El ministro Wert tiene un modelo para la universidad española,
clasista, limitado, caro, y muy british.
Pero no british como The Clash, la histórica huelga minera y Jane Austen. Sino british
como los personajes de Donwton Abbey, la ginebra de la reina madre y Margaret Thacher. Un sistema que define en dos el nivel, los
resultados y las oportunidades de los estudiantes en función de su origen y la
cartera de sus padres y madres y que cuestiona la esencia y el concepto mismo
de universidad pública. La reducción de cursos en las carreras, los masters (de
pago) obligatorios y el aumento de tasas y de todo lo demás de los decretos Wert
(que son los decretos del PP y su insuperado clasismo), significan la
limitación de las oportunidades de origen y destino para todos y la desigualdad
como concepto.
Los ingleses lo llaman “closed shop at the top” y significa
que la inmensa mayoría de los puestos en política, comunicación, judicatura,
economía donde se toman las verdaderas decisiones, están “reservados a la élite”.
Élite de origen y de educación privilegiada donde se forja la experiencia, la
educación, los contactos y las prebendas frente a un sistema público en desmantelamiento.
En el Reino Unido y en el resto de los países hacia abajo. Porque a lo que se
va a los centros educativos privados de élite, a las aulas poco pobladas de
muchas universidades privadas y a los masters impagables para la mayoría (que
se van a hacer obligatorios) no es solo a aprender y formarse, sino a forjarse.
Es decir, a mantener las amistades familiares, hacer agenda con los de tu
nivel, contactos, alianzas, establecer relaciones convenientes y mantener el
ejercicio del poder entre “los nuestros” para ocupar en el futuro inmediato los
puestos de decisión en todos los niveles.
Según el Observatorio de Estudios Universitarios, España está entre los
seis países europeos con las universidades más caras y con menos ayudas aproximándose a velocidad de cierzo al modelo británico en precios y
exclusividad (con los peores datos de la UE sobre bienestar social como
consecuencia de sus políticas de desigualdad) donde no se considera la
universidad tanto un beneficio para la sociedad como un beneficio personal. Perdemos un científico de cada cinco en la
Universidad y en los centros del CSIC que en los últimos cinco años han
sufrido el recorte de más del 50% de la inversión pública y el colapso de los
investigadores y sus proyectos, y la imposibilidad de capturar o mantener el no
poco talento que tenemos.
Las decisiones de este
calibre que el gobierno toma a solas, incapaz de acordar nada con nadie porque
tiene muy claro a qué principios está sirviendo, son de una importancia
histórica. Tendrán consecuencias muy serias en el tiempo a pesar de que futuros
gobiernos quieran y sepan cambiarlas porque habrán tocado en su centro vital a
generaciones enteras a las que cercenan derechos y oportunidades. Aunque mañana
vuelvas a desayunar todos los días, a contar con un equilibrado sistema
educativo o estrenar un sistema de protección igualitario, nunca rellenas el
agujero que te hicieron. Es como el sueño: si lo pierdes, ya lo has perdido. O
en british, The hole, aunque sin
consonancias eróticas.
*Publicada en El Periódico de Aragón el 01.02.15**Imagen captada de lasexta.com