lunes, 14 de enero de 2013

Nada se opone a la noche, de Delphine De Vigan

Delphine de Vigan (Francia, 1966) pretende contar la vida de su madre para saber de verdad quien y como era. Por qué era como era, por qué ella es como es. Pero sobre todo para sublimar el dolor y entender que toda su vida como mujer y como escritora está tan ligado a ella como ninguna otra cosa. Para lo malo, que lo hubo. Pero sobre todo para lo bueno. Y aún más para el amor, la única fuerza constante en una vida tan desasosegada, enfermiza, terrible, familiar y solitaria como la que tuvo Lucile y la propia Delphine. ¿Una familia rara? No mucho, en realidad. Ya sabemos eso de que todas las familias felices se parecen y las desgraciadas.......
Pero esto no es una novela en el sentido tradicionalmente literal del concepto. Ni una autobiografía, desde luego. Ni siquiera una introspección o una investigación del pasado por mucho que la autora conserve textos, cartas, manuscritos, entrevistas, vídeos y horas y horas de grabaciones con los hermanos y hermanas de su madre, con su abuelo y su abuela, con su padre y con su propia hermana.
De Vigan hace lo siguiente: mostrar novelescamente una infancia feliz, atareada, ruidosa y cambiante de Lucile en una familia de nueve hermanos y hermanas como una sucesión de juegos y aventuras familiares. Pero después, cuando la Lucile adulta es madre de Delphine y ésta empieza ver y entender, las cosas ya no son un juego. La ira, el dolor, el desequilibrio, la falsos abandonos, el hastío... hacen acto de presencia y entonces se comprende que todo estaba ahí, en la primera parte, en la infancia, en la vida, en sus padres, dentro de Lucile. Y se hace necesario buscar otra luz para el entendimiento, investigar una enorme constelación familiar que guarda mucho amor, pero mucho más dolor, olvidos, desapariciones, secretos y anhelos traicionados. Y, si la siquiatría avala que algo así exista -yo no lo sé-, una tendencia a la muerte, al suicidio, el desesperado intento de dominar la vida cuando la vida no se deja, y a la locura.
La novela intercala las propias reflexiones de la autora frente a su ordenador, su tozuda memoria y sus miedos para ir desgranando los qués y los por qués de Lucile y de Delphine. Para terminar como ya sabemos desde el principio pero aferradas a un amor interminable por mucho que duela, en una vida desajustada, asomada al vacío cuya amenaza  nunca se aleja, y sembrada de aspiraciones y de una fortaleza casi invencible. Casi.
Es un libro emocionante, por momentos desgarrador, brillante, valiente, con silencios premeditados pero con el valor de enfrentar trapos sucios por amor. Ilustrativo para entender las cicatrices que tenemos todos (o casi todos). El origen de muchos de nuestros males. Su familia es real aunque por momentos sea tratada como personajes inventados.
Delphine se salva gracias a la novela. Destila todo su miedo y lo vence. O eso parece. Aunque entender las cicatrices no tiene por que eliminar el dolor que aún provocan por debajo.
Maravilloso libro de De Vigan cuyo inteligente y críptico título está extraido de la canción del artista Alain Bashung Oséz Joséphine (atreve Joséphine) sobre el dolor y la valentía.
Nada se opone a la noche (Anagrama 2012)