martes, 12 de noviembre de 2013

¿Qué falla en la cultura?


¿Qué falla en la cultura? ¿Por qué no es más consumida y apreciada, y vamos caminando hacia atrás con la rapidez de una gacela?
A mi entender, el público, el dinero y la actitud institucional. Tres cosas básicas que podemos resumir en dos: dinero y actitud institucional, la ausencia de público es una consecuencia antes incluso que una causa. Si estás teniendo la sensación de pensar (o creer, más bien) en algunos insulsos topicazos sobre el dinero público dedicado a la cultura, piensa antes en tres cosas:
1- Insisto en que las subvenciones a los creadores y artistas y las estructuras que sostienen la cultura en España son mucho menores que las dedicadas a la agricultura, la fabricación de armas, el futbol, los toros o TVE. En términos absolutos. En términos relativos muchos más si se compara con la cantidad de personas que trabajan en cada sector, su importancia social, su público beneficiario y las estructuras públicas indirectas de las que disfrutan.
2- La cultura que es divertida se sostiene o desaparece en las agendas mentales de la gente y la “densa”, “minoritaria” o “intelectual”, también porque ambas están sometidas a los vaivenes del abandono institucional, de los “gustos” marcados por los medios y las corrientes creadas por quien la paga, ambas al albur de la crisis y ambas castigadas por unos valores que premian la banalidad,  castigan la reflexión y huyen de la seriedad. Los cines de cartelera estrictamente comercial están cerrando como cerraron los que ponían otro cine. Han muerto víctimas de la crisis, del IVA y del abandono de las políticas culturales que, donde quedan, son programaciones de actos (buenas o no) pero solo programaciones. Una política cultural es otra cosa. Como es otra cosa ocio y cultura que muchas veces no coinciden.
3- El dinero público tiene que fluir indispensablemente a la cultura. Sobre todo, porque no se trata de “mantener” a los artistas sino de asegurar algo fundamental en cualquier sociedad democrática y decente que se precie que es la Accesibilidad Universal de la cultura. Es decir, que todos y todas, por encima de su situación económica, personal, intelectual y geográfica puedan acceder al hecho cultural. Si una orquesta o un proyecto teatral no va cerca de tu casa a precios asequibles, no puedes verlos. Los dineros públicos en la cultura deben lograr eso y mantener estructuras estables en todos los territorios para que sea así. Lo otro, es para las élites.
En España además, el IVA cultural es del 4% pero, a diferencia de muchos países, solo se aplica a los libros. El resto de sectores tiene IVA industrial del 21% con alguna escasa excepción del 8%. Lo que no ocurre en ninguna parte de Europa.
¿Cómo cambiarlo? Insisto: dinero y actitud institucional. Dinero para las estructuras culturales independientes y sostenibles (en contra de lo que está pasando en España con los teatros, por ejemplo, bajo el terrible paradigma de Madrid, donde el poco dinero dedicado al teatro se va para mantener el teatro privado comercial de las grandes capitales a precios de taquilla inasequibles gestionados como negocio en manos de empresarios que buscan maximo beneficio posible), dinero para la accesibilidad universal de la cultura, dinero para la creación y dinero para la formación de profesionales y para la formación del público. Y cambio de actitud institucional que diferencie entre ocio y cultura (que pueden ir juntas o no), que entienda que un sistema cultural completo necesita de estructuras sostenibles y democráticas (teles, escuelas, universidades, teatros, auditorios, salas, estructura privada independiente, librerías, editoriales, bibliotecas, radios, periódicos, centros cívicos de distrito, ministerio, ccaa, museos, aytos, entidades sociales, escuelas artísticas….) alejadas de la barahúnda del show bussines, de la taquilla, de la gratuidad, de la banalidad, del interés de los grandes grupos y del uso partidario de la cosa, y que deben coordinarse como un ecosistema vivo con la participación de todos los sectores. Que diferencie la simple acumulación de actos con una política cultural definida y que entienda que el intercambio (europeo, entre ccaa, ciudades, territorios e instituciones que hoy no existe) es  esencial. Y que entienda que la cultura no es industria y que, de hecho, a veces no puede serlo por la fatalidad de los costes de estructuras humanas, en las artes escénicas por ejemplo, y que necesita de un marco jurídico y económico que permita que el dinero privado fluya a la cultura más allá del patrocinio de las grandes firmas a las grandes estructuras como Telefñónica y El Prado.
Resumo: Un cambio de paradigma y de visión. Aportación privada y pública sostenible y permanente. Concepto de sistema cultural. Formación. Economía.
Y un público que tenga, tras pasar por el súper, algo en el bolsillo que gastarse en su crecimiento personal.
Otro día ya pontifico sobre el control y gestión democrática de las estructuras culturales públicas.