poesía. Hacía falta interés y amor a los versos (y un poco de valor para ir a contracorriente de tu época, tu generación y tus mayorías, pero eso siempre se nos da muy bien a algunos) para defender y mantener en antena, en una radio comercial atorada de publicidad, rancios prejuicios y "éxitos musicales” fabricados, un espacio como aquél. El poeta era Josema Carrasco (tengo su permiso para citarlo), hoy ilustrador de oficio, buscando con imágenes gráficas la misma provocación que buscaba entonces con los poemas.
Pero el caso es que duró dos años y cuando, años después, dirigí mi propio programa diario, ya en SER-Aragón, convertí ese amor por la poesía en la lectura de varios versos diarios, con su título y su autoría, después de la una de la tarde. Entre el boletín informativo y una larga entrevista, y justo antes de unos compases de eso que llaman música clásica, otro atrevimiento. Un atrevimiento que mi comprensivo jefe nunca entendió ni compartió pero siempre respetó como una de mis locuras de “agitador de éxito” según sus palabras.
Esos tres minutos diarios dedicados a leer poemas en voz de dos maravillosas compañeras, hoy también en otras tareas lejos de la radio, generó pronto una especie de admiración entre quienes recibían la poesía con aclamaciones, y una sorpresa nunca superada entre quienes consideraban una estupidez o una horterada o una decisión fuera de sitio, semejante cosa. Pero incluso entre quienes no admiraban el poder de los versos bien dichos, se corrió, creo, una especie de respeto por los poetas y la poesía teñidos de incomprensión ante ese uso de las palabras.
Nunca ya he vivido sin versos. Los de otros. Y leo y escucho y declamo (sin rimbombancias ni gestos de moribundo) en un escenario o en un bar siempre que puedo.
Supongo que ahí reside el valor de los versos: en su poder de epatar, sorprender, impactar o desequilibrar a quien los oye. A veces incluso de apaciguar, pero este no es el fundamento de la poesía como no lo es de la música; si no agita tus emociones, es que algo falla. Sí puede ser, en mi opinión, clarividente. O política. O militante. O procaz. O guarra. O soez. O clara y liberadora. O lacónica. O avezada. O inquietante. O reveladora. O confusa. O romántica. No soporto que sea meliflua, relamida, traicionera, trompetera (que suene como una aclamación patriótica) fácil, redicha, efectista o pura pirotecnia demodé. También puede ser crónica de la vida real o de los sueños. Puede ser expresión de pensamientos avanzados o reflejo de lucidez o locura.
De un modo arrebatado, no sé si arrebato de locura o de lucidez, Emily Dickinson escribe: Mucha locura es divina cordura para una mirada sagaz. Mucha cordura, la más rematada locura. En esto, como en todo, prevalece la mayoría. Asiente y te consideraran cuerdo. Disiente, y de inmediato serás peligroso y atado con cadenas. Pensamientos similares han escrito muchos otros poetas y filósofos (y poetisas y filósofas aunque con evidente punto de vista distinto derivado de su marginal papel social y el hecho de ser víctimas del patriarcado) pero seguramente no con la contundencia y la hermosura que estos versos ofrecen.
Así que el día en que oigo a alguien con normalidad, sin gestos relamidos y forzados de declamante cutre, hablar de poesía, ver que la lee, o que la cita o que la escribe o la edita o la rapea, o la compra y la vende en una librería (tan abandonadas ellas y tan escasas de versos), o la oye porque hay canciones cuyas letras son poemas sublimes, o la roba o la toma prestada en una biblioteca pública (tan abandonadas ellas y tan escasas de versos) siento (no creo porque los ateos no creemos) que aún sirve como instrumento vital y que en los humanos queda restos de esperanza. Y si no, también siento lo mismo, porque hay muchos humanos formidables que (aún) no han sentido un verso en su vida, y muchos poetas verdaderos cabrones.
La poesía también te enseña cinismo. Lo que aún no me ha enseñado es a olvidarme de ella.
 
*FOTO extraída de educarm.es

domingo, 1 de marzo de 2015

Soy el Siete

Es un número con mucho valor simbólico, pitagórico, mágico, futbolero, judaico... pero, sobre todo, es el que 3.731 personas en Zaragoza mediante un modélico sistema de primarias abiertas, ha decidido que ocupe con 30 personas en la lista de Zaragoza en Común. Para ganar la ciudad, para hacer otras cosas de otro modo. Somos lo que hacemos, mucho más que lo que decimos, aunque mi oficio sean las palabras. Y tras dar la cara para que me la rompieran muchas veces, para sonreír en las victorias, para reír en las derrotas y para observar y contar sin límites qué hay y lo que pasa desde los 15 años, ahora la doy en una lista electoral para formar parte de un equipo que quiere cambiar la ciudad. Es un equipo de iguales surgido de una riada democrática cuyo cauce no se puede dragar, cuyos limos enriquecen y alimentan un humus imparable de abajo a arriba. Revocable, limitado, obediente ante la ciudadanía y que se define desde su origen en la voluntad de converger, sumar y cambiar, sin líderes ni carreras personales. Con los sueldos y los tiempos limitados.
Tras toda esta poética de la política y esta ética estética, hay un proyecto, una actitud y un programa colaborativo en proceso de elaboración desde octubre, y un plan de urgencia, que no sueña sino que practica otro modo de ser, de vivir y de hacer las cosas. Ha sido muy emocionante desde el principio y la más grata demostración democrática de que se puede hacer, ser y vivir de otra manera todo, incluso la política, maldita como oficio afín a los poderosos, y fundamental como servicio colectivo.
Gracias a quienes votasteis por mi y a quienes no, en un modelo histórico de trabajo, yendo a pecho descubierto y sin andamio detrás.
Vamos a plantar juntos e iguales porque "venimos simplemente a trabajar y a arrimar el hombro al tajo". Como siempre, incluso cuando tantas veces en 25 años no me han dejado siquiera "subir al escenario".
Traemos otro modelo de ciudad, cultural y vital para hacer en común, sabiendo que participación es diagnosticar, promover y decidir.
En mayo, llega la primavera. ¿Tu también quieres sembrar?

viernes, 27 de febrero de 2015

Políticas concretas. Yo, candidato

Políticas concretas. Urbanas, reales. Distintas. Colectivas. Y hechas por la ciudad. Por eso soy candidato en las primarias de Ganemos Zaragoza, trabajo en ese proyecto nuevo desde julio y lo seguiré haciendo.
No es repetir posiciones compartidas por quienes queremos otro mundo respecto a problemas, injusticias, saqueos y actitudes antidemocráticas de muchos de los poderes y cargos que soportamos hoy. Se trata de construir respuestas reales, cotidianas y cercanas entre todas y todos. Las que transforman la ciudad por momentos que es el territorio natural der las personas. Donde trabajamos o buscamos trabajo, donde estudiamos a pesar de las constates agresiones al sistema educativo y universitario que nunca ha logrado ser del todo público ni universal, donde vivimos, nos trasladamos, amamos, sufrimos, bailamos y compramos pese a la insostenible y condena obsesión por los centros comerciales de la periferia que vacían los barrios y dificultan que las calles sean los espacios públicos de derechos y sociabilidad que necesitamos.
Las personas que habitamos en cada barrio, cada día, hemos de decidir qué, donde, cómo y por cuanto cambiamos el escenario de nuestra vida cotidiana. Y eso se hace con respuestas locales y prácticas a problemas globales colectivos de los que no se sale con respuestas genéricas ni individuales: los planes de vivienda digna para todos, la energía limpia a nuestro alcance, el modo de moverse por la ciudad como espacio de transportes limpios y para el peatón que sirvan a todos los destinos y de todos los orígenes; Eliminación de la pobreza; Una ciudad donde la cultura no sea un escaparate de autocomplacencia, sino donde la cultura de cambio y acceso universal, con profesionales trabajando en condiciones optimas y dignas y donde se mida el impacto social de su trabajo sin sometimientos mercantiles, tenga en la ciudad el mejor escaparate; la salud del medio y las personas y los animales. Y los dos ejes básicos con los que eso se construye y que construye eso que es Empelo de calidad y bienestar. Son los ayuntamientos los instrumentos con los que más, antes y mejor se cambian la vida de las personas
La ciudad de los promotores y las megalomanías que aún no hemos pagado, la del intercambio de favores entre los dueños de las cosas, ha de llegar a su fin. Eso requiere de un concepto urbano nuevo, de la democracia real en la ciudad que es la que te da o te roba tus derechos básicos, de un conocimiento exhaustivo de cada rincón de la ciudad y de un equipo entregado y obediente a la voluntad de la mayoría expresada en procesos permanentes de decisión, y capaz de sumar voluntades y crear mayoría sociales con el único purismo absoluto de la transparencia, la democracia, la ética y la ciudad de todas y todos donde si los recursos son públicos, también los sean las decisiones y los beneficios.
Planes de desarrollo integral de cada distrito, servicios sociales que respondan a los derechos y necesidades sociales sin políticas de caridad sino como derechos mínimos de educación, vivienda, alimentos y cultura. Un concepto de movilidad metropolitano que entienda que Zaragoza llega mucho más allá de Cuarte o Huesca, porque los hábitos y necesidades económicas y territoriales no terminan en la urbe conocida, sino que necesitan de su patrimonio natural y de vecindades positivas. Los proyectos de renovación no lo son si no asumen objetivos sociales y ambientales. Es la suma de los conjuntos la que hace una ciudad sostenible y compacta. En la ciudad difusa quien paga es la ciudad y el medio ambiente.
Las formas siempre transmiten valores. Por eso las políticas urbanas han de construir mezcla, uso, biodiversidad humana y natural para toda la ciudadanía. Lo otro es guetificación por recursos y un mero trabajo de apaño estético y esteticista que responde al negocio privado o surge de un peligroso intento de convertir una ciudad en un “bello museo”. No sirven los proyectos sin gente dentro ni criterios sociales y ambientales, participados, decididos y gestionados por y con la gente. Y para eso hay que ser gente. Sí, ya, sé que los somos todos, pero no todos ejercemos de iguales si uno se bunkeriza en un despacho, un súper sueldo o la verdad absoluta, o vive sirviendo a los intereses ajenos.
Gracias a quienes en privado y en público me habéis mostrado el apoyo y a quienes habéis votado o votareis el viernes on line, y a quienes lo haréis en urna el sábado 28. Las primarias abiertas de Ganemos Zaragoza son en sí mismos un hecho histórico en España. Un modelo. Saldrá necesariamente algo bueno de tanta gente junta dispuesta a construir a la vez otras cosas de otra manera. Y gracias a mi novio dispuesto a apoyar al que podría ser el primer responsable municipal gay de Zaragoza y de una gran ciudad española.

miércoles, 25 de febrero de 2015

Autobuses rojos.

Los autobuses de Zaragoza eran verdes y los iban a pintar de rojo. Lo dijo un vecino sentado en una sofá amarillo de casa de mis padres en medio de una conversación que no recuerdo porque a mis siete años supongo que no me importaba nada. Sé que era hora de café, no sé que respondió mi madre, sé que el vecino dijo que empezarían a verse en una semana, no sé como siguió la conversación, y sé que ahí empezó todo.
Todo es mi oficio: contar, preguntar, saber, indagar, y buscar quien, qué y por qué. Y, convenientemente, cómo, cuando y donde. Las seis preguntas básicas que grabaría a fuego en mi cabeza. A mí me sorprendió que pudiera afirmarse con tanta seguridad un hecho para mi misterioso porque ese hombre no conducía autobuses ni los limpiaba de noche. Sin embargo, no había duda en sus palabras. Yo esperé inquieto hasta su marcha y cuando se fue, ocupe el sofá que él había dejado arrugado y caliente y pregunté:
-          Mamá, ¿cómo sabe él que los autobuses serán rojos?
-          Lo han dicho en la radio. Y lo ha visto en el periódico del bar.
Dijo visto, no leído. Pero a mí se me revelaron las claves de la vida. En la radio, además de poner las canciones que devoraba todo el día, sabían esas cosas. Y en el periódico, que en casa solo compraba mi padre los domingos, también. Así que eso era lo que yo tenía que hacer para saberlo todo, la radio y el periódico (ni se me pasó por la cabeza pensar que había varios diarios y varias emisoras). Una revelación inmensa por cuanto definió ya mi vida y porque nunca antes la curiosidad había sido tan definitoria.
Yo no podría estudiar ni viajar fuera hasta que fuera un adulto muchos años después, porque entonces, como ahora, eran cosas vedadas a la gente con dinero y no a los hijos de los obreros de mi barrio, y empecé en el oficio con diecisiete años y el empeño con que un naufrago hace señales a un barco en el horizonte. Pero creo que ese fue el instante en que el periodismo deposito en mí su veneno. Para siempre.

lunes, 23 de febrero de 2015

Modelos de Ciudad*

La vieja Zaragoza siempre entendió su renovación como especulación, negocio y estética, y destruyó cada vez que creó. Atravesó los sesenta y los setenta exhibiendo la piqueta, la destrucción del patrimonio y la creación de guetos y colmenas obreras. También en democracia los viejos poderes han marcado su territorio como canes encelados y nos han colocado negocios turbios por propuestas de renovación, ladrillazos infames por la modernidad que nos iba a llevar al siglo XXI, y operaciones ridículas que pagaremos durante décadas. Y casi siempre se ha olvidado el conjunto como si fueran zonas abstraídas de la ciudad que no hubiera que trenzar entre sí, ecosistemas múltiples que cohesionados con el resto hacen crecer en calidad y cantidad a la ciudad, y si no se trenzan, la convierten en conjuntos separados e inconexos que dificultan la convivencia, el aprovechamiento y la sostenibilidad, y encarecen servicios.
Esos conjuntos no tendrán ningún éxito sino asumen que un modelo urbano no se diseña sin gente dentro, y sin sus necesidades y sus espacios públicos donde ejercer los derechos ciudadanos del siglo XXI de felicidad y diversidad, y los derechos básicos materiales y de igualdad para limar las desigualdades de origen. Y desde luego, sin una de las claves de la democracia que es la participación: diagnosticar, proponer y decidir juntos. Sin la última acepción será otro de los paripés del márquetin político pero no la clave de la construcción de una ciudad democrática.
En ese proceso juega un papel esencial el comercio. Las calles (y no los viales) son los espacios básicos de relación que hacen ciudad y para que cumplan con esa función es imprescindible un tejido comercial que haga dinámico el espacio público pensado para todos y todas. Cuando esto no ocurre y se rompe la lógica entre el diseño y la realidad cotidiana, es la realidad la que impone sus condiciones. Y entonces, descubrimos el precio real de la obsesión por los centros comerciales a modo de los mall estadounidenses (cuyo modelo urbano y estilo de vida estaba a años luz de los nuestros) y los centros nórdicos en climas extremos. Ideas como Puerto Venecia han desmantelado buena parte del dañado comercio autónomo de proximidad que sufre atentados constantes en forma de subidas de IVA y de planificación errónea. Cada empleo generado en estos centros ha matado dos en las tiendas de barrio, los salarios sujetos a convenio de gran superficie son más bajos y los empleos mas precarios y estacionales, los impuestos menos rentables a la ciudad y con un sobre coste urbano y ambiental impagable en forma de CO2, gasto energético, servicios públicos evitables y el desmantelamiento del comercio tradicional que puede ser igual de atractivo y moderno y que hace ciudad, mientras el complejo periférico la deshace. Eso sin contar con los lamentables atascos que bloquean Torrero y La Paz en festivos y fin de semana. Solo recordemos un centro comercial que hundió a otro, PLAZA, planificado por otra administración como si pudieran hacer política a solas.
Incluso las grandes extensiones de grandes marcas pueden ser planificadas de otro modo pensando en términos de ciudad global. Más aún en tiempos de comercio on line en los que el 30% de las compras se hacen por internet. En muchos casos, estos centros atraen a los infinitos paseantes locales y foráneos (que compren es otra cosa) y que podrían serlo en zonas consolidadas no fragmentarias asegurando así su vitalidad y su seguridad.
“La ciudad es un libro que se lee con los pies” canta Quintín Cabrera. Un modo poético de decir que cuanto más subes en las esferas del poder, menos sabes de la ciudad porque las ciudades globales como la nuestra son demasiado complejas para conocerlas al detalle desde arriba y tomar decisiones desde el centro y el aire. Y cuanto más bajas en el compromiso cívico, menos vuelas para poder ver el conjunto. Son las gentes de cada rincón quienes lo conocen, sienten y pueden decidir. Un barrio no es introvertido ni autosuficiente ni una célula autónoma. Tampoco es un trozo de la ciudad. Es un conjunto que interactúa con otros conjuntos. Por eso aterran locuras como ArcoSur, fruto de procesos especulativos de intereses privados que le cuestan a la ciudad demasiado caro y en el que se ha dejado a 5.000 personas en condiciones de servicios peores que sus iguales en otros barrios, cuando solo un tercio de las viviendas ahí proyectadas hubieran servido para renovar barrios como Delicias, las Fuentes o Torrero sin coste para la ciudad que está vaciando su centro.
Sufrimos incapacidades como la postExpo y su recinto, nacido sin proyectos reales y sostenibles posteriores, con iconos inútiles, fruto de megalomanías sin un proyecto global para las siguientes décadas con recursos limitados. Sufrimos brillantes contenedores culturales sin continente definido. Y no se ha planteado la imperiosa necesidad de ordenar la renovación de los barrios obreros diseñando su propio plan estratégico. Y ahora que la mayoría se sube al carro repentino de la participación tras años imponiendo caprichos interesados, aún no se entiende cómo desarrollar un concepto de movilidad metropolitano que entienda que Zaragoza llega mucho más allá de Cuarte o Huesca, porque los hábitos y necesidades económicas y territoriales no terminan en la urbe conocida, sino que necesitan de su patrimonio natural y de vecindades positivas. Los proyectos de renovación no lo son si no asumen objetivos sociales y ambientales. Es la suma de los conjuntos la que hace una ciudad sostenible y compacta. En la ciudad difusa quien paga es la ciudad y el medio ambiente.
Las formas siempre transmiten valores. Mientras no seamos todos y todas las que decidíamos qué, cómo y dónde, la ciudad no será de todos.
*Publicado en AragónDigital el 22 de febrero 2015

domingo, 1 de febrero de 2015

The Hole (agujero)*

El ministro Wert tiene un modelo para la universidad española, clasista, limitado, caro, y muy british. Pero no british como The Clash, la histórica huelga minera y Jane Austen. Sino british como los personajes de Donwton Abbey, la ginebra de la reina madre y Margaret Thacher. Un sistema que define en dos el nivel, los resultados y las oportunidades de los estudiantes en función de su origen y la cartera de sus padres y madres y que cuestiona la esencia y el concepto mismo de universidad pública. La reducción de cursos en las carreras, los masters (de pago) obligatorios y el aumento de tasas y de todo lo demás de los decretos Wert (que son los decretos del PP y su insuperado clasismo), significan la limitación de las oportunidades de origen y destino para todos y la desigualdad como concepto.
Los ingleses lo llaman “closed shop at the top” y significa que la inmensa mayoría de los puestos en política, comunicación, judicatura, economía donde se toman las verdaderas decisiones, están “reservados a la élite”. Élite de origen y de educación privilegiada donde se forja la experiencia, la educación, los contactos y las prebendas frente a un sistema público en desmantelamiento. En el Reino Unido y en el resto de los países hacia abajo. Porque a lo que se va a los centros educativos privados de élite, a las aulas poco pobladas de muchas universidades privadas y a los masters impagables para la mayoría (que se van a hacer obligatorios) no es solo a aprender y formarse, sino a forjarse. Es decir, a mantener las amistades familiares, hacer agenda con los de tu nivel, contactos, alianzas, establecer relaciones convenientes y mantener el ejercicio del poder entre “los nuestros” para ocupar en el futuro inmediato los puestos de decisión en todos los niveles.
Según el Observatorio de Estudios Universitarios, España está entre los seis países europeos con las universidades más caras y con menos ayudas aproximándose a velocidad de cierzo al modelo británico en precios y exclusividad (con los peores datos de la UE sobre bienestar social como consecuencia de sus políticas de desigualdad) donde no se considera la universidad tanto un beneficio para la sociedad como un beneficio personal. Perdemos un científico de cada cinco en la Universidad y en los centros del CSIC que en los últimos cinco años han sufrido el recorte de más del 50% de la inversión pública y el colapso de los investigadores y sus proyectos, y la imposibilidad de capturar o mantener el no poco talento que tenemos.
Las decisiones de este calibre que el gobierno toma a solas, incapaz de acordar nada con nadie porque tiene muy claro a qué principios está sirviendo, son de una importancia histórica. Tendrán consecuencias muy serias en el tiempo a pesar de que futuros gobiernos quieran y sepan cambiarlas porque habrán tocado en su centro vital a generaciones enteras a las que cercenan derechos y oportunidades. Aunque mañana vuelvas a desayunar todos los días, a contar con un equilibrado sistema educativo o estrenar un sistema de protección igualitario, nunca rellenas el agujero que te hicieron. Es como el sueño: si lo pierdes, ya lo has perdido. O en british, The hole, aunque sin consonancias eróticas.
*Publicada en El Periódico de Aragón el 01.02.15
**Imagen captada de lasexta.com

domingo, 18 de enero de 2015

Las lecciones de StopDesahucios*

Hoy hay cientos de personas en Zaragoza cuya vida ha pasado por un infierno material -y por sus consecuencias emocionales y sociales- derivado de una situación económica que les dejaba sin casa y que ha terminado con (más o menos) bien, gracias a StopDesahucios. Una plataforma de resistencia compuesta por personas afectadas por la pérdida de su única vivienda (lo otro son negocios o inversiones que han ido mal) que se une para cambiar el rumbo de sus vidas hundidas por un asunto inmobiliario que es, en realidad, un asunto de injusticia social que tiene responsables y causas políticas.
Los efectos de la pérdida de la vivienda única y de la sostenida amenaza de desahucio, impago y necesidad material mientras ocurre, no son solo inmobiliarios. Son  humanos: vidas humanas derribadas, oportunidades volatilizadas y mínimos vitales reducidos a la nada. Y lo que hacen las plataformas anti desahucios es rescatar personas. Algo que debería ser tarea de las administraciones y en lo que el Gobierno de Aragón se ha revelado inútil. El convenio firmado al respecto con el Consejo del Poder Judicial está a años luz a la hora de evitar desahucios y no es capaz de poner en práctica la gran estrategia de Stop: negociación con los multipropietarios, inmobiliarias desahuciadoras y la banca (rescatada con mi dinero), negociación colectiva de los casos con las entidades financieras aragonesas y presión social. Pero hay algo que las plataformas ciudadanas no pueden hacer: asegurar vivienda para todos mediante parques públicos y alquileres sociales, y cambiar la ley.
Stop denuncia reiteradamente las pocas ganas del Gobierno de Aragón de crear instrumentos legales útiles  en materia de vivienda en la que es competente, y pide un Decreto de Vivienda  sobre dos ejes: Moratoria de desahucios que incluya política de realojo, y un verdadero Parque de Vivienda pública que incluya la expropiación de uso de viviendas vacías en manos del SAREB y las entidades financieras.
En varios meses Stop ha podido lo que no puede el cansino convenio de la DGA: evitar cientos de desahucios, gestionar casos de abandono de alquiler y decenas de daciones en pago totales o parciales en la tercera comunidad autónoma española con más desahucios en 2013.
Stop también recuperó en verano de 2014 el Bloque Esperanza, revelador nombre que se le dio al edificio de la calle Cerezo 41, propiedad del  banco malo (Sareb) con 17 personas en ocho viviendas de alquiler que se construyó en 2006 y cuyo promotor se arruinó con la crisis de 2008. El edificio entró en concurso de acreedores, pasó a Caja Duero-Caja España en 2012  y a manos del banco malo al año siguiente y los vecinos vieron como el precio del alquiler fue descontrolado en un edificio sin mantenimiento y deteriorado.
Lo que las plataformas antidesahucios también han cambiado es la percepción social de la persona desahuciada y la pobreza sobrevenida, la imagen pública del activismo insultado y perseguido por el gobierno, y de las avaricias de la banca. Y algo tan vital como la urgencia de reconocer en la práctica un derecho humano, constitucional y básico. Son lecciones cotidianas que conviene tener en cuenta.
*Publicado en El Periódico de Aragón el 18.01.15
**FOTO: elventano.blogspot.com

lunes, 5 de enero de 2015

Hay que subir los impuestos. Y bajarlos*

Hay que subir los impuestos. Y mucho. Y hay que bajarlos mucho también. En España, el 90% de los ingresos públicos proviene de las rentas del trabajo y del consumo de la mayoría trabajadora (lo que incluye a autónomos y a pequeñas empresas, muchas de ellas resistentes frente al acoso de la estafa que llaman crisis) y asistimos a una carrera desenfrenada por reducir la carga fiscal de las rentas altas y de los beneficios declarados de la sociedades, y para aumentar la permisividad para la evasión consentida en las grandes fortunas. Las aportaciones a la caja pública se reducen en función del crecimiento de los ingresos y en cuanto te acercas a la cima la progresividad ha desaparecido. Para los pobres, con o sin trabajo, los impuestos al consumo y las cotizaciones sociales se mantienen altas.
Hay una clave en los conceptos Precio y Recurso Público que extienden o reducen la igualdad. En este panorama dibujado a mayor gloria de las élites, las matrículas universitarias y el coste del material escolar son más altos, y las becas, menores. El préstamo bancario es aún prácticamente inexistente. El consumo está ahorcado por el IVA, una vez más, y por la falta de recursos de mucha gente. Los recursos básicos como luz y alimentos están al alza. Y los sueldos, si los hay, a la baja mientras el IVA que pagamos por igual Botín y los parados está en el quinto pino. Si se aseguran la escuela y la universidad de calidad, la cobertura sanitaria, la salud y los servicios públicos de calidad (lo contrario de lo que se hace) se revierten a la sociedad los beneficios de los impuestos. Y entonces, eso que se llama coste de la vida se reduce para todos y todas. El presidente sueco Olof Palme -la diputada Patricia Luquin (IU) lo cita con insistencia en las Cortes de Aragón- repetía: “si piensan en servicios públicos para pobres habrá pobres servicios; si los piensan para todos en términos de igualdad, habrá buenos servicios para todos e igualdad”. Ese es el debate sobre precios, recursos y fiscalidad.
Hay un ejemplo claro en la política fiscal de la presidenta de Aragón, Luis Fernanda Rudi,  y su surrealista rebaja del IRPF que renuncia a ingresos públicos para asegurar ahorros anuales ridículos en las cuentas privadas de algunos, mientras se muestra decidida defensora de las criminales subidas del IVA que asfixian muchas actividades económicas, la cultura, el consumo y pymes, asaeteadas por los indecentes costes energéticos. Uno de los resultados de esta política es el crecimiento de la economía sumergida que apuntala sistemas de supervivencia de mucha gente a la vez que la deja fuera del sistema de aportaciones y beneficios sociales. Sobreviven en un mercado no reconocido ni controlado en el que no se aporta antes y que no da derecho a percibir después. Y como muchas de las perversas políticas sociales se fundamentan en la aportación previa en forma de cotización, se aleja de muchos beneficios y la protección social a quienes antes no pudieron sumar a la caja común: parados de larga duración, trabajos en negro, sueldos por debajo de los 700 euros... que dibujan un futuro sin una pensión digna de jubilación o sin prestación por desempleo. Debemos desvincular prestación de cotización y establecer mínimos de necesidades.
El IBEX35, que presume ser el índice más rentable de Europa e igual de opaco que todos, elude un 90% de sus ingresos a los tributos o se buscan la vida fuera. Sí. Hay que subir muchos los impuestos. Y bajarlos. Lo otro es segur reforzando la estafa que llaman crisis y un modelo social desigual.
 
*Publicada en El Periódico de Aragón en 04.01.15